El legado conservero del barrio Puerto de Mar del Plata y su interés patrimonial desde el análisis simbólico-social

The canning legacy of the Puerto of Mar del Plata neighbourhood and its patrimonial interest from the symbolic-social analysis

Mariana Fernández Olivera

Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)

CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), IEHPAC (Instituto de Estudios de Historia, Patrimonio y Cultura Material)

Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño

C/Deán Funes 3301-3347, Mar del Plata, Argentina

arqmfo@yahoo.com.ar

ORCID:https://orcid.org/0000-0001-6191-2597

Fecha de envío: 15/9/2022. Aceptado: 12/7/2023

Referencia: Santander. Estudios de Patrimonio, 6 (2023), pp. 215-246.

DOI: https://doi.org/10.22429/Euc2023.sep.06.06

ISSN 2605-4450 (ed. impresa) / ISSN 2605-5317 (digital)

Resumen: El presente artículo indaga en la problemática del patrimonio industrial de los sectores portuarios. En particular, se analiza el legado conservero del barrio Puerto de la ciudad de Mar del Plata (Argentina) a partir de sus aspectos materiales e inmateriales en relación, con énfasis en sus características simbólico-sociales. Para ello se trabaja con un enfoque cualitativo y desde una perspectiva centrada en las interrelaciones pasadas-presentes, que articula archivos gráficos, escritos y orales. Así, se propone avanzar en su conocimiento junto con lineamientos de difusión que aporten otras miradas hacia su preservación.

Palabras clave: puerto; conserveras; patrimonio inmaterial; difusión; Mar del Plata.

Abstract: This article investigates the problems linked to the industrial heritage of the port sectors. In particular, the canning legacy of the Puerto neighbourhood of the city of Mar del Plata (Argentina) is analysed from its related material and immaterial aspects, emphasizing its symbolic-social characteristics. For this, we work with a qualitative approach and from a perspective focused on past-present interrelationships, which articulates graphic, written and oral archives. Thus, it is proposed to advance its knowledge along with diffusion guidelines that provide other views towards its preservation.

Keywords: port; fish canneries; intangible heritage; diffusion; Mar del Plata.

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1. Introducción

El presente artículo indaga en el legado industrial portuario conservero, cuyo reconocimiento se inscribe en la expansión temporal, escalar, geográfica y relacional del patrimonio gestado desde la segunda mitad del siglo XX. Hasta mediados de ese siglo, la preservación se caracterizó por el interés en la conservación de objetos de carácter histórico y artístico ligada a las nociones de antigüedad y excepcionalidad asociadas a lo singular y lo monumental. Esta selección y orientación, a partir de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, fue expandiéndose y diversificándose en forma progresiva, con nuevas incorporaciones vinculadas al concepto patrimonial. En estrecha relación con un proceso de democratización en la comprensión de la historia, con acento en el conjunto de la sociedad más que en los personajes individuales o acontecimientos políticos, el campo patrimonial amplió sus parámetros valorativos1. Además de las tradicionales estimaciones físicas y estéticas, se incorporaron renovados aspectos simbólicos referidos a la cultura y a la memoria social, modificándose el vínculo con la comunidad cuya presencia recobró un carácter protagónico. La preservación quedó indisolublemente unida a aspectos sociales, manifestándose en la valoración de herencias hasta ese momento desestimadas.

En estas ampliaciones, el reconocimiento del patrimonio industrial surgió en estrecha relación con la arqueología2 que alentó el descubrimiento y la valoración de los elementos industriales como forma de conocer sus aspectos técnicos, productivos y sociales. En una primera etapa, fue esa disciplina la que se dedicó a la defensa de este pasado para luego convertirse en un movimiento de carácter multidisciplinario enlazado con la historia, la economía, la geografía, la sociología, la arquitectura y la ingeniería3.

En el campo específico patrimonial, las temáticas industriales resultaron de tardío interés. Fue en Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial, donde se desarrolló una preocupación especial a través de distintas asociaciones que surgieron para preservar este tipo de bienes. Esta atención se extendió al resto de los países europeos y a Norteamérica, desde donde se promovieron los primeros centros de estudio, difusión y recuperación del legado industrial. Fue The International Committee for the Conservation of the Industrial Heritage (TICCIH) la entidad que desde 1978 se encargó de difundirlo a escala mundial mediante la realización de diversos estudios y publicaciones junto con la organización de congresos que fortalecieron el tema durante las décadas siguientes.

Asimismo, el marco conceptual en referencia a Cartas y Recomendaciones internacionales también se consolidó tardíamente. Recién en 2003, en la reunión realizada en Moscú, los representantes de TICCIH redactaron la Carta de Nizhny Tagil sobre el Patrimonio Industrial en la que se enuncia que abarca un conjunto amplio de expresiones materiales e inmateriales vinculadas a las actividades productivas que incluyen “un valor social, como parte del registro de vidas de hombres y mujeres corrientes, y como tal, proporciona un importante sentimiento de identidad” y “un valor tecnológico y científico en la historia de la producción, la ingeniería, la construcción”; estos valores son intrínsecos al sitio, a la trama, a sus componentes, a su maquinaria y funcionamiento, al paisaje y a la documentación escrita, y también, a “los registros intangibles de la industria almacenados en los recuerdos y las costumbres de las personas”4. En 2011, en asociación con ICOMOS, se adoptan Los Principios de Dublín, referidos a la conservación de sitios, construcciones, áreas y paisajes del patrimonio industrial. En el mismo sentido, establecen que este patrimonio “además de los elementos asociados a los procesos y tecnologías industriales, a la ingeniería, la arquitectura o el urbanismo, incluye numerosas manifestaciones intangibles en relación con la experiencia, la memoria o la vida social de los trabajadores y sus comunidades”5.

De este modo, los aspectos inmateriales adquieren especial significación por los “fenómenos derivados de las relaciones humanas asociadas al mundo industrial” que explican el “interés social del patrimonio industrial y su preocupación recurrente por rescatar la memoria del trabajo”6. Desde esta visión, la dimensión material resulta incompleta si no se incluyen los significados que tiene el bien en un determinado contexto técnico, social y cultural que es lo que le da contenido al objeto y permite interpretarlo. Sus aspectos sociales e identitarios ligados a la memoria colectiva de saberes técnicos y procesos productivos, las formas de asociacionismo y luchas obreras, las vivencias en los núcleos residenciales contiguos habitados por los trabajadores y sus familias promovieron, junto a muchos otros aspectos, la formación de grupos sociales relacionados unidos e identificados con estos espacios7. Así, la dimensión tangible se evidenció asociada indisolublemente a sus características simbólicas y sociales, en relación a los saberes, los procesos productivos o las vivencias sociales en las fábricas y en los núcleos residenciales contiguos.

En particular, el patrimonio industrial de los sectores portuarios adquirió importancia a partir de la década de 1970 cuando los cambios a escala mundial en el comercio marítimo provocaron la reorganización de la actividad portuaria y la modificación de las relaciones espaciales y funcionales que caracterizaban a las ciudades-puertos. Las reestructuraciones de la economía, las transformaciones del trabajo portuario y los nuevos medios de producción y transporte provocaron que muchas de las construcciones tradicionales ya no fueran necesarias. Esto coincidió además con la desindustrialización de sus entornos, perdiendo importancia no solo el puerto como infraestructura sino también los componentes dependientes de su actividad e intercambio.

En paralelo, se profundizó en los aspectos intangibles vinculados a los sectores portuarios8. Resultaron objeto de estudio las técnicas y saberes relacionados con la pesca, las formas de trabajo en las fábricas, las relaciones socioculturales, el hábitat residencial y las prácticas generadas en torno al mar; así como las lenguas, la gastronomía, las fiestas populares o la música. En relación a la actividad de la conserva de pescados vinculada a estos sectores, las principales referencias se materializaron en un marco europeo9. Sobresalen las actividades desarrolladas en España y Portugal, donde surgió un importante patrimonio industrial conservero, característico de algunas regiones de estos países. En la comunidad autónoma de Galicia –España– se confeccionó la Ruta Conservera y se crearon museos relacionados con esta temática. Asimismo, resulta sumamente interesante la propuesta museística de la ciudad de Portimão –Portugal– por la forma de trabajar con este legado10. En la particularidad nacional, no se han encontrado referencias de indagaciones patrimoniales en relación a este ámbito fabril.

Por ello, resulta de interés indagar en el conocimiento del patrimonio de la industria conservera marplatense desarrollado entre 1930 y 1960. En ese periodo, la conserva de pescados tuvo una significación especial al convertir al puerto de la ciudad de Mar del Plata en uno de los más importantes de Argentina. El sector barrial aledaño se configuró con rasgos distintivos a partir de una historia urbana, social y cultural que dio lugar a una arquitectura industrial singular junto al desarrollo de prácticas simbólicas coligadas que han tenido escaso reconocimiento y se encuentran en peligro de extinción.

