Dos cruces góticas afiligranadas de Augerius en Maluenda (Zaragoza), hacia 1300

Two Afiligrated Gothic crosses of Augerius in Maluenda (Zaragoza), around 1300

Aurelio Á. Barrón García

Universidad de Cantabria

Facultad de Filosofía y Letras. Edificio Interfacultativo. Departamento de Historia Moderna y contemporánea. Avda. de los Castros, 52. 39005 - Santander

barrona@unican.es

ORCID: https://orcid.org/ 0000-0002-7608-5923

Fecha de envío: 10/09/2022. Aceptado: 11/10/2022

Referencia: Santander. Estudios de Patrimonio, 5 (2022), pp. 47-66.

DOI: https://doi.org/10.22429/Euc2022.sep.05.03

ISSN 2605-4450 (ed. impresa) / ISSN 2605-5317 (digital)

Resumen: Se presentan dos cruces góticas casi inéditas que se habían considerado del final de la Edad Media. A partir del estudio comparado y de la lectura de la inscripción de una de ellas, se propone al autor, Augerius, y al comitente, fray Martín de Maluenda, abad del monasterio de Piedra, abad con intervalos de 1284 a 1313. Recubiertas de filigrana, fueron originalmente cruces anicónicas vinculadas a la tradición hispana. De virtuosísima elaboración, estas cruces, casi desconocidas, tienen una importancia trascendental para el estudio de la platería española y europea.

Palabras clave: cruz procesional; Augerius, Lignum crucis; filigrana; platería; orfebrería; Gótico; 1300, Zaragoza, Maluenda; Burgos.

Abstract: The current study reveals two nearly unpublished Gothic crosses that were thought to date from the Late Middle Ages. As a result of the comparative study and the interpretation of the text recorded in one of the crosses, the author is identified as the silversmith Augerius. Fray Martín de Maluenda, abbot of the Piedra monastery intermittently from 1284 to 1313, is proposed as the manager of these manufactures. The crosses are covered with filigree threads and they were originally aniconic crosses following the Hispanic tradition. Theses crosses are almost unknown despite their virtuous elaboration and their trascendental importance for the study of Spanish and European silverware.

Keywords: Processional cross; Augerius; Lignum crucis; filigree; silversmithing; goldsmithing; Gothic; 1300, Zaragoza, Maluenda; Burgos.

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A la memoria de Eduardo Gómez Rodríguez

1. Introducción. Estudio comparado

Las iglesias de Maluenda (Zaragoza) conservan dos cruces muy semejantes que son excepcionales, tanto por su calidad como por su rareza (Figs. 1 y 2). De la plata labrada en la Corona de Aragón en los siglos XIII, XIV y XV casi nada conocemos que se pueda poner en relación con estas cruces de filigrana.

En el monasterio de Santa María de Vilabertrán (Gerona) se encuentra una gran cruz adornada con abundante filigrana. Seguramente es obra de un argentero gerundense, pues es semejante a la llamada cruz de las cofradías del Museo Capitular de Gerona que, aunque carece de filigrana, repite la forma de la cruz de Vilabertrán, a menos que la de Gerona haya sido confeccionada a imitación de la del monasterio. Ésta es de extremos patados y expansiones intermedias circulares rellenas de filigrana y cabujones engastados o entalles antiguos romanos y griegos aprovechados. En lo tipológico sigue al modelo representado por la cruz relicario del emperador Enrique II que, procedente del tesoro de la catedral de Basilea (Suiza), está depositada en un museo de Berlín1. A diferencia de las cruces que estudiamos, la cruz de Vilabertrán muestra un gran Cristo figurativo en el anverso y figuras de buen tamaño repujadas en el reverso. De grandes dimensiones, mide 160 cm de altura y un metro de ancho. Recuerda aún las tipologías del románico y las cruces tempranamente góticas. El árbol de la cruz contiene cinco relicarios –uno de la Vera Cruz–. Se data en el primer cuarto del siglo XIV, hacia 1320.

La iglesia parroquial de Ejea de los Caballeros (Zaragoza) es propietaria de una cruz procesional o lignum crucis que se ha datado a finales del siglo XII. Es una pieza excepcional a la que el platero zaragozano Jerónimo de la Mata añadió, en el siglo XVI, un pie para transformarla en cruz de altar. La elaborada filigrana con la que se adorna se ha relacionado con obras de la catedral de Toledo y aún con la patena y cáliz del monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos), todas ellas de factura contemporánea y procedentes de talleres castellanos2. La tipología de la cruz de Ejea es muy diferente a la de las cruces de Maluenda pues se trata de una cruz latina de doble travesaño, pero coinciden en la técnica utilizada para cubrir los brazos –filigrana y cabujones engastados–. Incluso la disposición de los roleos de hilo afiligranado es semejante y casi coincidente en algunos casos en el modo de repartir los motivos por los espacios en que se divide la superficie de la cruz. También concuerdan las tres cruces en el ornamento anicónico, propio de la tradición altomedieval hispana, pues las figuras de una de las cruces maluendinas son añadidos de comienzos del siglo XVI.

