La promoción de casas de vecindad en Bilbao (1876-1931): la actividad de los contratistas de obras como promotores
The development of tenement houses in Bilbao (1876-1931): The activity of building contractors as developers
Maite Paliza Monduate
Universidad de Salamanca
Departamento de Historia del Arte - Bellas Artes. Facultad de Geografía e Historia
C/ Cervantes, 2. 37002 - Salamanca
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2330-304X
Fecha de envío: 31/8/2023. Aceptado: 20/9/2023
Referencia: Santander. Estudios de Patrimonio, 6 (2023), pp. 361-414.
DOI: https://doi.org/10.22429/Euc2023.sep.06.10
ISSN 2605-4450 (ed. impresa) / ISSN 2605-5317 (digital)
Resumen: Bilbao experimentó una gran transformación entre 1876 y 1931, fruto del desarrollo industrial, propiciado por la demanda inglesa de hierro. Ese auge atrajo a emigrantes, de manera que la población y, por ende, la demanda de vivienda creció vertiginosamente. La construcción inmobiliaria tuvo un importante desarrollo, pero la oligarquía industrial apenas invirtió en este negocio a diferencia de la burguesía de nivel medio. Dentro de este contexto numerosos contratistas promovieron casas de vecindad destinadas principalmente al alquiler. Al igual que ocurre con otros comitentes los inmuebles más relevantes corresponden al Ensanche y las principales calles del Casco Viejo, aunque hubo excepciones.
Palabras clave: arquitectura; Bilbao; casas de vecindad; contratista de obras; siglo XIX; siglo XX.
Abstract: Bilbao underwent a great transformation between 1876 and 1931 as a result of industrial development, driven by the English demand for iron. This boom attracted emigrants, which led to an explosive growth in the population and, consequently, in the demand for housing. Real estate construction developed significantly, but the industrial oligarchy barely invested in this business in contrast to the middle class bourgeoisie. In this context, many contractors developed tenement houses, mainly for rent. As in the case of other principals, the most important properties corresponded to the Ensanche and the main streets of the Old Town, although there were some exceptions.
Keywords: architecture; Bilbao; tenement houses; building contractor; 19th century; 20th century.
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1. Introducción
Bilbao experimentó una profunda metamorfosis y un gran enriquecimiento a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, sobre todo en las últimas décadas de esa centuria y en las primeras del XX. En ese período, su economía, basada tradicionalmente en el comercio, sufrió una gran transformación al adquirir una importancia capital el hierro, abundante en las minas del territorio vizcaíno. La demanda por parte de la industria británica de este mineral, escaso en Gran Bretaña, con objeto de alimentar la producción de acero, favoreció la expansión económica de la capital vizcaína. Asimismo, el hierro acabó siendo la base de una potente industria siderúrgica local, impulsada por los propietarios y explotadores de aquellos yacimientos, que procedieron a fundar grandes fábricas, en torno a las cuales florecieron otras pequeñas y medianas industrias. Simultáneamente el ferrocarril conoció un gran desarrollo y facilitó el tráfico de mercancías, mientras que el empresariado vizcaíno fundó navieras y astilleros, tratando de acaparar el control del sustancioso tráfico marítimo con Inglaterra y simultáneamente extenderlo a otras rutas. Por último, la riqueza atesorada en esta coyuntura impulsó una potente banca.
Como consecuencia de todo lo anterior, la ciudad se modernizó, convirtiéndose en una capital industrial y financiera. Respecto al volumen, el rumbo y el cariz que alcanzó este proceso, que estaba plenamente consolidado en 1905, es muy explícito el comentario que el escritor y periodista Ernesto García Ladevese hizo a principios del siglo XX: “los mineros bilbaínos, no sabiendo en que emplear sus colosales ganancias, se pusieron a levantar fábricas, a edificar casas, a construir buques, a hacer líneas férreas y a fundar bancos”1.
Esa transformación trajo aparejada un crecimiento exponencial de la población, fruto de la masiva llegada de inmigrantes, así como la consiguiente escasez y encarecimiento de la vivienda. Los datos demográficos son explícitos, ya que en 1877 había 32 734 habitantes que diez años después ascendían a 50 772. En 1900 el número era de 83 306, mientras que en 1910 había 93 536; en 1920, 112 819, y en 1930, 161 9872.