Desde este marco, resulta relevante avanzar en una perspectiva integral que comprenda los valores materiales e inmateriales de este legado. En particular, el presente artículo se centra en el análisis de las características simbólico-sociales que contribuyen a interpretar este patrimonio en el contexto sociocultural que le dio –y le da– sentido. Sus componentes identitarios ligados al mundo del trabajo y lo familiar, se convierten en elementos medulares para entender los procesos de trabajo y las formas de vida del sector portuario. Así, interesa interpretar los testimonios del habitar en la particularidad de los saberes de la conserva y las prácticas socioculturales asociadas, junto con sus continuidades y rupturas. Para ello fue relevante la realización de entrevistas semiestructuradas a informantes clave y el análisis de entrevistas recabadas en el Archivo Oral del Museo del Hombre del Puerto Cleto Ciocchini y en el Archivo de la Palabra y la Imagen de la Facultad de Humanidades (UNMdP). Este abordaje, en paralelo, fue cruzado con información de fuentes censales y estadísticas, archivos públicos y privados, investigaciones previas y publicaciones periódicas. Así, mediante estas variables complementarias e integradas, será posible comprender y delinear acciones en el hábitat y el habitar portuario conservero, tendientes a su conocimiento y difusión.

2. Inmigración, familia y religión: claves para comprender el hábitat y el habitar portuario marplatense

La ciudad de Mar del Plata, además de destacarse por su condición turística que la ubicó como la principal ciudad balnearia argentina, se constituye el puerto pesquero más importante a lo largo del litoral marítimo nacional. Esta dualidad forjó una urbe con características muy particulares. La convivencia de lo turístico y lo productivo implicó modificaciones de la trama, la traza y el tejido que respondieron a las necesidades propias del ocio y a las demandas de diferentes sectores sociales y productivos. Esto provocó procesos de urbanización y transformación urbana sumamente acelerados, sin solución de continuidad y con notables operaciones inmobiliarias que le confirieron un carácter paradigmático en relación a otras ciudades argentinas y latinoamericanas11 (Fig. 1).

El desarrollo industrial y turístico de la ciudad, principalmente a partir de 1930, provocó un incremento significativo de la población atraída por las posibilidades laborales generadas por el auge de la construcción, los servicios relacionados con el turismo y los nuevos productos derivados de la pesca. Las condiciones óptimas del mercado internacional para la industria pesquera promovieron que Mar del Plata se convierta en el primer centro pesquero del país, tanto por el número de embarcaciones como por las fábricas instaladas en la zona puerto; de las 96 fábricas que existían en Argentina a fines de 1930, 40 eran de esta ciudad, y para 1960, de las 145 fábricas, 124 eran establecimientos marplatenses –sin contar las plantas clandestinas–12.

Este crecimiento estuvo acompañado por dos períodos de brusca aceleración demográfica originados por la llegada masiva de inmigrantes13, a lo que se agregó el dinamismo estacional provocado por los veraneantes. El desarrollo económico y el crecimiento poblacional, así, provocaron una expansión urbana que estructuró un área central densa y renovada y una serie de barrios distribuidos en los bordes de la ciudad. Entre estos, el barrio Puerto presentó características marcadamente diferenciales del resto; la propia actividad pesquera y la presencia dominante de inmigrantes definieron las peculiaridades del sitio y de la arquitectura y sus materiales de construcción (Fig. 2).

Los pescadores que paulatinamente fueron habitando el barrio Puerto eran mayoritariamente inmigrantes italianos, muchos de los cuales tenían conocimiento y tradición en la actividad pesquera. Esto ayudó a la formación de un grupo con características singulares, incluso posteriormente, hacia fines de la década del 1940, fue nuevamente destacado el arribo de italianos que emigraron a causa de la Segunda Guerra Mundial. En particular llegaron de las regiones del sur, del mezzogiorno, donde desarrollaban actividades vinculadas a la pesca. En todos los casos, trajeron sus prácticas y conocimientos sobre este oficio y la elaboración de sus derivados. Los napolitanos y los sicilianos legaron las principales improntas, no sólo porque dominaron en número sino por la huella que dejaron a través del dialecto, las comidas, las canciones, la celebración de sus santos patronos y la práctica de actividades sociales tradicionales que promovieron un sentimiento de pertenencia común. Según Favero, hacia 1950, en el sector se hablaba en dialecto siciliano y había más oriundos de Santa María della Scala que del propio lugar de origen; y agrega que los inmigrantes italianos preservaron ciertas pautas que hicieron que esta comunidad se moldeara con sus propias características, como “el asentarse en una misma zona, el agruparse en las mismas actividades laborales o el continuar con las de «origen», el mantener las fiestas típicas, el conservar palabras dialectales, el preservar las comidas y costumbres”14.

En ese contexto, los lazos familiares fueron factores determinantes en la inmigración, en el asentamiento y en la inserción laboral. Las historias contadas por los propios inmigrantes narran que, una vez que se instalaban en Mar del Plata, los paesanos15 les buscaban trabajo, incluso, algunos migraban por el llamado de algún pariente o conocido. Como la mayoría provenía de las zonas de Sicilia o Nápoles, ingresaban a trabajar en la lancha de algún paesano y, pasados unos años, algunos podían ahorrar dinero y se compraban una embarcación16. Esta secuencia muestra la alta estima que tenían con aquellos pertenecientes al mismo lugar de origen, la importancia de los vínculos familiares y la red de solidaridad que tejieron entre ellos en la nueva tierra:

“Lo que pasa es lo siguiente, que familiares son todos, eran todos acá. Porque eran nacidos todos en Santa María della Scala y es…, si vos lo conocieras…, es un pueblo chico que está propiamente en el mar. Se dedicaban a la pesca”17. “Nos integramos fácilmente. Además, en la zona donde vivíamos nosotros prácticamente éramos todos paisanos. Este... si no nos entendíamos en la carnicería cuando íbamos a comprar algo, salíamos afuera y le decíamos a algún paisano ‘mira paisano, ayúdame´”18.

Los oficios vinculados a la pesca, que habían aprendido desde pequeños, fueron trasladados y adaptados a estos mares. Los relatos cuentan cómo desde los 9 ó 10 años ya salían a pescar acompañados por los mayores, quienes les enseñaban las artes y los secretos de la pesca. El salado y la conserva también fueron actividades predominantemente familiares que se desarrollaron con técnicas traídas desde Italia. Así, en el seno familiar se aprendían los secretos vinculados a los procesos de la pesca y su elaboración.

La propia inseguridad de la actividad pesquera llevó a los pescadores a buscar amparo en fuerzas sobrenaturales; no hay barco que no se bendiga ni que lleve alguna imagen religiosa junto al timón. Así, el pensamiento mágico relacionado con la actividad, convirtió a la religión en una manifestación popular vinculada a temores y deseos19. En relación, la singularidad de esta comunidad se expresa tanto en sus prácticas religiosas pertenecientes al culto católico como en la cantidad de instituciones y edificios religiosos, el número de colectividades y las diversas fiestas y procesiones20. Es importante destacar que el barrio Puerto concentró el mayor número de instituciones religiosas de la ciudad. Entre sus edificios destacan: la Iglesia y el Colegio Sagrada Familia –1928–, el Colegio Inmaculada Concepción –1935–, la Gruta de la Virgen de Lourdes junto con el Hogar de Enfermos Crónicos –1937– y dos Barrios Obreros Elisa Alvear de Bosch –1942 y 1944.

El temor al naufragio fue constante y se buscó en la religión amparo y protección. Esto se plasmó en una serie de prácticas sociales que incluyeron procesiones y festividades de vírgenes y santos patronos. Estas prácticas se imbricaron con la actividad cotidiana del pescador y jugaron un papel decisivo en el desarrollo histórico y social del área. La diversidad de cultos estaba en relación con las regiones de donde provenían los inmigrantes. Las dos fiestas patronales de mayor importancia han sido la Fiesta de San Giorgio21 y la Fiesta de Santa María della Scala22, en relación justamente con la notable afluencia de italianos de estas regiones.

Actualmente, ambas procesiones se siguen realizando, aunque con convocatorias mucho menores. Cada festividad está cargada de tradiciones, iconografías, leyendas y creencias que se trasladaron desde su lugar de origen y se recrearon en el barrio Puerto, adaptándolas a su contexto. Así, estas manifestaciones amalgaman diversas expresiones vinculadas a lo religioso –misas, ritos procesionales, símbolos– pero también a lo festivo –fuegos artificiales, bailes, comidas, música.

En particular, la Fiesta de los Pescadores es una de las mayores representaciones de la religiosidad popular23. Adquiere gran magnitud en su convocatoria y un alto valor simbólico, donde se venera a San Salvador invocando la protección de los trabajadores del mar. Esta tradición fue incorporada en la ritualidad portuaria en 1932 y se realiza a fines del mes de enero, adecuándose al calendario turístico de la ciudad. Si bien ha sufrido algunas modificaciones, sigue siendo una de las manifestaciones de sociabilidad y esparcimiento más importantes del barrio Puerto (Fig. 3).