Los adornos salientes en el perímetro de las cruces de Maluenda –que simulan esferas alargadas con extremos helicoidales– nos recuerdan a otros que son habituales en las cruces bizantinas de los siglos X al XII y en otras cruces europeas fuertemente relacionadas con lo bizantino (Fig. 3). A nuestro parecer, el platero que hizo las cruces de Maluenda tenía en la memoria el recuerdo de alguna de las cruces bizantinas aludidas, que son de extremos recortados cóncavos que están complementados con añadidos de bolitas o pequeños círculos3. No conocemos en España ejemplos de esta tipología de cruz bizantina. Círculos añadidos en los vértices finales de los brazos únicamente los encontramos en la cruz de la Victoria de la catedral de Oviedo y son los que otorgan tan particular aspecto a los extremos de esta cruz asturiana. Hay que señalar que una de las cruces maluendinas contiene una reliquia del lignum crucis, pero esta circunstancia la comparte con muchas de las cruces románicas y del comienzo del Gótico de todos los países europeos.

Las singulares finalizaciones de los brazos en las cruces de Maluenda pueden tener la misma procedencia que las terminaciones de algunas cruces castellanas de metal de los siglos XIII y XIV, por ejemplo las de Cótar, Castrojeriz, catedral de Burgos, monasterio de Silos, Ubierna (Fig. 5), Quintanabureba o Quincoces de Yuso, todos lugares de la provincia burgalesa4. Como en Maluenda, las cruces citadas redondean el extremo principal de la finalización en flor de lis, frente al uso de la forma conopial que fue más habitual. Ligeramente conopiales son las finalizaciones de una cruz milanesa de metal que se adjudica a los talleres de Limoges. Círculos pequeños recorren todo el perímetro del árbol y, en esto, se asemeja a la Vera Cruz de Maluenda5.

También se pueden evocar los peculiares extremos trilobulados de la cruz de Villamayor de Monjardín (Navarra), que se ha datado hacia 12006. Igualmente podemos citar con mayor propiedad algunas cruces del siglo XIII con terminaciones relativamente parecidas, aunque nunca con la expansión trilobulada tan grande como en las cruces de Maluenda, sobre todo si atendemos a la proporción de los extremos con el tamaño del árbol. Nos referimos a cuatro cruces de la zona del Mosa atribuidas o relacionadas con el taller de Hugo d’Oignies –activo en Oignies-sur-Sambe, cerca de Namur (Bélgica), entre 1187 y 1240 aproximadamente–. Una de estas cruces es una cruz de altar de doble tramo, con reliquia del lignum crucis. Es obra de Hugo d’Oignies confeccionada hacia 1228-1230. Se muestra en Namur (Musée des Arts anciens du Namurois-Trésor d’Oignies, número de inventario TO 06). Las otras se relacionan con el taller del citado platero: una es propiedad del Victoria & Albert Museum de Londres –número 244-1874– y se data hacia 1250; la segunda pertenece al tesoro de la colegiata de Sainte-Waudru en Mons y es una cruz relicario de doble travesaño datada entre 1226 y 1250; y la tercera, que perteneció al duque de Aremberg, formaba parte de la colección Wildenstein de Nueva York a comienzos del siglo XXI.

También mencionamos, por el relativo parecido en la expansión de los extremos del árbol, la cruz de la abadía de Clairmarais (Francia), ahora en el tesoro de la catedral de Saint-Omer (Francia) que además contiene un lignum crucis y lleva adorno de filigrana. Obras semejantes son la cruz-relicario de doble travesaño de la colegiata de Saint-Etienne en Eymoutiers (Francia), hecha en Limoges durante el siglo XIII; la cruz-relicario de San Juan Bautista en Aachen-Burtcheid (Alemania), también con filigrana y adorno de cabujones y perlas; y la cruz de Walter Frober, de colección privada milanesa, con filigrana y esmaltes de taller renano.

Por último, algunas cruces esmaltadas sobre metal en Limoges ofrecen variaciones de la finalización trilobulada que comentamos: así, en una cruz del Victoria & Albert Museum –número M.575-1910– que se data hacia 1250 (Fig. 4).