La exigua superficie de Bilbao –29,94 hm2– y la situación general justifican el interés de las autoridades locales por romper los rígidos límites del municipio, que amenazaban con frustrar el futuro de la ciudad, y la aprobación del Plan de Ensanche en 1876. Este último, ideado por el arquitecto Severino de Achúcarro y los ingenieros Pablo de Alzola y Ernesto Hoffmeyer, fue posible gracias a la anexión de la vecina anteiglesia de Abando y supuso un incremento de 158 hectáreas de terreno3. Lógicamente incentivó la construcción de casas de vecindad, destinadas principalmente al alquiler, aunque en esos terrenos también se erigieron residencias unifamiliares rodeadas de jardín. No obstante, la materialización y ocupación del Ensanche fue lenta. En 1894 se habían abierto menos de la mitad de las calles previstas, que además estaban muy parcialmente ocupadas por inmuebles –menos del 50%–4. De hecho, en 1893, la cifra de edificios levantados en aquellos terrenos no alcanzaba los 300, poco más del 16% del total existente en la ciudad5. De todos modos, en líneas generales se trataba de construcciones de calidad, que no estaban al alcance de las clases populares, al tiempo que inicialmente la burguesía tradicional tuvo cierta reticencia a instalarse en la zona anexionada.
Así las cosas, la población continuó concentrada principalmente en el Casco Viejo y el barrio de Bilbao La Vieja. El primero experimentó una importante renovación de su caserío en las últimas décadas del siglo XIX y los albores del XX, mientras que en el segundo hubo una importante actividad inmobiliaria que llevó a su completa ocupación e incluso a su extensión, gracias a un nuevo parque de viviendas, que sirvió de alojamiento a parte de la población inmigrante. En este sentido, hay que tener en cuenta su proximidad a varias minas. Este proceso estuvo acompañado de una importante mejora en las condiciones higiénicas de los edificios, gracias a lo contemplado en las Ordenanzas Municipales aprobadas por el Ayuntamiento en 18856.
En cuanto al Ensanche propiamente dicho, en los años setenta y ochenta se levantaron inmuebles en el primer tramo de la Gran Vía y en calles adyacentes, pero lo cierto es que la construcción del tipo de edificios que nos ocupan sólo adquirió auténtico empuje en esa zona a partir de la década de los noventa. De todos modos, ese sector se fue poblando poco a poco de casas de vecindad entre 1876 y 1910. Alrededor de 1920 se empezaron a construir en los terrenos de lo que se ha dado en llamar Segundo Ensanche, articulado por el tramo de la Gran Vía, comprendido entre la plaza Elíptica, actual plaza Moyua, y la plaza del Sagrado Corazón. De todos modos, muchos de los edificios levantados en esa zona son posteriores a 1931, fecha que constituye el broche de nuestra investigación.
La transformación urbanística y arquitectónica experimentada en Bilbao entre 1876 y 1931 ha sido uno de los capítulos más notables de su historia, aparte de generar una imagen que todavía hoy día es muy representativa de la ciudad. El cambio fue auspiciado por el florecimiento industrial y el crecimiento económico, pero también por el inequívoco espíritu emprendedor de la burguesía y las autoridades de la época.
2. Los promotores de casas de vecindad
El apartado de los promotores de casas de vecindad en la capital vizcaína en el período de la presente investigación revela una variada extracción profesional, algo puesto de manifiesto por otros investigadores previamente7, así como un diverso potencial económico y diferente grado de interés por este sector concreto, puesto que muchos promovieron un único edificio, en muchas ocasiones modesto, mientras que fueron menos los que levantaron una cifra elevada. Por lo general, entre los últimos se encuentran los artífices de las casas más ambiciosas en superficie, programa, diseño y equipamiento, pero hubo excepciones.
En cualquier caso, no es tarea fácil establecer conclusiones taxativas sobre la filiación profesional concreta de los comitentes de este tipo de inmuebles, ya que a menudo aparecen identificados en la documentación con sustantivos ambiguos como “comerciante” o “propietario”. Detrás de esos términos quedaron englobadas actividades muy diversas, caso de mineros, corredores marítimos, navieros, abogados, etc. Respecto a lo primero, hay que tener presente el gran peso del comercio en la economía bilbaína hasta la consolidación del desarrollo industrial. Por otro lado, la acepción propietario resulta un tanto vaga y en sí misma no aporta información concreta sobre las actividades desarrolladas por esos individuos, más allá de dejar constancia de cierta posición social. Otro tanto ocurre con el vocablo rentista que también figura cotejado en los documentos.