Las imágenes protagonistas de las procesiones se ubican en una habitación contigua en la Iglesia Sagrada Familia. El rol del templo en la concreción de estos rituales regionales es fundamental, no solo porque en él se guardan las imágenes, sino que allí se realiza la misa y la bendición correspondiente, desde allí parten los recorridos y hacia allí vuelven. El otro lugar que adquiere relevancia es la banquina de los pescadores; las procesiones conducen la imagen hasta allí, donde están las lanchas amarillas, y pasan por la calle 12 de Octubre, arteria principal del barrio. También la Gruta con la imagen de la Virgen de Lourdes24 se convierte en un hito relevante en la conformación de los espacios religiosos del barrio portuario. Así, el espacio urbano se colma de simbología a través de estos rituales, en los distintos momentos del año. La iglesia, la plaza, la gruta, la banquina y las distintas calles protagonistas, se integran en los recorridos y se llenan de “significados”.

3. Inicio, auge y ocaso de la conserva

Vinculado al desarrollo pesquero, la producción de conservas de pescados ocupó un rol central en el progreso económico del barrio Puerto. Hacia la década de 1920, solo las conservas se podían distribuir en el interior del país ya que la tecnología de la época impedía el traslado de pescado fresco. Entre 1930 y 1940 se produjo un auge de la actividad conservera que provocó la instalación de saladeros y fábricas y la modificación definitiva de la zona. Esto estuvo favorecido por el contexto de la crisis internacional de 1930 y fue beneficiado por el aumento del gravamen de aduanas a la importación de pescado en 1931, donde el Estado nacional asumió un rol más intervencionista en el marco del proceso de “sustitución de importaciones” que fortaleció a este rubro industrial25. La dificultad de abastecimiento de estos productos, que hasta ese entonces se importaban de España, Italia o Portugal, generó la instalación de saladeros y conserveras locales. Esto llevó a la industrialización de la producción pesquera, con la multiplicación de fábricas, la incorporación de tecnología y la integración de las actividades vinculadas26. Esta industria se transformó aceleradamente y sus cambios se reflejaron en el espacio urbano. La ubicación de las primeras conserveras estimuló la construcción de vías de comunicación e instalaciones y demandó mayor mano de obra, lo que generó un aumento significativo de la población y el crecimiento paulatino de este sector aledaño al puerto.

Entre las principales especies extraídas e industrializadas, la anchoíta o engraulis anchoíta tiene un significado especial ya que transformó al puerto de Mar del Plata, donde se pescaba el mayor volumen de esta especie, convirtiéndose en uno de los recursos industriales de mayor importancia entre los años 1930 y 196027. En la Argentina, la anchoíta fue –y es– utilizada en la conserva, para elaborar las denominadas “sardinas argentinas” y en el salado, para elaborar “filetes de anchoítas”.

Las primeras tareas de conservación de pescado fueron ejecutadas por las esposas e hijos de los pescadores que “artesanalmente” en sus viviendas realizaban el proceso del salado de la anchoíta, mientras los hombres salían a pescar. También los italianos fueron quienes trajeron esta tradición desde su tierra natal. En esa primera etapa destaca la precariedad de las instalaciones dedicadas a la salazón, generalmente construcciones de madera y chapa que oficiaban como espacios de trabajo, depósitos y viviendas.

Los inicios de los procesos industriales se remontan a 1919 cuando se instala en la banquina del puerto “La Marplatense”, de la firma Galo Llorente e hijos. Pionera en este rubro, aparentemente, sus conexiones políticas permitieron su construcción en terrenos fiscales de inmejorable ubicación. Uno de los hijos de Galo Llorente viajó a Estados Unidos y a España para el estudio de los procesos de la conserva y la forma de capacitar al personal. Posteriormente, implementó la experiencia adquirida en su fábrica y fue modelo para muchas otras28. A partir de 1930, con la expansión y el desarrollo de la actividad conservera, se instalan la mayoría de las fábricas que dieron empuje al puerto marplatense y donde hombres y mujeres encontraron una gran posibilidad laboral. Así, algunos de los saladeros iniciales se transformaron en fábricas de conserva: Panebianco, Cascabel, La Campagnola, Giacomo S.A., Pulgar Hnos., Macchiavello y Cia., Mares del Sud, Marbella, Taboas y La Molfeta, son algunas de las grandes empresas que se destacaron a mediados del siglo XX29.

Muchos de los galpones ubicados en las casas continuaron funcionando en instalaciones construidas para tal fin y comenzó una etapa de crecimiento y diversificación de la actividad. La industria se transformó aceleradamente expandiéndose al mercado interno y externo. El crecimiento se manifestó en el número de establecimientos y en el número de lanchas costeras, la demanda de operarios y las toneladas de materia prima extraída.

Hacia 1945, Mar del Plata ya es el primer centro pesquero del país por la cantidad de embarcaciones que en forma permanente o transitoria hallaban en su puerto su principal centro de actividades, por el volumen total y calidad del pescado desembarcado, por la cantidad y calidad de sus fábricas de conservas, y “por las ilimitadas posibilidades que ofrece allí el desarrollo de su industria”30.

Sobre mediados de la década de 1960 la producción conservera comenzó a ser sobrepasada por la producción de frescos y congelados, lo que implicó un cambio significativo en el proceso productivo tanto en tierra como en mar. Las tradicionales lanchitas amarillas, utilizadas para la pesca de este recurso, fueron superadas por los buques de altura; la anchoíta fue reemplazada por la merluza y se modificó la estructura fabril junto con el proceso de trabajo. La industria de enfriamiento y congelado y las plantas de fileteado de merluza superaron a los establecimientos conserveros. De esta manera, el pescado fresco reemplazó al pescado en conserva y toda la organización del trabajo en el interior de las fábricas transitó por una profunda transformación31.

Los puertos de la Patagonia adquirieron mayor importancia y la progresiva sustitución de la pesca costera por la de altura, con la incorporación del frío intensivo a bordo de las embarcaciones, implicó una pérdida del control de la extracción por parte de los pescadores locales. Hacia 1990, en relación con las políticas neoliberales implementadas, se concentró la producción en grandes empresas extranjeras con el consecuente cierre de muchos establecimientos de pequeña y mediana escala.

Los cambios productivos y las distintas crisis acontecidas en la actividad portuaria y conservera provocaron el cierre de muchos de los establecimientos pioneros. Solo algunos de ellos sobrevivieron con altibajos.

En este escenario de cambios, el barrio Puerto conservó componentes que ameritan una especial atención. Es el caso de algunos edificios singulares y bienes industriales que signaron su evolución, junto con características étnicas y culturales diferenciales. Así, la industria conservera portuaria marplatense todavía se destaca por su relevante rol en la conformación barrial y el paisaje urbano-industrial. Estos elementos fabriles presentan rasgos tipológicos similares en sus resoluciones formales, funcionales y tecnológicas, con una alta significación para la memoria colectiva ligada al auge de los procesos de trabajo del sector. Asimismo, en esta misma valoración, resultan de interés las casillas de madera y chapa, cuya tipología pervive y fue característica del habitar pesquero de la primera mitad del siglo XX, donde se inició la actividad de la conserva en forma artesanal.

A partir de la investigación histórica y los valores patrimoniales identificados, se realizó un reconocimiento in situ del legado conservero dentro del área barrial. Del cruce de los bienes identificados, se delimitó un sector urbano histórico donde se inscribe la mayor concentración de industrias conserveras y saladeros, sumado a ejemplos de casillas de madera y chapa supervivientes y edificios singulares que ayudan a contextualizar estos bienes no reconocidos (Fig. 4).

En el apartado siguiente se aborda el análisis específico de las características simbólico-sociales ligadas a la industria conservera, a fin de establecer oportunidades y problemas como sustentos para delinear estrategias para su preservación.

4. Acervos ligados al patrimonio industrial conservero

4. 1. Los saberes de la pesca

Durante el periodo de esplendor de la industria conservera, la pesca quedó subordinada a la demanda de estos establecimientos. Por ello, resulta de importancia explicar algunos aspectos vinculados a la captura de la especie principal: la anchoíta. En esta actividad convergen embarcaciones y artes de pesca, muchas de ellas trasladadas por los inmigrantes y adaptadas a las condiciones locales.

En Mar del Plata, la pesca marítima tuvo su punto de inflexión en la década de 1940; hasta esos años había tenido escaso desarrollo32. Este proceso fue impulsado por el progreso técnico de la industria conservera y por la demanda creciente de pescado que no solo provocó el incremento de la flota costera sino también de los astilleros locales. Esta relación dependiente, hizo que cualquier conflicto en alguno de los engranajes del sector afectara a la totalidad del sistema.