En Burgos, que en la Baja Edad Media fue tanto un distinguido centro artístico del Gótico como una ciudad de artífices mudéjares, se trabajaba la filigrana en el siglo XIV y aún en los comienzos del siglo XV. Se conserva un relicario en la colegiata de Covarrubias cubierto de filigrana y esquemática figuración. Con filigrana se adornan algunos anillos encontrados en el tesorillo de Briviesca oculto en las revueltas de 1369. Del mismo siglo es un brazo de plata con reliquias de Santo Tomás Becket o de Canterbury, perteneciente a la catedral de Burgos, que se enriquece con fino adorno de filigrana y cabujones engastados en el perímetro de la manga y en el puño de la camisa. La filigrana se aplicó abundantemente en las ricas cruces burgalesas de finales del siglo XIV y primeras dos décadas del siglo XV. Las cruces de Requena de Campos (Palencia), Villavelayo (La Rioja), Villambistia (Burgos) y Piñel de Abajo (Valladolid), todas de plateros burgaleses, cubren parcialmente los brazos de las citadas cruces con filigrana muy elaborada7. Pero si algo define a la filigrana de la ciudad del Arlanzón es el abundante empleo del granulado en la formación de la filigrana. Y en esto se aleja de la fina elaboración de la filigrana de las cruces maluendinas, con todo relativamente parecida al adorno que cubre el árbol de una de las cruces burgalesas: la cruz de Piñel de Abajo.

Burgalesa, o de taller navarro local como se ha dicho, puede ser una arqueta relicario –en su origen, un joyero– de la colegiata de Roncesvalles8, enteramente cubierta de filigrana con motivos mudéjares en disposición muy abigarrada, tan distintos a los presentes en las cruces de Maluenda. Se data entre 1274 y 1305 y se relaciona con la arqueta de las santas espinas que la reina Juana I de Navarra regaló a la colegiata. A pesar de la diferencia, nos interesa porque es de cronología contemporánea a las cruces zaragozanas que estudiamos.

2. Las cruces de Maluenda

Son muy pocas las piezas de plata de los siglos XIII y XIV conservadas en Castilla y Aragón y es muy difícil establecer analogías. En la catedral de Tarazona se guarda una arqueta relicario (Fig. 6), perteneciente al tesoro de la ciudad, que está adornada con cabujones engastados y cubierta de hilos de filigrana dispuestos en espirales y roleos que no llegan a cubrir enteramente la superficie de la pequeña urna, pero que distan mucho del artificio presente en las cruces de Maluenda. Se ha datado en el siglo XIV9.

Abbad Ríos dio temprana noticia de las cruces de Maluenda y las dató en el siglo XV, a excepción del pie de la cruz relicario que situó a principios del siglo XVI10. La virtuosa filigrana de las cruces maluendinas, su laboriosa ejecución y la rareza de la tipología empleada plantean dudas sobre la procedencia de estas cruces, pero sin duda han de provenir de un taller o de un orfebre de mucho talento y de gran categoría. (Figs. 10 y 11) Con todo, está más finamente trabajada la filigrana de la Vera Cruz, con elaborados hilos de aplicación que, además, están dorados.

Es muy probable que a Maluenda llegara primero la cruz de la iglesia de las Santas Justa y Rufina, la llamada Vera Cruz (Figs. 7 y 8), y muy poco después la segunda cruz (Fig. 9), posiblemente por encargo y a imitación de la anterior11. Esta circunstancia, de haberse producido, apunta a que la petición no hubo de realizarse a un taller muy alejado. Todas las posibilidades quedan abiertas: Zaragoza –aunque nada parecido nos ha llegado que fuera elaborado en este centro–, Burgos, Toledo..., incluso que sean obra de un orfebre itinerante. Tampoco se puede descartar que las hiciera un platero con buena formación técnica que se hubiese establecido en Calatayud o en un monasterio.

La llamada Vera Cruz de la iglesia de las Santas Justa y Rufina pudo llegar con un pie de cruz pobre, de metal, y, si así fue, podría explicarse que se renovara en plata en torno a 1520. Este nuevo pie es de proporciones desorbitadas para el árbol con el relicario. Presenta, en ambos lados del enchufe que recibe la cruz, la marca del centro platero de Calatayud: el punzón CAL con letras humanísticas12. Un desconocido platero utilizó, descuidadamente, los moldes y las proporciones de los pies de cruz que se elaboraban en las primeras décadas del siglo XVI en lugar de labrar un pie específico, adaptado al tamaño de la Vera Cruz. Sin embargo, en la manzana se engastaron rombos con figuras de apóstoles (Fig. 12) muy bellamente grabados que estaban cubiertos con esmalte translúcido, ahora desaparecido. Los apóstoles están grabados con trazos enérgicos que no son ajenos a los modelos de Martin Schongauer13 que fueron tantas veces imitados en versiones directas e inversas. Por su parte, el vástago, mango o cañón de enchufar, de fina ejecución, se cubre con una elaborada trama de losanges adornados con rosetas.