Pese a todo, está fuera de toda duda el escaso interés prestado a la actividad que nos ocupa por la mayoría de las familias de peso en la economía vizcaína –los Ibarra, Chávarri, Gandarias, Martínez Rivas, etc.–, que claramente concentraron sus inversiones en los sectores minero, industrial o bancario. Esta élite, artífice de la transformación de la economía, apenas invirtió en la promoción de casas de vecindad8, aunque muchos de sus miembros construyeron importantes residencias unifamiliares, principalmente en Getxo y, en menor medida, en Portugalete. Da la impresión que la minería y las actividades vinculadas a la explotación, el traslado y la transformación del mineral coparon sus esfuerzos, aparte de reportarles suculentos beneficios, mientras que la inversión en la construcción de los inmuebles objeto de nuestra atención, una actividad de corte más tradicional, no resultó un negocio suficientemente atractivo para la mayor parte de la oligarquía. Hubo algunas excepciones, entre las que destacan varios integrantes de la familia Allende, especialmente Manuel Allende Villares y su sobrino y, más tarde, yerno, Tomás Allende Alonso, ambos naturales de Burón (León). El primero emigró al País Vasco, donde amasó una importante fortuna, entre otras cosas, gracias a la explotación de minas de hierro en la zona de Triano. Promovió cuando menos cinco casas de vecindad, la primera en 1869 en la calle La Naja, que no ha llegado hasta nosotros9; posteriormente, en 1885, junto a su mentado sobrino, levantó otro edificio entre las calles Gran Vía, Diputación y Marqués del Puerto –actuales nos 30 y 32 de la primera y 6 de la segunda–, diseñado por el maestro de obras Pedro Peláez (1839-?)10. En 1890 encargó otro inmueble al arquitecto Severino Achúcarro (1841-1910) en la calle Hurtado de Amezaga11; seis años después otro en la calle Bailén con planos del arquitecto Alfredo Acebal Gordón (1862-1931)12 y, por último, en 1896 una nueva casa de vecindad entre la Plaza Elíptica y la calle Ercilla, ideada por Federico Borda Achúcarro (¿-1899)13.
Más relevante fue la contribución de Tomás Allende, quien, aparte de erigir conjuntamente con su tío el aludido inmueble de la Gran Vía, promovió, junto al también minero Melitón Rodrigo, un edificio ecléctico entre la Plaza del Mercado y la calle Colón de Larreátegui –actuales nos 20 y 22 de esta última vía–14. Con planos de Leonardo Rucabado erigió tres magníficas casas de estética secesionista en terrenos situados entre la Plaza Elíptica y la calle Elcano. Los planos de la primera, que tenía entrada por la plaza y no se conserva en pie, están fechados en 1909. Las otras dos –actuales nos 11 y 13– fueron diseñadas en 1912. En 1924 levantó otras dos en la confluencia de la Gran Vía e Iparraguirre –actuales nos 42 y 44 de la primera arteria–, según diseño de estética regionalista del arquitecto Ángel Líbano, y, por último, en 1931 otro edificio de gusto déco en la calle Iparraguirre –actual no 26– con trazas del arquitecto Ricardo Bastida (1879-1953). Se trata en todos los casos de viviendas erigidas en terrenos del Ensanche, de gran superficie, bien equipadas y de cuidada decoración que inequívocamente ponen en evidencia un promotor preocupado por la cuestión de la representatividad, dispuesto a hacer un gran desembolso y engrosar su patrimonio con inmuebles relevantes y alquileres caros.