Las embarcaciones, en términos del radio de acción y de autonomía, se agrupan en embarcaciones “costeras” y embarcaciones “de altura”. Las primeras, navegan a no más de 12 millas paralelas a la costa y por ser las más pequeñas están obligadas a llevar el “color amarillo”, que es el que mejor se visibiliza en el mar; mientras que las segundas, operan pasado ese límite y llevan el “color rojo”33. El tipo de flota costera que es conocida genéricamente como “lanchas amarillas”, tenía –y tiene– base en la dársena de pescadores del puerto y formaba –y forma– parte de la postal marplatense (Fig. 5).

Esta flota tuvo su desarrollo a partir de 1940, en un proceso creciente hasta fines de la década de 1960, para luego paralizar su crecimiento. Está compuesta por embarcaciones pequeñas y de autonomía limitada que explotan una gran variedad de especies utilizando múltiples instrumentos y artes de pesca y realizan operaciones con sistemas manuales o parcialmente mecanizados34. La organización empresarial fue –y es– de tipo familiar y la tripulación se remuneraba a la parte:

“El propietario de la lancha empleaba a sus familiares para completar la tripulación y las ganancias eran repartidas según un elaborado sistema de ´partes´ mediante la cual y según su grado de participación cada uno recibía su ganancia. Este acto consistía en una verdadera ceremonia que se realizaba generalmente en la casa del ´patrón´ de la lancha. A ella iban llegando los tripulantes y todos se sentaban a la mesa. Los que saben escribir, llevan anotado en sus libretas particulares, las entradas de todo el mes y, mientras otros recuentan el dinero, van haciendo cotejos para ver si hay alguna venta sin cobrar todavía. Cuando todo está completamente exacto, quitan los gastos de combustible, de carnada, de peones, etc. y lo que queda se lo reparten a tanto cada uno35.

Mateo explica la importancia de estas tradicionales lanchitas que, a pesar de su pequeño tamaño y potencia y su bajo nivel tecnológico, fue la flota más numerosa en ese periodo de expansión. Agrega que tenían una fuerte dependencia del clima y requerían de un gran conocimiento de sus tripulantes que utilizaban artes de pesca mayormente “artesanales” y “formaban un grupo de referencia bien definido, en lo social, en lo étnico y en lo profesional” con tripulaciones pequeñas organizadas generalmente “sobre la base de vínculos de parentesco”36.

Estas embarcaciones abastecían las demandas de pescado de las fábricas con una gran diversidad de peces según la temporada. En relación, existía variedad de instrumentos según la especie a capturar. Para la anchoíta, se utilizaba una red de cerco que se denominaba lampadara o lampara, que fue de construcción especial y de origen italiano. Esta red se cierra por el peso de las capturas, lo que impide que se escape, y en la temporada alta muchas veces el trabajo se realizaba en yunta –en pareja–, facilitando su extracción. Para su confección, se utilizaban fibras naturales que debían ser teñidas periódicamente, mantenidas en condiciones de uso y reparadas en los sectores deteriorados, tejiéndose nuevamente. Esta tarea la realizaban los mismos pescadores; uno de ellos cuenta:

“La lampara es una técnica que requiere mucha pericia. Se trata de rodear el cardumen con una red larga y profunda para que, de esta manera, se pueda cerrar el paño por su parte inferior dejando el cardumen dentro de la semiesfera de paño. La maniobra con este tipo de arte se realiza colocando sebo en una determinada zona que se marca con una boya, la que servirá de referencia en el momento de iniciar la maniobra del cercado […] Nuestros abuelos poseían el don del conocimiento atesorado por la tradición, hacían su trabajo casi sin elementos técnicos de apoyo, todo era muy artesanal. Hoy tenemos recursos, la sonda por ejemplo, te permite localizar el cardumen pero, de todos modos, necesitas tener mucha pericia y coraje, tenés que saber mover la embarcación siguiendo el desplazamiento de los peces en el agua; tenés que saber dónde y cuándo arrojar la red porque el cardumen se mueve a tal velocidad que cuando te das cuenta ya pasaron la red”37 (Fig. 6).

Así, los saberes de la pesca, adquiridos mediante la experiencia y transmitidos familiarmente, se fundamentaban en la interpretación de un conjunto de datos de la naturaleza. El pescador, además de dirigirse a los lugares donde habitualmente se encontraban los bancos de peces, se guiaba por las manchas o la luminiscencia en el agua, las formas de las nubes, los cambios del viento, los olores del aire marino, la presencia de gaviotas o los hábitos migratorios de las especies, que eran indicadores para largar las redes, cambiar de lugar o volver a puerto38. En cuanto a los procedimientos, Mateo sintetiza:

“Como instrumentos de navegación para localizar los caladeros se utilizaban dos coordenadas: rumbo y tiempo; es decir, fijaban el rumbo con la conjunción de dos ´cadentes´ (puntos fijos en tierra, por ejemplo una iglesia y otro edificio conocido), un compás o brújula, y calculaban el tiempo de navegación. Para retornar a puerto cuando la visibilidad se había reducido por bruma o por haberse alejado demasiado de la costa se utilizaba o la luz del faro de Punta Mogotes, o el silbato del ferrocarril, o cuando se popularizó el receptor a transistores –la popular ´espica´– se orientaba hacia la mejor modulación de las emisoras comerciales locales. Para evitar colisiones contaban con una bocina a manivela o megáfono de hojalata para anunciarse”39.

De esta manera, los diversos elementos de la cultura material, como las embarcaciones y los instrumentos vinculados a las artes pesqueras, adquieren sentido a partir de un conjunto de prácticas que conllevan “saberes y tradiciones” traídas de la tierra natal, adaptadas a las nuevas circunstancias y transmitidas de generación en generación.

Hacia fines de la década de 1960 comienza un lento pero sostenido declive de la pesca costera evidenciado en una paulatina reducción de esta flota, que además es superada por la flota de altura40. En el período de esplendor llegaron a operar más de 200 lanchas amarillas, hoy quedan muy pocas en actividad que subsisten con muchas dificultades. El principal problema reside en que las especies capturadas tradicionalmente ya no se aproximan a la costa y, en la actualidad, son pescadas por barcos de altura mar adentro; además, las que se desarrollaban con abundancia en el entorno portuario han sido sobreexplotadas41. Los barcos de altura, asimismo, trabajan con redes de arrastre, en toneladas, y en ese proceso se ve afectada la calidad de la pesca. Es importante mencionar que en 2008 la pesca costera de las lanchitas fue declarada de interés patrimonial por su valor cultural y turístico a través de la Ordenanza municipal N° 2094.

4. 2. Los saberes de la conserva

Las relaciones familiares también marcaron los vínculos en la producción de salazones y conservas. En sus tareas asociadas trabajaban los miembros de la familia nuclear y los de la familia extensa –paesanos–, con técnicas que perduraron en el tiempo, prolongándose hasta la actualidad.

Con el progresar de la empresa, se incorporaron operarios y empleados en la diversidad de actividades, a través de “métodos organizativos inspirados en el funcionamiento de la familia ampliada”, dentro de los cuales se mantenía el liderazgo del padre, los hijos se ocupaban de la labor administrativa y comercial y así, se abogaba por “imponer ciertos valores de la cultura del trabajo y la preservación del patrimonio familiar”42.

En los inicios de la actividad del salado, el jefe de familia acompañado por sus hijos mayores se dedicaba a la pesca artesanal y la mujer y los hijos que quedaban en tierra realizaban la salazón familiar en galpones en los fondos de las casas. En temporada participaban todos, inclusive la familia extensa: “Eran de la misma familia... los mismos familiares con los parientes. Por eso se hacía un trabajo completamente distinto […]. En el caso mío trabajaba mi hermana, trabajaba mi mamá, trabajaba mi señora, trabajaba yo, trabajaba mi padre. Después trabajaban algunas tías o alguna vecina, pero siempre eran italianos”43 (Fig. 7).

El proceso de elaboración de la anchoíta salada se realizaba –y realiza- mayormente de forma artesanal, utilizando un mínimo de equipamiento. Constaba –y consta– de dos etapas básicas: el salado, con el que se busca la “penetración de sal”, y la maduración o curado, donde “se desarrolla el gusto, color y aroma característicos”44. Las etapas de este proceso pueden variar en función del producto final en relación a su destino. Los entrevistados cuentan cómo se desarrollaba; una vez que el pescado arribaba al saladero, se descabezaba y evisceraba, se dejaba en salmuera de un día para el otro, se acondicionaba para la maduración y luego de un período, se fileteaba y se envasaba:

“Se traía el pescado, las lanchitas en esa época lo traían, se ponían en camiones que estaban revestidos en aluminio, porque eran cajones de madera […]. Se tiraba sobre una mesa, se le ponía sal, se le sacaba la cabeza con la tripa y se llevaba a salar de un día para el otro […]. Después recién se ponía en barriles grandes, en bordalesas y ahí empezaba la maduración. Después en febrero se sacaba esa anchoíta, se hacía filete y se mandaba en bordalesas o barrilitos a Buenos Aires, o latas, depende de lo que tenía en ese momento el saladero”45.