Se trata de una cruz latina de brazos muy cortos, circunstancia que comparte con otras cruces antiguas de la Alta Edad Media, momento en el que se usó la tipología aludida junto a cruces griegas de brazos iguales. En el árbol de la Vera Cruz se reparten roleos de singular simetría en torno a cabujones ovales de cristal, junto con algunos otros cristales cuadrados y poligonales. La perfección técnica desplegada en el cuadrón del anverso es extraordinaria. Aquí se ubica un marco de filigrana con forma de cruz griega para acoger la reliquia de la Vera Cruz que ahora no se encuentra en su lugar. Quedan, sin embargo, restos de cristal verde que acogieron o cubrieron la reliquia.

Se muestra en el centro del reverso otra reliquia de la misma Vera Cruz que es de mayor anchura que la que hubo originalmente. Esta segunda reliquia se encuentra embutida en una cruz de cristal rojo cuyo perímetro está marcado por un grueso hilo de plata (Fig. 7). Toda la reliquia está sobre-protegida por un gran cristal engastado con un cerco circular de plata. Llegó a Maluenda en la Edad Moderna y el conjunto se sujetó a la cruz con cabecitas de ángeles. Seguramente se trate de la reliquia de la Vera Cruz que la tradición asocia con la familia de Juan Pérez de la Figuera14.

En el vástago que se enchufa en el pie se grabó una inscripción (Fig. 13)en letras de tipología usual en el siglo XIII, aunque también se empleó más tarde. Se lee: ME FECIT IVBENTE / AVGERIVS MARTINO ABBATE15. A pesar de las dudas que plantea el orden gramatical del nominativo –Augerius– dentro de una oración circunstancial en ablativo –iubente Martino abbate–, el epígrafe lo traducimos así: me hizo Augerio, por comisión del abad Martín; o disponiéndolo el abad Martín, en una lectura más literal.

No se ha logrado reconocer al abad, pero en el monasterio de Piedra fue abad perpetuo un fraile de Maluenda de este nombre. Según José Finestres fue el abad número 17 y lo transcribe como Martín García de Malunde que gobernó de 1284 a 128916. Vicente de la Fuente lo denomina fray Martín de Maluenda y señala que el catálogo de abades de don Fernando de Aragón dice que “Martinus de Malonda” –nombre latino de Maluenda– comenzó su mandato en 1283 y que a los seis años de su renuncia se volvió a presentar en 1289. Esta noticia hace que la nueva fecha propuesta se solape con el abadiato de fray Domingo de Murcia, que lo fue hasta 1295, pero escribe de la Fuente que el nuevo gobierno de fray Martín sucedió al de Murcia en 1295 y llegó hasta una fecha indeterminada que tiene como terminus ante quem el año 1314. Recuerda Vicente de la Fuente que así se explica que en la concordia del monasterio de Piedra con el rey Jaime II sobre las salinas de Monterde firmara en 1304 “Ego Fr. Martinus Abbas”17.

Poco después, probablemente mientras el platero de la Vera Cruz continuaba activo, llegó a localidad aragonesa citada una segunda cruz que ahora se guarda en la misma iglesia de las Santas Justa y Rufina, pero que pudo pertenecer a la desaparecida iglesia de San Miguel o, mejor, a la de Santa María, que era la principal de la villa18. Es muy probable que, en origen, fuera una cruz anicónica cubierta enteramente de filigrana, como la Vera Cruz de la iglesia de las Santas Justa y Rufina, pero sin relicario. Entrado el siglo XVI se superpusieron un buen Cristo crucificado en el anverso y María con el Niño en el reverso; patrona de la iglesia de Santa María, aunque esta imagen es común encontrarla en la parte posterior de las cruces del Tardogótico y del Renacimiento.

El tamaño de la cruz es ligeramente mayor a la Vera Cruz y el platero, que suponemos que fuera el mismo o algún heredero de su taller, imita la decoración de la primera cruz, pero lo hace con algún descuido y una factura menos refinada. En la filigrana, aun siendo muy notable, no se observa la ajustada simetría aplicada en las superficies de la Vera Cruz. El dibujo de los roleos es, a veces, algo desmañado por haberse elaborado con mayor rapidez, con algún descuido o por un artífice del taller de Augerio menos virtuoso.