No obstante, algunos de los grandes industriales vizcaínos adquirieron lotes de terreno en el Ensanche bilbaíno e incluso hicieron maniobras para incentivar la construcción en la zona. Es el caso de los propios Allende o de Víctor Chávarri. Por un lado, el último compró en 1889 unas nueve hectáreas de superficie en las inmediaciones de la Gran Vía, más allá de la actual Plaza Moyua15. Inmediatamente dio inicio a la construcción del palacete familiar a partir de un proyecto del arquitecto belga Paul Hankar (1859-1901), levantado en una parcela lindante entre otras con las citadas arteria y plaza16. Por entonces, aquel paraje era un descampado carente de edificaciones. Esta decisión se ha interpretado como una medida para animar la actividad inmobiliaria en la zona, donde, por lo que queda dicho, la familia tenía intereses. En cualquier caso, este linaje, como hemos adelantado, no se prodigó en la promoción de casas de vecindad17. Por otro lado, el aludido Manuel Allende adquirió en 1900 la antigua casería “La Alberca Mayor”, enclavada entre las actuales calles Manuel Allende y Gregorio de la Revilla y las plazas Bombero Echániz e Indautxu18. Poco después este minero falleció y sus herederos procedieron a urbanizar el paraje, en el que, entre otras cosas, levantaron un gran número de chalets con jardines, que en unos casos se convirtieron en sus residencias y en otros fueron destinados al alquiler. Aparte de esto, fueron dueños de diversos terrenos en diferentes puntos de la ciudad como las calles Bailén, Colón de Larreátegui, Hurtado de Amézaga, etc., donde, como hemos adelantado, erigieron casas de vecindad.
También se dio el caso de compañías con intereses en distintos sectores de la economía que, ante el desarrollo experimentado por el sector inmobiliario, acabaron invirtiendo en la construcción de casas de vecindad, que en la mayoría de las ocasiones destinaron al alquiler. Son representativas “Gurtubay e Hijos” y “Echevarría y Zuricalday y Cia”. Juan y José Gurtubay Meaza, hijos de Simón Gurtubay, célebre comerciante bilbaíno especializado en el bacalao, fueron, entre otras cosas, navieros y armadores, aparte de tener bufete de abogados en la calle Jardines19. Dueños de numerosos terrenos, apostaron por la construcción de viviendas, actividad continuada posteriormente por sus descendientes. Consta su condición de promotores de edificios de viviendas desde 1879 hasta los primeros años del siglo XX tanto en el Ensanche como en Bilbao la Vieja y el Casco Viejo, si bien de su patrimonio inmobiliario también formaban parte otros inmuebles. En 1879 erigieron casas en el Muelle de Ibeni con planos de Francisco Arias (1846-?). En 1884 levantaron tres casas dobles en la calle Dos de Mayo y otras tres entre Cortes y Convenio de Vergara, todas rubricadas por Pedro Peláez. Hasta finales de la centuria decimonónica este maestro de obras fue su técnico de confianza, de hecho en 1885 le encargaron las trazas de dos nuevas casas dobles entre las calles Lersundi y Heros y cuatro años más tarde otra en el Muelle de Astilleros, junto a la vía férrea. Por el contrario, en 1896 fue el arquitecto Alfredo Acebal Gordón el autor de los planos de una casa en la calle Correo y poco después el artífice de otras tres en la Gran Vía, de las que hoy día se conservan dos, actuales nos 37 y 39, que estaban terminadas en 1903.
Salvo estas últimas, que ofrecen fachadas de diseño más depurado y decoración más cuidada en lo tocante a la rejería de antepechos de balcones y sobrepuertas de acceso al portal, la carpintería de madera de las propias puertas de los zaguanes, así como el acabado de ménsulas, pilastras, capiteles, etc., el resto de los inmuebles de forma generalizada responden a un diseño adocenado carente de relevancia. Se trata de algo muy extendido en las promociones del período que nos ocupa enclavadas tanto en el Casco Viejo como en Bilbao la Vieja. Por el contrario, las construcciones más interesantes con frecuencia se levantaron en las zonas más nobles del Ensanche, donde los alquileres eran más caros y, por tanto, generaban mayor beneficio para los propietarios. Además hay que tener en cuenta que por lo general los solares de la zona anexionada eran sensiblemente más grandes y que como este de los Gurtubay, que se extendía entre la Gran Vía y la actual plaza Moyua, permitían generar edificios de fachadas más largas, lo que normalmente favorecía la posibilidad de configurar alzados más singulares. Otro detalle importante era la anchura de las calles, siendo la Gran Vía de primera categoría. Obviamente la inversión exigida por este tipo de obras era sensiblemente más importante, dado el precio de los terrenos, la categoría del inmueble, cosa que indefectiblemente influía en el coste de la licencia municipal, así como lo derivado de la construcción propiamente dicha, pero los beneficios también se incrementaban.