La maduración, oscila entre 6 meses a 2 años en función de la composición química de la materia prima y de acuerdo a la experiencia de cada elaborador. La elaboración del producto combinaba en el proceso una serie de “secretos” que se aprecian en los diversos testimonios. En este sentido, algunas anécdotas sobre los métodos de elaboración, mezclan los saberes familiares con el proceso industrial: “En el saladero se tenía que medir la salinidad de la salmuera, y se tenía el termómetro, el antiguo termómetro como si fuera el de familia, con mercurio. A veces se rompía, entonces para saber si la salinidad era buena, se ponía una papa, si flotaba estaba bueno el salitre, hasta comprar otro termómetro”46.

Asimismo, las técnicas específicas en cada caso, variaban según las experiencias personales:

“Mi papá hacía desangrar el pescado, de salado, porque decía, […] desangrando absorbía más rápido la salmuera que originaba la sal después. El proceso es el mismo, para todos igual después, lo único que claro, mi papá sabía perfectamente cuándo tenía que sacar la mercadería. Lo que pasa que la artesanía que tenía la fábrica que era de mi papá era muy buena, extraordinariamente buena”47.

Ante la pregunta de cuánto se maduraba la anchoíta salada, la respuesta unánime es “según”. Las condiciones del pescado en cuanto al tamaño y composición de grasa variaban, sumado a las condiciones del ambiente donde se dejaba para su maceración, que podía acelerar o disminuir el proceso. Los productores ya estaban entrenados para saber cuándo “estaba listo” el producto, en virtud del color, el olor o el sabor. Así, la experiencia y los secretos transmitidos en el seno familiar cobraban suma importancia.

En paralelo, la actividad conservera empezó a tomar auge hacia mediados de la década de 1940, y muchos de los iniciales saladeros la incorporaron: “En el año 1945 mi papá inauguró lo que era la fábrica […]. Primero tenía solamente saladero. Después fue agrandando”48. “Se empezó con un lugar chico que se le iba agregando anexos a medida que crecía la empresa”49. Así, el proceso de generación de las industrias quedaba estrechamente vinculado a las etapas del proceso productivo y al progreso que desarrollaba la empresa a lo largo de los años. Algunos galpones de pequeña escala continuaron así, otros, crecieron por agregación sumando paulatinamente lotes adyacentes para transformarse en importantes fábricas. En algunos casos, surgieron grandes espacios de manzana construidos desde los inicios según tipologías fabriles.

En ese período se destaca como conserva enlatada la producción de sardinas argentinas cuyo proceso constaba –y consta– de los siguientes pasos; descabezado y eviscerado, desangrado y salado, cocción –en parrilla o en el envase– y envasado:

“Venía el pescado en cajones […] cajones de madera muy pesados, sinceramente tratar de volcar el pescado en las mesas y todo… la anchoíta era muy gelatinosa […]. Mi papá, después de descabezarla, la ponía en salmuera […]. Esa salmuera desangraba la anchoíta y después absorbía ella misma la sal que necesitaba […]. La calidad de la anchoíta grande o chica, o con grasa y o sin grasa, le daba los minutos que correspondía dentro de la salmuera para poder sacarlas y poder emparrillarla en unas parrillas especiales que había. Al principio eran de madera, después eran de alambre. Se colocaba la anchoíta bien colocadita y se mandaba a cocción. La cocción de esta sardina podía ser más o menos 12’/15’ como mucho, como una exageración”50.

Una vez cocido el pescado, se oreaba, se colocaba en el envase –en el caso de cocción en parrilla–, se agregaba el líquido de cobertura y se cerraban las latas:

“Se sacaba y se hacía orear. Orear era enfriarlas. Porque si vos tomabas una anchoíta para ponerla adentro de la lata, porque se hacía todo manualmente, se rompía. Entonces había que hacerla enfriar. Se enfriaba, o se oreaba, y luego se pasaba a la mesa para que las chicas envasaran en las latas. Antes se ponían en bastidores grandes de madera o de alambre. Después se hizo una cinta en el medio, porque se trabajaba de las dos partes, la mesa era ancha y las chicas trabajaban una enfrente de otra. Eso iba a una mesa, al principio estoy hablando, a una mesa acomodada para poder echarle el aceite con jarra […]. Después se hizo una cinta en el medio que transportaba latas vacías, por un lado, y por otro, las latas llenas que iba directamente a la máquina remachadora, que es la que ponía la tapa”51 (Fig. 8).

Finalmente, se esterilizaban en autoclaves:

“Luego de terminado de cerrar y todo eso, se lava. Antes lo lavábamos a mano, después se hicieron lavadoras, máquinas lavadoras de lata. Se colocaba en carros especiales todos con alambre alrededor, porque si le poníamos hierro se podía machucar la lata, porque la lata es liviana, entonces no quedaba bien. Se llevaba ese carro a la autoclave. Autoclaves son compartimientos de metal grueso que aguante la presión y el calor. Se ponía dentro de las autoclaves, se cerraba la puerta de las autoclaves, se le daba calor y presión para esterilizarlo. Esa esterilización tardaba más o menos 1h. 40’. Luego se retiraba y se ponía, nosotros eh, eso lo hacíamos nosotros, bajo lluvia de agua fría porque […] si yo la dejo caliente se va a quemar el aceite, por la lluvia aflojaba la temperatura y quedaba inerte”52.

Las latas tenían –y tienen– un formato rectangular especial para que la sardina quepa y no se rompa y para el buen desarrollo de las máquinas cerradoras. En aquellos momentos, los industriales compraban las latas en Centera S.A.; fue la más importante a escala nacional, pertenecía al grupo Bunge y Born y proveía de envases a la mayoría de los fabricantes conserveros marplatenses. Asimismo, las máquinas cerradoras se compraban en la fábrica local Orengia y Conforti, que continúa en funcionamiento hasta la actualidad. El producto final se envasaba en aceite de girasol, aceite de oliva, salsa de tomate y otras salsas que se realizaban en las mismas empresas (Fig. 9).

Por último, vinculado al producto final, existe un conjunto de publicidades en distintos medios gráficos muy interesantes para explorar. Si bien los saladeros y conserveras de pequeña-mediana escala se manejaban con las ventas en la banquina y el “boca a boca”, empresas más importantes como La Marplatense o La Campagnola desarrollaron publicidades a escala nacional. En ellas, se puede observar la figura de la mujer como protagonista de la venta del producto. La “bañista” de La Marplatense fue característica de su publicidad y, posteriormente, la imagen del ama de casa. También la figura de una “campesina” –campagnola en italiano– fue la Fuente de inspiración del nombre de la marca. Asimismo, esta empresa desarrollaba –y lo sigue haciendo– sardinas argentinas, comercializadas con la marca Nereida, y otras líneas de conservas de pescado, cuyas publicidades se asocian a la figura del pescador y sus enseres tradicionales (Fig. 10).

Actualmente, son pocas las conserveras que continuaron con esta actividad “familiarmente”; las circunstancias económicas llevaron a que muchas de ellas quebraran o se vendieran. Así, han cambiado de dueños o han conformado sociedades con otros grupos. En los procesos industriales, las transformaciones han provocado que muchas de las historias y anécdotas vinculadas a las fábricas desaparezcan; sin embargo, aún quedan trabajadores y empresarios de aquella época. Por ejemplo, uno de los entrevistados, ya retirado de la actividad de su saladero, con 83 años, ha sido convocado por la actual firma Marechiare para capacitar a sus empleados en la elaboración de la anchoíta mediante su “secreto familiar”.

Desde los saberes vinculados a los saladeros familiares hasta la producción fabril de la conserva, se puede observar la conjunción de distintos componentes inmateriales del legado industrial. Las relaciones familiares italianas fueron dominantes en el proceso de formación y crecimiento de estos espacios y los secretos vinculados a la elaboración de los productos fueron una constante. Por último, el sacrificio de hombres y mujeres y la cultura del trabajo, fueron relevantes propulsores del desarrollo económico del puerto marplatense.

5. Oportunidades, problemas y estrategias de acción hacia la difusión

A partir del análisis de los distintos componentes simbólico-sociales desde una reflexión pasada-presente, resulta posible establecer una síntesis de las oportunidades y los problemas vinculados para repensar estrategias de preservación.

Oportunidades:

Los procedimientos de la pesca de la anchoíta se han sostenido en el tiempo, con gran relevancia de los saberes adquiridos a través de la experiencia, modificándose los instrumentos del barco para mejorar la seguridad –como radares, transistores, etc.–, junto con los materiales de las redes. En 2008, la pesca costera de las “lanchas amarillas” fue declarada de interés patrimonial por su valor cultural y turístico.