Si estamos en lo cierto, esta segunda pieza se comisionó para emular a la de la Vera Cruz, como tantas veces sucedió en el pasado entre parroquias rivales o entre poblaciones vecinas. El conjunto de árbol y pie de la segunda cruz resulta hoy mucho más armonioso que el que ofrece la Vera Cruz, pues tiene un pie adecuado a las proporciones del árbol. Los dos elementos de esta segunda cruz son contemporáneos, guardan completa armonía y comparten la decoración: la manzana se adorna con las mismas bolitas que se sitúan en los extremos de las finalizaciones del árbol de la cruz. En esta segunda cruz, estas curiosas expansiones no se encuentran por el resto del árbol y se reducen, como en las cruces bizantinas, a las puntas exteriores de los extremos flordelisados. Además, se han perdido estos añadidos en el travesaño superior. Los rombos esmaltados de la manzana muestran letras en las que leemos: B, A, R, ¿T?, M, C, después de elegir aleatoriamente la B como primera letra. Para su interpretación no encontramos explicación convincente, a menos que las letras sean meramente decorativas. La disposición achatada de la manzana del pie y sus chatones con letras sobre esmalte oscuro se datan, en otras obras estudiadas, en el segundo cuarto del siglo XIV. Es una fecha que puede convenir a la obra, aunque mejor nos parece situarla hacia 1325, mientras que la Vera Cruz pudo labrarse hacia 1300.

Quedan por esclarecer las circunstancias del autor. Augerius es un nombre más habitual en Francia y en Italia que en España. Augerius, Augerio o Augerii aparecen con relativa frecuencia en las listas de abades y obispos medievales del sur de Francia e Italia. En estos dos países, el nombre ha evolucionado a Ogier, Auger y Ogerio. Sin embargo, la técnica utilizada en la filigrana y el carácter anicónico de la cruz apuntan a considerar hispano al platero y, aunque con menor frecuencia, el nombre de Augerius también está registrado en la península ibérica, por ejemplo, en el monasterio de Leyre (Navarra). Además, Auger se empleó en Cataluña y, en menor medida, en la Corona de Aragón en general, sobre todo en los siglos medievales y en los comienzos de la Edad Moderna

Son conocidos los intensos contactos de los monasterios de la orden del Císter con sus sedes centrales y con otros monasterios peninsulares y ha de recordarse que el monasterio de Piedra estaba vinculado al de Poblet (Tarragona), su casa madre. El artífice pudo llegar al monasterio de Piedra para realizar allí algún tipo de obra desaparecida. Durante esta hipotética estancia, el abad Martín le pudo encargar la Vera Cruz para la parroquia de su localidad de origen. Poco después sería iniciativa de otra de las iglesias locales el encargo de la segunda cruz, mientras el platero residía en el monasterio. Claro que también pudo establecerse en Calatayud, en cualquier otra localidad e incluso en el monasterio de Poblet, sede madre del de Piedra.

Lamentablemente no conocemos documentación que pueda aclarar estas dudas, pero nosotros damos por segura la nueva cronología propuesta para la Vera Cruz de Maluenda. La inscripción no menciona la residencia monasterial del abad Martín y ciertamente hubo en el monasterio de Piedra otros abades de nombre Martín, pero uno sólo era maluendino. Además, el monasterio tenía propiedades en esta localidad. Fray Martín de Maluenda gobernó el monasterio de Piedra de 1284 a 1314, con unos años intermedios de gobierno de otro abad. Todo el abanico temporal de su mandato cabe para datar la cruz, pero nos parece más certero situarla hacia 1300, sobre todo a la vista de la segunda cruz, cuyo pie no es fácil datarlo antes de 1325.

A la Vera Cruz se asoció una compleja leyenda, cuajada de acciones milagrosas, que relaciona la obra con la familia maluendina de Juan Pérez de la Figuera19. La noticia se podría relacionar, como hemos dicho, con la colocación del relicario de la Vera Cruz que se conserva en el reverso. En la Edad Moderna la cruz se exponía en una balconada desde el 3 de mayo al 14 de septiembre para ahuyentar los malos temporales20.

Nos parecen relatos muy posteriores a la llegada de la cruz-relicario que, además, muestra el nombre del verdadero comitente: el abad Martín. En mayo de este año se han celebrado en Maluenda unas jornadas sobre La orfebrería de las iglesias de Maluenda y los talleres de Calatayud cuyas actas se publicarán en la primavera de 2023. El lector curioso podrá encontrar otras noticias sobre la Vera Cruz, otras interpretaciones, el detalle sobre las modificaciones que ha sufrido, el uso de la cruz frente a tormentas y sequías, los milagros que se le adjudican y la intensa veneración de la reliquia.