Así mismo, los Gurtubay construyeron viviendas unifamiliares en la zona próxima a Uribitarte y en Indautxu, caso de una situada entre la actual plaza del Ensanche y las calles Ibáñez de Bilbao y Henao, a partir de un proyecto de Severino Achúcarro, fechado en 1879, inmueble que no ha llegado hasta nosotros, y otras en las inmediaciones de la plaza Bombero Echániz y en la confluencia entre Alameda Mazarredo y el Muelle de Ripa20.
El origen de “Echevarría Zuricalday y Cia” se remonta al matrimonio entre José Echevarría Rotaeche y Felipa Zuricalday Eguidazu, cuya boda tuvo lugar en 1869. Inicialmente el primero estuvo al frente de negocios de coloniales, que poco a poco fue ampliando a otros sectores hasta llegar a ser un importante industrial, comenzando con un taller de laminación y acabando con la producción de acero. La empresa que nos ocupa contó con numerosos almacenes de licores, principalmente vino, en distintos puntos de la ciudad, así como fábricas de chocolate. A finales del siglo XIX sus responsables empezaron a invertir en la construcción de viviendas, principalmente en Uribitarte e inmediaciones, donde poseían distintos terrenos, aunque también erigieron casas unifamiliares en Indautxu21. Se ha llegado a afirmar que solo en el año 1901 pusieron en pie más de cuarenta edificaciones22, contando con los servicios de distintos arquitectos y algún maestro de obras23. En cualquier caso, se trató de inmuebles de escaso interés artístico, cosa que evidencia que en ellos primó el criterio rentabilista.
A día de hoy, apenas hay estudios que hayan abordado la condición de los promotores de la construcción de edificios de viviendas en Bilbao tras la aprobación del Plan de Ensanche24. A la hora de indicar la condición de estos comitentes, solo se ha aludido de forma genérica al importante papel jugado por la pequeña burguesía vizcaína, algo que es innegable.
Lo cierto es que este tipo de promoción inmobiliaria recayó principalmente en profesionales liberales, altos funcionarios, comerciantes, contratistas de obras, pequeños industriales de distintos sectores, mineros de nivel medio, algunos indianos, incluso arquitectos y maestros de obras25, etc. que en la mayoría de las ocasiones, movidos por claros intereses especulativos, destinaron los inmuebles al alquiler o la venta26. De todos modos, hubo promotores, incluidos, como comentaremos, varios contratistas de obras, que instalaron su domicilio en edificios costeados por ellos mismos. En estos casos, escogieron preferentemente viviendas ubicadas en los pisos primero o segundo, también denominado principal, dedicando el resto al alquiler. Hay que tener en cuenta que en aquella época la altura interior de las paredes era un factor importante por cuestiones de salubridad y que de ordinario disminuía en las plantas superiores, existiendo además durante mucho tiempo el inconveniente añadido de la inexistencia de ascensores. Así las cosas, los últimos pisos eran menos cotizados y ofrecían menos rendimiento.
Por último, ya en los años veinte, diversas entidades bancarias erigieron o intentaron levantar casas de vecindad en terrenos del Ensanche27, al igual que hicieron algunas empresas como la compañía de seguros “La Aurora”28.
2. 1. La promoción de casas de vecindad a cargo de contratistas de obras.
Los contratistas de los distintos gremios de la construcción, especialmente cantería, carpintería, albañilería, hierro y hormigón, fueron un grupo especialmente relevante en la cuestión que nos ocupa, algo comprensible si tenemos en cuenta que conocían el oficio y que contaban con la mano de obra, la maquinaria y las herramientas necesarias.