Muchas de las técnicas y los secretos de la conserva aún se mantienen en el seno familiar de los descendientes que trabajaban originalmente, como lo expresan los distintos protagonistas entrevistados. En paralelo, subsisten trabajadores y empresarios que relatan y guardan material que permite reconstruir el pasado.

El Museo del Puerto posee exposiciones e inventarios sobre los diversos instrumentos de pesca y custodia algunos elementos vinculados a la actividad conservera. Asimismo, posee un archivo oral relacionado.

Problemas:

La depredación de la anchoíta en el marco de nuevas tecnologías, constituye una amenaza para la continuidad de las prácticas pesqueras tradicionales.

El cierre de una gran cantidad de empresas ha constituido una pérdida importante y pocas industrias han continuado con esta actividad “familiarmente”.

Pese a la importancia que ha tenido la industria de la conserva para el puerto local, no existen propuestas que difundan sus valores simbólicos asociados ni protecciones materiales o inmateriales específicas.

Sobre la base del análisis desarrollado, se propone el despliegue de lineamientos de acción para catalizar la preservación deseada desde la concepción de la planificación estratégica53. Las estrategias planteadas se orientan desde una visión integral a partir de aspectos materiales e inmateriales en relación, y se centran en el aprovechamiento de las oportunidades que este patrimonio ofrece para el barrio portuario y para la ciudad, en estrecha relación con la conversión de las negatividades reconocidas.

Por ello y dentro de los aspectos simbólico-sociales analizados, el eje difusión se comprende como el campo de acción inicial, clave, a ser implementado a corto plazo. La difusión, cuya misión es establecer el vínculo entre el patrimonio y la sociedad, entre el conocimiento y el “reconocimiento”54, incluye actividades para divulgar su valor, concientizar sobre su fragilidad e interesar por su preservación55.

Desde esta perspectiva, se propone como objetivo principal conocer y transmitir los valores materiales e inmateriales de este legado como principio para su valoración y reconocimiento, involucrando a la comunidad residente y originaria en el proceso. Así, esta estrategia se desglosa sintéticamente en tres líneas de acción:

Conocimiento e investigación, cuyo propósito es desarrollar un corpus documental que registre el acervo conservero e impulse estudios específicos.

Transmisión, cuyo propósito consiste en difundir información y organizar actividades para dar a conocer los valores y las potencialidades de los bienes.

Participación ciudadana, donde se planea involucrar a la comunidad residente en las construcciones de los saberes locales y sus valores.

Por último, para cada línea de acción se especifican objetivos y acciones particulares a realizar junto a los actores involucrados. Asimismo, para cada una de las acciones se estiman los plazos temporales (corto, mediano o largo) y las características56: (Tabla 1)

La difusión del legado industrial portuario a partir de sus aspectos materiales e inmateriales en relación constituirá, así, el soporte fundamental para contribuir al conocimiento específico del hábitat y el habitar conservero marplatense. Esta acción, posteriormente, posibilitará la dinamización y puesta en valor de este legado, mediante lineamientos apropiados con plazos disímiles según cada objetivo asociado.

6. Notas finales

En el marco de una reciente ampliación de la concepción patrimonial, el legado industrial cobra cada vez más relevancia. Sin embargo, sus características especiales y la diversidad de manifestaciones y situaciones, ha llevado a retrasar la toma de decisiones concretas para su preservación. Dentro del territorio nacional, con un amplio borde costero donde se ha desarrollado la actividad portuaria, son escasas las contribuciones y experiencias en ese sentido.

En la particularidad de la ciudad de Mar del Plata, perviven testimonios del habitar referidos a un momento singular de su historia portuaria, expresión del período de su auge económico y productivo. Testimonios que, por su carácter vivo, manifiestan la memoria e identidad de la comunidad y, en particular, de los procesos de trabajo y de las relaciones familiares de este sector obrero. Así, la diversidad de escalas fabriles destinadas a la conserva de pescados junto a las formas de vivir el barrio y los procesos socioculturales que lo continúan caracterizando, comprenden un abanico de recursos patrimoniales latentes.

De esta manera, el acercamiento realizado a la esfera simbólico-social, resulta un aporte sustancial para revelar aspectos identitarios en relación con un entorno urbano significativo y una comunidad portuaria singular. Los análisis y las propuestas desarrolladas para su conocimiento constituyen un paso inicial clave y necesario para su difusión. En relación, la forma de abordar este tipo de patrimonio industrial conservero y los posibles lineamientos planteados, se vislumbran como un aporte a ser continuado y, en paralelo, proponen iluminar nuevas investigaciones temáticas en otros contextos con problemas similares.

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1 WAISMAN, Marina, “Patrimonio arquitectónico y urbano”, en El interior de la Historia, Bogotá, Escala, 1993, pp. 127-134.

2 El término “arqueología industrial” surge en Inglaterra en 1955 en un artículo publicado por Michael Rix de la Universidad de Birmingham. Es una de las ramas más recientes de la arqueología que estudia “toda evidencia, material o inmaterial, de documentos, artefactos, estratigrafías y estructuras, asentamientos humanos y terrenos naturales y urbanos, creados por procesos industriales o para ellos”; Carta de Nizhny Tagil, artículo 2, 2003.

3 BIEL IBÁÑEZ, María Pilar, “Una aproximación a la arquitectura industrial de Aragón”, Artigrama, 14 (1999), pp. 19-47; TARTARINI, Jorge, “Industrias, estaciones, puentes y mercados. Los espacios de la memoria del trabajo”, en ARIAS INCOLLA, Nani (comp.), Patrimonio Argentino: Industrias, estaciones, puentes y mercados, Buenos Aires, Clarín, 2012, Tomo 9, pp. 8-15.

4 Carta de Nizhny Tagil, artículo 2, 2003.

5 Los Principios de Dublín, para la conservación de sitios, construcciones, áreas y paisajes del patrimonio industrial, preámbulo, 2011.

6 TARTARINI, Jorge, “Industrias, estaciones, puentes y mercados. Los espacios de la memoria del trabajo”, en ARIAS INCOLLA, Nani (comp.), Patrimonio Argentino: Industrias, estaciones, puentes y mercados, Buenos Aires, Clarín, 2012, Tomo 9, pp. 9 y 10.

7 ÁLVAREZ ARECES, Miguel Ángel, Patrimonio industrial. Un futuro para el pasado desde la visión europea, Apuntes. Revista de estudios sobre patrimonio cultural, 21 (2008), pp. 6-25; HERNÁNDEZ RAMÍREZ, Javier, “Los valores del patrimonio industrial”, en Actas de las VI Jornadas de Patrimonio histórico Cultural de la Provincia de Sevilla, España, Diputación de Sevilla, 2011, pp. 95-104.

8 FLORIDO DEL CORRAL, David, “Hacia una patrimonialización de la cultura pesquera en Andalucía”, PH: Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Especial Monográfico: Patrimonio pesquero, 44 (2003), pp. 30-33; ESCUDERO DOMÍNGUEZ, Luis Javier, “Historias, recuerdos y vivencias. Evolución del sector conservero vasco a través de las fuentes orales: los Güenaga de Ondarroa”, Itsas memoria: revista de estudios marítimos del País Vasco6 (2009), pp. 479-498.

9 CÁCERES, Rafael, “Industria conservera, pesca y patrimonio”, PH: Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Especial Monográfico: Patrimonio pesquero, 44 (2003), pp. 44-46; CÁCERES, Rafael, “¿Fábricas o molinos? Reflexión sobre la destrucción del patrimonio pesquero-conservero de la localidad de Ayamonte” en ARANDA BERNAL, Ana María (coord.), Arquitectura vernácula en el mundo ibérico. Actas del congreso internacional sobre arquitectura vernácula, Sevilla: Universidad Pablo de Olavide, 2019, pp. 429-434; CARMONA BADÍA, Xoán (dir. y coord.), Las familias de la conserva. El sector de las conservas de pescados a través de sus sagas familiares, Diputación de Pontevedra, 2011; MUÑOZ ABEDELO, Luisa, “Relaciones de trabajo en el sector de conservas de pescado: conflicto y negociación, 1880-1936”, Revista de Estudios Marítimos y Sociales, 1 (2008), pp. 13-22; RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, Manuel Ramón (coord.), Las conservas de pescado en Asturias, catálogo de una exposición que se ha celebrado en Candás, Asturias, Ayuntamiento de Carreño, 1990.

10 En la comunidad autónoma de Galicia destacan: el Museo del Mar –Vigo–, el Museo Anfaco de la Industria Conservera –Vigo– (organizado por fabricantes de conservas de esta región), el Museo de la Pesca y la Salazón –San Vicente de O Grove– (en una antigua fábrica de conservas y salazón), el Museo Massó –Bueu– (en la antigua fábrica de conservas Massó Hnos. de 1883) y el Centro de Interpretación de las Conservas y la Salazón –Illa de Arousa– (en la antigua fábrica de conservas de Juan Goday Guel de 1843). Asimismo, las propuestas del Museo de la Pesca –Palamós, España– y del Museo de Portimão –Portugal.