Por nuestra parte, estudiamos y presentamos aquí estas dos extraordinarias cruces góticas de filigrana que nos parecen de trascendental importancia para el estudio de la platería española y europea.

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  1. 1 Esta cruz se encuentra ahora en el Kunstgewerbemuseum de los Staatliche Museen de Berlín (Ident. Nr. 1917,79); Véase también, GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, César (ed.), Signvm salvtis. Cruces de orfebrería de los siglos V al XII, Oviedo, Consejería de Cultura y Turismo del Principado de Asturias, 2008, pp. 258-265.

  2. 2 ALMERÍA, José Antonio, “Lignum crucis. Ejea de los Caballeros (Zaragoza), iglesia parroquial”, en El espejo de nuestra historia. La diócesis de Zaragoza a través de los siglos, Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1991, p. 342.

  3. 3 Para una más fácil comparación citamos los ejemplos de cruces con los salientes de estas características que se han reunido en la publicación de García de Castro Valdés: cruz de Moisés del monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí (Egipto), datada en el siglo VI; Cruz de Nicéforo Fokas, Monte Athos, del 963-969; cruz de Adrianópolis del Museo Benaki de Atenas, de fines del siglo X; cruz procesional del Museo Kanellopoulou de Atenas, del siglo X; cruz del tesoro de los Güelfos, ahora en el Cleveland Museum of Art, hecha hacia 1050; Cruz procesional del Musée d’art et d’histoire de Ginebra, de inicios del siglo XI; Cruz procesional del Metropolitan Museum de Nueva York, datada en la primera mitad del siglo XI; cruz de Cong del National Museum of Ireland, datada hacia 1123; cruz gemada de Munich, del siglo XII; cruz procesional de San Basilio, en el Oxford Ashmolean Museum, de los siglos X al XII; y cruz procesional de Mazchwarischi (Georgia), del siglo XII; GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, César (ed.), Signvm salvtis..., pp. 47-50, 172-176, 388-391, 197, 245-246, 326-329, 330-333, 359-362, 363, 368 y 374-376.

  4. 4 BARRÓN GARCÍA, Aurelio Á., La época dorada de la platería burgalesa, 1400-1600, Salamanca, Diputación de Burgos y Junta de Castilla y León, 1998, vol. 1, pp. 443-445. Una cruz de este tipo que se guarda en el Museo Episcopal de Vic, también se relaciona con Castilla en SANJOSÉ I LLONGUERAS, Lourdes de, Al servei de l’altar . Tresors d’orfebreria de les esglésies catalanes, segles IX-XIII, Barcelona, Arxiu i Biblioteca Episcopal de Vic, 2018, pp. 297-298. De obrador burgalés ha de ser una cruz procedente de Robredarcas (Guadalajara) que se conserva en el Museo Diocesano de Sigüenza; finalizan los brazos en el mismo tipo de flor de lis con la expansión central redondeada.

  5. 5 Esta cruz milanesa es de colección particular. Se reproduce detenidamente en ZATROW, Oleg, L’oreficeria in Lombardia, Milano, Electa Editrice, 1979, figs. 157-159.

  6. 6 ORBE SIVATTE, Asunción (coord.), Orfebrería de Navarra. 1 Edad Media, Caja de Ahorros de Navarra, 1986, pp. 20-22.

  7. 7 BARRÓN GARCÍA, Aurelio Á., La época dorada..., vol. 1, pp. 116-118 y 120-128.

  8. 8 ORBE SIVATTE, Asunción (coord.), Orfebrería de Navarra..., pp. 30-31.

  9. 9 La arqueta forma parte de un conjunto de reliquias –entre ellas una cruz gótica de lignum crucis– que desde la Edad Media se subían a una torre del antiguo cinturón amurallado de Tarazona –la llamada torre de las reliquias, encima de San Miguel–. Las reliquias se procesionaban a la torre todos los años el 25 de abril y descendían el 8 de octubre. En el intervalo permanecían en la torre porque se creía que favorecían los buenos temporales y protegían a la ciudad y sus campos de tormentas de aguacero o pedrisco, así como de las sequias; AINAGA ANDRÉS, Mª Teresa y CARRETERO CALVO, Rebeca: “San Atilano, patrón de Tarazona. Historia de una devoción” en CARRETERO CALVO, Rebeca y CRIADO MAINAR, Jesús (comis.), Milenio. San Atilano y Tarazona, 1009-2009. Exposición, Tarazona, Fundación Tarazona Monumental, 2009, pp. 79-80; AINAGA ANDRÉS, Mª Teresa, “La catedral: devoción, amparo y tradición para la ciudad y sus vecinos”, en La catedral de Santa María de la Huerta de Tarazona, Zaragoza, Diputación de Zaragoza, 2013, p. 70. Por estar trabajado con filigrana, cabujones y perlas, se puede recordar el llamado Peine de la Virgen de la catedral de Valencia que se ha datado a finales del siglo XIV pero que puede retrasarse bastante la fecha de su confección a partir de joyas de distintos tamaños regaladas para enriquecer tan apreciada reliquia.