11 MAZZA, Carlos (ed.), La ciudad de Papel. Análisis Histórico de Normativas y Planes Urbanos para la ciudad de Mar del Plata, 1885-1975, Mar del Plata, FAUD-UNMdP, 1997, p. 19; CACOPARDO, Fernando, La modernidad en una ciudad mutante. Vivienda, sociedad y territorio en la primera mitad del siglo XX, Mar del Plata, FAUD-UNMdP, 2003, pp. 141-146.

12 MOLINARI, Irene, Género y trabajo: el caso de las trabajadoras de la industria, los servicios y el comercio en Mar del Plata, 1940/1970 (Tesis de la Maestría), Mar del Plata, Facultad de Humanidades-UNMdP, 1999, p. 36.

13 Entre 1895 y 1914 se suscitó un importante arribo de extranjeros favorecido por la llegada del Ferrocarril en 1886, y entre 1938 y 1947, se produjo una segunda oleada inmigratoria, interna y externa, que coincidió con la pavimentación de la Ruta Nº 2 en 1938, que unía la ciudad con la Capital Federal.

14 FAVERO, Bettina, La última inmigración. Italianos en Mar del Plata (1945-1960), Buenos Aires, Imago Mundi, 2013, p. 21.

15 A partir de un análisis exhaustivo de diversas fuentes, la autora caracteriza al barrio Puerto como “enclave étnico” porque considera que “el caso de los sicilianos y de los napolitanos en el barrio del Puerto se asemeja al de Estados Unidos, especialmente al de la ciudad de Nueva York, en la que predominaron las little Italies que eran agrupamientos en manzanas de italianos según sus provincias o sus pueblos de origen en las que sus habitantes se aferraban tenazmente a los valores y costumbres del paese. FAVERO, Bettina, La última inmigración…, p. 153.

16 PORTELA, Gerardo, El puerto marplatense: desarrollo y conflictos Mutaciones urbanísticas y demográficas en el Puerto de Mar del Plata (1920-1950). Sociabilidad y religión en la transformación urbana del barrio del Puerto. Instituciones y prácticas, (Tesis de Maestría), Mar del Plata, Facultad de Humanidades-UNMdP, 2016, p. 43.

17 Entrevista realizada a PENNISI, Mario (antiguo conservero), 4/10/2020.

18 Entrevista realizada a MUSMECI, Ángel, en Archivo de la Palabra y la Imagen, 1/9/2000.

19 MATEO, José, “El arte de vivir con fe. Pesca, religión y religiosidad en el puerto de Mar del Plata (1920-1950)”, en N. Álvarez, C. Rustoyburu y G. Zuppa (comp.), Pasado y presente de la Mar del Plata social, Mar del Plata, EUDEM, 2005, pp. 171-183.

20 Según la Parroquia Sagrada Familia (1939). 50º Aniversario, 1939-1989. Mar del Plata: p. 79, el calendario incluye 14 festividades portuarias: Enero: San Salvador, Patrono de los Pescadores / Febrero: 14: San Antonio, abate, Patrono de Sorrento / Marzo: 5: San Giovanni Giusseppe della Croce, Patrono de Ischia / Abril: 23: San Giorgio, martire, Patrono del Testaccio (Ischia) / Mayo: 14: San Constanzo, Obispo, Patrono de la Isla de Capri / Junio: 13: San Antonio de Padua y 24: San Juan Bautista, Patrono de Aci-Trezza (Sicilia) / Julio: 26: Sant´Anna, Patrona de Marina Grande (Sorrento) / Agosto: 15: Sta. María de la Lobra, Patrona de Massalubrense / 16: San Roque, Patrono de Barrano de Ischia y 24: San Bartolomé, Patrono de Lipari (Sicilia) / Setiembre: 8: Madonna de Monteregino, Patrona dello Schiappone (Ischia) / 26: Santos Cosme y Damián, Patronos de Bitonto (Puglia).

21 Patrón de Ischia –Campania–, realizada desde 1924.

22 Patrona de Acireale –Sicilia–, realizada desde 1958.

23 CASTRO, Martín, “La iglesia católica y la religiosidad popular de los italianos del Mezzogiorno en el puerto de Mar del Plata entre las décadas de 1920 y 1940”, Estudios Migratorios Latinoamericanos, 34 (1996), pp. 569-591.

24 Inspirada en la célebre gruta francesa del mismo nombre, contiene una escultura de la virgen realizada por Raimundo Carteruccia, el mismo escultor que realiza la de San Salvador en la Iglesia Sagrada Familia. Un lugar de devoción que trasciende al barrio, ya que es visitada por centenares de devotos y turistas, con preferencia a los días previos al 11 de febrero, fiesta de la Virgen.

25 MOLINARI, Irene, Género y trabajo:…, p. 36.

26 ÁLVAREZ, Adriana y REYNOSO, Daniel, “Las actividades económicas”, en ALVAREZ, Adriana; DA ORDEN, Lilian; IRIGOIN, Alejandra; JOFRE, JorgeMATEO, José; MAZZANTI, Diana; y Mar del Plata, una historia urbana, Mar del Plata, Fundación Banco de Boston, 1991, pp. 67-92.

27 BERTOLOTTI, María y MANCA, Emilio, “Procesamiento y comercialización de la anchoíta (Engraulis anchoíta) del mar argentino”, Revista Investigación y Desarrollo Pesquero, 5 (1986), pp. 224-246.

28 MOLINARI, Irene, Género y trabajo:…, p. 35.

29 MATEO, José, De espaldas al mar. La pesca en el Atlántico sur (siglos XIX y XX) (Tesis de Doctorado), Barcelona, Universitat Rompeu Fabra-Institut Universitari d’Història-Jaume Vicens i Vives, 2003, pp. 145-146.

30 PORTELA, Gerardo, El puerto marplatense: …, p. 41.

31 MATEO, José; NIETO, Agustín y COLOMBO, Guillermo, Precarización y fraude laboral en la industria pesquera marplatense. El caso de las cooperativas de fileteado de pescado. Estado actual de la situación y evolución histórica de la rama. 1989-2010 (Informe realizado para el Concurso Bicentenario de la Patria: Premio Juan Bialett Massé “El estado de la clase trabajadora en la Provincia de Buenos Aires”), 2010, p. 14-16.

32 MATEO, José, De espaldas al mar…, pp. 189-190.

33 MATEO, José, De espaldas al mar…, p. 192.

34 BERTOLOTTI, María Isabel; VERAZAY, Guillermo; ERRAZTI, Elizabeth; PAGANI, Andrea y BUONO, Juan, “Flota pesquera argentina. Evolución durante el período 1960-1998, con actualización al 2000”, en BERTOLOTTI, María Isabel; VERAZAY, Guillermo y AKSELMAN, Rut (eds.), El mar argentino y sus recursos pesqueros. Evolución de la flota pesquera, artes de pesca y dispositivos selectivos, Mar del Plata, INIDEP, 2001, pp. 9-54.

35 Disponible en la página del Museo del Puerto Cleto Ciocchini: https://www.museo_ciocchini.htm

36 MATEO, José, De espaldas al mar…, p. 197.

37 ZAPICO DE AIMALE, Marta, En busca de nuevas lecturas del patrimonio. Barrio Elisa Alvear de Bosch. El Puerto Mar del Plata (Tesis de la Maestría), Mar del Plata, Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño-UNMdP, 2005, p. 237.

38 MOLINARI, Juan Martín, Trabajo, patrimonio cultural e identidad en una ciudad de pescadores. Condiciones y medio ambiente de trabajo en las lanchas amarillas de Mar del Plata (Informe realizado para el Concurso Bicentenario de la Patria: Premio Juan Bialett Massé “El estado de la clase trabajadora en la Provincia de Buenos Aires”), 2011, pp. 31-32.

39 MATEO, José, De espaldas al mar…, p. 219.

40 BERTOLOTTI, María Isabel, “Flota pesquera argentina…”, p. 13.

41 En 2000 se promulga la Ley Provincial N° 12.501 que declara el estado de emergencia para el sector de la pesca artesanal marplatense, a partir de la escasez del recurso pesquero; MOLINARI, Juan Martín, Trabajo, patrimonio cultural e identidad …, p. 9.