  10. 10 ABBAD RÍOS, Francisco, Catálogo monumental de España. Zaragoza. Texto, Madrid, Gráficas González, 1957, p. 385. Se reproducen en el segundo volumen de láminas: figuras 1045 y 1047.

  11. 11 Las medidas del árbol de la primera cruz o Vera Cruz son: 27 por 18,8 cm. Con el pie alcanza 50 cm de altura y el cuadrón central es un cuadrado de 6,3 cm de lado. El árbol de la segunda cruz mide 32,3 cm de altura por 28,2 cm, pero con el pie alcanza 53 cm. Las medidas del cuadrón de esta segunda cruz son 7,4 por 7,6 cm.

  12. 12 Un primer punzón CAL, con tipografía gótica, se empleaba desde 1470 aproximadamente. El punzón CAL con letras humanísticas, presente en el pie de la Vera Cruz de Maluenda, se utilizó en la segunda y tercera década del siglo XVI y, seguramente, años después. Véase el punzón llamado CAL2 en MAÑAS BALLESTÍN, Fabián, “Los punzones de la platería de Calatayud”, en IX Encuentro de Estudios Bilbilitanos. Actas. Tomo II. Arte, ciencias de la Tierra y de la sociedad, Calatayud, Centro de Estudios Bilbilitanos, 2016, p. 744.

  13. 13 HUTCHISON, Jane C. (ed.), The Illustrated Bartsch. 8. Early German artists, Nueva York, Abaris Books, 1980, pp. 169-186 y 248-253.

  14. 14 FACI, Roque Alberto, Aragon reyno de Christo, y dote de Maria Santissima, exaltado por la columna immobil de Nuestra Señora del Pilar, Zaragoza, en la Imprenta de Francisco Moreno, 1750, pp. 33-34, Relata cómo, después de que el relicario detuviera un nublado amenazante, Pérez de la Figuera y su esposa ordenaron “se colocasse la Santissima Reliquia en una Cruz de Plata, muy hermosa, dorada, y adornada con muchas Piedras preciosas”. Aún pretende el relato que también la cruz fue donación del matrimonio Pérez de la Figuera a la iglesia de las Santas Justa y Rufina confundiendo, probablemente, la hechura de un altar para exponer la cruz y la nueva reliquia con la realización de la cruz que, como veremos, es muy antigua.

  15. 15 Abbad transcribió la inscripción así: AUCE/RIUS/MAR/TINO/AB/BA/TE/MEFE/CIT/IN/BEN/TE; ABBAD RÍOS, Francisco, Catálogo..., p. 385. La G del nombre propio del autor –AUGERIUS– se grabó ligeramente, pero vemos rasgos de un G en lugar de una C. Lo mismo decimos sobre la N en la que apreciamos señales de una V, es decir, IVBENTE.

  16. 16 FINESTRES Y DE MONSALVO, Jayme, Historia de El real monasterio de Poblet, Cervera, Joseph Barber, 1753, T. II, pp. 155-156.

  17. 17 FUENTE, Vicente de la, España Sagrada, continuada por la Real Academia de la Historia. Tomo L. Tratados LXXXVII y LXXXVIII. Las santas iglesias de Tarazona y Tudela en sus estados antiguo y moderno, Madrid, Imprenta de José Rodríguez, 1866, pp. 253-254. Finestres denomina al abad del segundo mandato Martín de Juan Gimeno y lo data de 1295 a 1301 porque sitúa a Pascual Furiolo de 1301 a 1314, pero señala de la Fuente que este fraile, a quien llama fray Pascual de Teruel siguiendo la propuesta en el catálogo de Fernando de Aragón que escribió “Paschasius Turoli”, firmó como prior en 1304 en la concordia sobre Monterde, luego la lista del abadiato de Finestres es errónea, al menos para el comienzo del supuesto mandato del fraile turolense.Vicente de la Fuente corrige las fechas aportadas por Finestres en bastantes ocasiones. Se conserva una tabla de abades del monasterio de Piedra impresa hacia 1760. Aporta fechas que tampoco coinciden con las de Finestres en bastantes abadiatos. La tabla sitúa a “Martinus Garcia de Maluenda” como abad perpetuo número 18, en lugar de décimo séptimo. Esta tabla aporta la fecha de 1289, la misma que adscribe al abad número 19, “Dominicus de Murcia”. Al abad número 20, “Martinus de Juan et Ximenius”, la tabla del monasterio le otorga la fecha 1295 y, según esta relación, “Paschasius de Turiolo vel Turolio” fue abad de 1301 a 1314, aunque hemos visto que Pascual de Teruel era prior en 1304 en el mismo documento en el que fray Martín firmó como abad. Se reproduce una fotografía de esta tabla de abades en GONZÁLEZ ZYMLA, Herbert, “Tabula abacial del Monasterio de Piedra. Anónimo compuesto por orden del abad Fernando Liñán de Cuver”, en Ex Petra Lux. Reencuentro con la historia. Exposición conmemorativa del 800 aniversario de la Fundación del Monasterio de Piedra, Zaragoza, Monasterio de Piedra, 2018, pp. 47-48.

  18. 18 El profesor Abbad vio las dos cruces de filigrana en la casa rectoral de la localidad y escribió que en esta residencia se guardaban retablos y “piezas de orfebrería procedentes de esta iglesia [Santas Justa y Rufina] y de la de Santa María”, aunque no precisó cuáles procedían de uno u otro templo; ABBAD RÍOS, Francisco, Catálogo..., p. 384.

  19. 19 GIL ALEJANDRE, Jesús y MOLINA SAN JUAN, Silvia, “La santísima Veracruz de Maluenda”, en IX Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Calatayud, Centro de Estudios Bilbilitanos, 2016, vol. 1, pp. 509-517; MOLINA SAN JUAN, Silvia y GIL ALEJANDRE, Jesús. Maluenda. Iglesia de las Santas Justa y Rufina. 600 años de historia, Maluenda, Ayuntamiento de Maluenda, 2013, pp. 42-43. Recogen las noticias dadas por FACI, Roque Alberto, Aragon reyno de Christo, y dote de Maria Santissima..., pp. 33-34.

  20. 20 BOLOQUI LARRAYA, Belén, “Escudo de alabastro en la balconada de la Vera Cruz (¿capilla?) de la casa del arco, ‘casa Ciria’ en Maluenda, y Antonio Marín de Resende y Francia y María Ciria Beteta, primeros condes de Bureta. Necesidad de una urgente intervención conservadora”, en IX Encuentro de Estudios Bilbilitanos. Actas. Tomo II. Arte, ciencias de la Tierra y de la sociedad, Calatayud, Centro de Estudios Bilbilitanos, 2016, pp. 608-609.

Fig. 1. Vera Cruz, anverso. Augerius. H. 1300. Iglesia de las Santas Justa y Rufina, Maluenda (Zaragoza). Foto del autor

Fig. 2. Cruz procesional, reverso. Augerius. H. 1325. Iglesia de Maluenda

(Zaragoza). Foto del autor

Fig. 3, izq. Cruz de Adrianópolis. Bizancio. H. 1000. © Museo Benaki, Atenas

Fig. 4, der. Cruz. Limoges (Francia). H. 1250. © Victoria & Albert Museum,

Londres

Fig. 5. Cruz procesional. Taller de Burgos. H. 1275. Iglesia de Ubierna (Burgos). Foto del autor

Fig. 6. Arqueta relicario. H. 1350. Catedral de Tarazona. Foto del autor

Figs. 7 y 8. Vera Cruz. El árbol, Augerius, h. 1300; el pie, h. 1520. Iglesia de las Santas Justa y Rufina. Maluenda (Zaragoza). Fotos del autor

Fig. 9. Cruz procesional, anverso. Augerius. H. 1325. Iglesia de Maluenda

(Zaragoza). Foto del autor

Fig. 10. Vera Cruz, detalle. Augerius. H. 1300. Iglesia de las Santas Justa y Rufina, Maluenda (Zaragoza). Foto del autor

Fig. 11. Cruz procesional, detalle. Augerius. H. 1325. Iglesia de Maluenda

(Zaragoza). Foto del autor

Fig. 12. Vera Cruz, apóstoles del pie. Taller de Calatayud. H. 1520. Iglesia de las Santas Justa y Rufina, Maluenda (Zaragoza). Fotos del autor

Fig. 13. Vera Cruz, inscripción. Augerius. H. 1300. Iglesia de las Santas Justa y Rufina, Maluenda (Zaragoza). Foto del autor