42 PORTELA, Gerardo, El puerto marplatense: …, p. 48.

43 Entrevista realizada a MUSMECI, Ángel, en Archivo de la Palabra y la Imagen, 1/9/2000.

44 BERTOLOTTI, María y MANCA, Emilio, “Procesamiento y comercialización de la anchoíta…”, p. 230.

45 Entrevista realizada a SPOTO, Elvira María (antigua conservera), 4/10/2020.

46 Entrevista realizada a SPOTO, Elvira María, 4/10/2020.

47 Entrevista realizada a PENNISI, Mario, 4/10/2020.

48 Entrevista realizada a PENNISI, Mario, 4/10/2020.

49 Entrevista realizada a SPOTO, Elvira María, 4/10/2020.

50 Entrevista realizada a PENNISI, Mario, 4/10/2020.

51 Entrevista realizada a PENNISI, Mario, 4/10/2020.

52 Entrevista realizada a PENNISI, Mario, 4/10/2020.

53 Véase FERNÁNDEZ GÜELL, José Miguel, Planificación estratégica de ciudades. Nuevos instrumentos y procesos, Barcelona, Reverté, 2006.

54 GUGLIELMINO, Marcelo, “La difusión del patrimonio. Actualización y debate”, Erph_ revista electrónica de patrimonio histórico, 1 (2007), p. 5.

55 ZINGONI, José María, “Gestión del patrimonio arquitectónico y urbano”, en NOVACOVSKY, Alejandro y VIÑUALES, Graciela (eds.), Textos de cátedra de la Maestría en Gestión e Intervención en el Patrimonio Arquitectónico y Urbano, Mar del Plata, FAUD-UNMdP, 2003, Vol. 2, pp. 175-203.

56 Acciones catalizadoras, factibles de realizarse en corto plazo y con bajo presupuesto, son aquellas que impulsan y apoyan otras acciones. Acciones estratégicas, planificadas en un mediano-largo plazo y requieren mayor nivel de inversión, son aquellas cruciales para la revitalización. Acciones vinculadas, comparten medios para su desarrollo y se conciben en estrecha relación con otras acciones.

Fig. 1. Ubicación de Mar del Plata en relación a los principales puertos pesqueros del litoral marítimo argentino (Elaboración propia según información de la página web del Consejo Portuario Argentino, https://www.consejoportuario.com.ar/). A la derecha, postales y propagandas de Mar del Plata representativas de su dualidad turístico-pesquera: portada de la Revista del Ferrocarril Sud –1929–, publicidad de la Asociación Propaganda y Fomento de Mar del Plata –1940–, postal de la Dársena de Pescadores –1920– y postal del Puerto –1950– (Fuente: Fotos de Familia del Diario La Capital, https://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/)

Fig. 2. Plano catastral de Mar del Plata de 1936 –Intendencia de J. Camusso–; se marca el centro de la ciudad, el puerto y su barrio aledaño –obsérvese su carácter periférico– (Fuente: Archivo y Museo Histórico Municipal Roberto T. Barili). Arriba, imágenes de la época: calle principal 12 de Octubre, conservas de pescado Spina –local–vivienda–casilla–, galpón primigenio del saladero La Molfetta y fábrica de conservas La Marplatense (Fuentes: https://www.imagenesmardelplata.com.ar/, Planchetas Catastrales del Archivo Rural de la MGP y PARÍS BENITO, Felicidad –2011–)

Fig. 3. Inicio de la procesión frente a la Iglesia Sagrada Familia en la década de 1930 e imágenes de la Fiesta de los Pescadores de 1936, banquina y procesión náutica (Fuente: http://fotosviejasdemardelplata.blogspot.com). Debajo, Fiesta de los Pescadores del 2020, la procesión pasando por la fábrica de conservas La Campagnola, la llegada a la banquina y el desfile de las lanchas (Fuente: Fiesta Nacional de los Pescadores, https://www.facebook.com/fiestanacionalpescadores)

Fig. 4. El sector seleccionado en la imagen corresponde al área actual de Mar del Plata (Fuente: Google Earth). Plano de ubicación de los bienes industriales, los principales edificios singulares y las casillas de madera y chapa; se acompaña con imágenes de los saladeros y las conserveras trabajadas (Elaboración y relevamiento propio)

Fig. 5. Las lanchitas amarillas en la década de 1960 y en la actualidad (Fuente: PENNISI, Roberto –2006– y https://revistapuerto.com.ar/)

Fig. 6. Dibujo de la lampara y maniobra de calado y cobrado de la red en solitario y en yunta (Fuente: MATEO, José –2003–). Imágenes de los pescadores reparando –1948– y transportando –1953– redes en la banquina (Fuentes: Fotos de Familia del Diario La Capital, https://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia y http://fotosviejasdemardelplata.blogspot.com)

Fig. 7. La familia Spina –s.f.– y la familia Arcidiácono –1955– en sus respectivos saladeros; obsérvese vestimentas, elementos propios del proceso productivo –barril, frasco, canasto, lata, mesa–, el proceso de fileteado de la anchoíta y los ambientes donde se desarrollaba la actividad familiar (Fuentes: Grupo de Estudios Sociales Marítimos, https://gesmar.estudiosmaritimossociales.org y FAVERO, Bettina –2013–)

Fig. 8. Fábrica de conservas La Marplatense, cocción de sardinas en parrilla –s.f.– y fábrica de conservas La Campagnola –década de 1960–, envasado (Fuente: PENNISI, Roberto –2006– y Archivo General de la Nación, documento fílmico, Tambor 1356.C16.1.A)

Fig. 9. Fábrica de conservas La Florentina; etiqueta para frasco de filets de anchoítas y antigua lata litografiada de frente y de perfil (Fuente: material proporcionado por el entrevistado Mario Pennisi)

Fig. 10. Publicidades de La Marplatense, La Campagnola y Nereida (Fuentes: Fotos de Familia del Diario La Capital, https://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfamilia/, y sitio oficial de la empresa https://lacampagnola.com/nuestra-historia)

Líneas

Acciones

Características

Plazos

Actores clave

Conocimiento e investigación

1.1.1. Crear un archivo oral, fotográfico y planimétrico mediante un sistema de fichaje a través de una plataforma digital (donde se registren entrevistas que complementen y se articulen con las existentes junto a material archivístico público y privado).

Acción catalizadora

Corto

  • Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP)
  • Archivo de la Palabra y la Imagen (Facultad de Humanidades-UNMdP)
  • Grupo de Estudios Sociales Marítimos (GESMar)
  • Museo del Hombre del Puerto Cleto Ciocchini
  • Casa D´ Italia
  • Antiguos conserveros, habitantes de casillas y descendientes

1.1.2. Crear una Red de Investigación coordinada a nivel local, nacional e internacional que promueva el estudio y el intercambio de barrios portuarios y conserveras con similares características.

Acción catalizadora

Corto-Mediano

1.1.3. Generar material de divulgación a partir de las investigaciones de especialistas.

Acción catalizadora

Corto-Mediano

Transmisión

1.2.1. Producir una Guía patrimonial en formato papel y digital que incluya a los bienes, sus características y valores.

Acción catalizadora

Corto-Mediano

  • Área de Preservación del Patrimonio (Secretaría de Obras y Planeamiento Urbano-Municipalidad de General Pueyrredón –MGP–)
  • Ente Municipal de Turismo (EMTUR- MGP)
  • Museo del Hombre del Puerto Cleto Ciocchini
  • Biblioteca Pública Municipal “Leopoldo Lugones”
  • Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP)
  • Actuales Empresas Conserveras

1.2.2. Desarrollar folletería para ser distribuida en hoteles y agencias turísticas.

Acción catalizadora

Corto

1.2.3. Señalizar los bienes con cartelería que contenga datos históricos y valores distintivos.

Acción catalizadora

Corto-Mediano

1.2.4. Incorporar los bienes en la campaña publicitaria Turismo-Mar del Plata en distintos medios y redes sociales.

Acción catalizadora

Corto

1.2.5. Organizar conferencias, charlas y jornadas orientadas a distintos públicos (escuelas, universidades, público en general) junto con exposiciones temáticas itinerantes (paneles explicativos, infografías, colección de utensilios y herramientas) que reconstruyan el proceso productivo. *[Esta actividad estaría en coordinación con actividades en el Museo que incluirían la recreación del proceso productivo junto a visitas guiadas]

Acción catalizadora

Acción vinculada

a 2.2.2.

Corto-Mediano

Participación ciudadana

1.3.1. Organizar charlas con los residentes portuarios para componer el corpus documental material e inmaterial y promover la valoración de los bienes patrimoniales trabajados.

Acción catalizadora

Corto

  • Secretaría de Cultura (MGP)
  • Biblioteca Pública Municipal “Leopoldo Lugones”
  • Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP)
  • Museo del Hombre del Puerto Cleto Ciocchini
  • Casa D´ Italia
  • Antiguos conserveros, descendientes, pescadores y comunidad residente del barrio

1.3.2. Realizar concursos de fachadas, fotografías y anécdotas.

Acción catalizadora

Corto-Mediano

1.3.3. Incorporar a las personas mayores originarias en el proceso de interpretación como guías intérpretes.

Acción catalizadora

Corto-Mediano

Tabla 1. Cuadro síntesis de líneas, acciones, características, plazos y actores (elaboración propia)