La intensa actividad de la construcción en la ciudad propició el asentamiento en Bilbao de obreros de los distintos ramos provenientes de otros puntos de la geografía peninsular e incluso extranjeros, siendo llamativo, como veremos, el número de guipuzcoanos, así como de otros oriundos de distintos municipios vizcaínos. Con el tiempo, algunos prosperaron, arrastrando tras de sí a familiares y conocidos, y fundaron empresas constructoras de cierta entidad. El número de contratistas que invirtieron en la construcción de casas de vecindad en la capital vizcaína fue elevadísimo, algo que señaló hace ya años la doctora Nieves Basurto, que también indicó la pertinencia de desarrollar un estudio en profundidad sobre el tema29. El análisis exhaustivo de esta cuestión excedería con creces la extensión del presente artículo, en el que abordamos en primicia el tema a partir de una investigación en diversos archivos y el correspondiente trabajo de campo y bibliográfico. Nuestro estudio corrobora el gran papel de este colectivo que promovió inmuebles en todos los barrios de la capital vizcaína, aparte de dejar constancia de la trayectoria de muchos de ellos y las casuísticas que los rodearon, que, a la postre, son representativas de las de este gremio en general.
A la hora de su identificación en la documentación ocurre algo parecido a lo señalado anteriormente con el ambiguo término de propietario, ya que a menudo aparecen designados como carpinteros, canteros, maestros canteros, maestros de obras30, albañiles, e incluso como industriales o comerciantes, circunstancia esta última que ratifica la riqueza de connotaciones que, como adelantamos, encerraba este sustantivo. Con respecto al término carpintero hay que tener en cuenta que hasta entrado el siglo XX la mayoría de los inmuebles eran de estructura de madera31, en función de lo cual estos profesionales tenían gran protagonismo en la materialización de las obras. En ocasiones también figuran etiquetados como contratistas y algunos se definieron como tales a la hora de tramitar los proyectos de los inmuebles que promovieron32. Andrés y Santiago Arana, a quienes aludiremos más adelante, constan como “constructores de buques”, al tiempo que, como es lógico, la mayoría tenían aserraderos, talleres y almacenes, a veces denominados tejavanas, para preparar y guardar el material propio de su oficio. Con respecto a lo último hay que decir que en más de una ocasión, como desvelamos más adelante, destinaron a este cometido los bajos de las casas de vecindad que erigieron.
La faceta de este colectivo en su condición de promotores de inmuebles de viviendas se constata a lo largo de todo el arco cronológico de la presente investigación, de manera que el estilo de los inmuebles se ajustó sucesivamente a las corrientes en boga en cada momento. Por tanto, levantaron casas eclécticas, modernistas, regionalistas, racionalistas y déco. El trazado de las plantas de las viviendas, articuladas de forma generalizada por pasillos rectilíneos, precedidos de un pequeño vestíbulo de entrada, no ofrecen diferencias notables con las promovidas en la misma época y zonas por otro tipo de comitentes. Normalmente se reservaban las dependencias orientadas hacia la fachada principal para habitaciones de recibo –comedores, gabinetes o salas–, mientras que las de servicio –cocina, dormitorio de criados, cuarto de plancha o despensa– se concentraban en la parte zaguera con huecos hacia patios interiores. Por último, la actividad promotora de este colectivo se constata, como hemos anunciado, en todos los barrios de la capital vizcaína.
Muchas de las empresas y talleres fundados por contratistas fueron de corte familiar y a veces continuaron en manos del mismo linaje durante varias generaciones. Del mismo modo, algunas noticias permitirían hablar de cierta endogamia, ya que hemos constatado más de un ejemplo de matrimonios entre miembros de familias de contratistas. Así, José Ignacio Zubizarreta Barinaga-Rementería casó en la Iglesia de Santiago de Bilbao en 1845 con Josefa Usatorre, dándose la circunstancia de que varios hermanos de ambos, incluido el propio José Ignacio, ejercieron como tales33. Igualmente hay casos de hijos de contratistas que realizaron estudios superiores de arquitectura o ingeniería, demostrando un inequívoco ascenso técnico y académico. Son ilustrativos ejemplos como el de Julián Zubizarreta Usatorre (1846-1905), vástago de los anteriores, Atanasio Anduiza Uribarri (1823-1911), hijo de José Natalio Anduiza, contratista activo en la capital bilbaína en las décadas de los treinta y cuarenta de la centuria decimonónica, o Tomás Bilbao Hospitalet (1890-1954), uno de los hijos del conocido contratista Patricio Bilbao Goicoechea. El último, como veremos, llegó a diseñar varias casas para su progenitor.
Hemos comprobado que muchos hicieron incursiones en otras actividades económicas como la hostelería, siendo representativos, como veremos, los ejemplos de Antolín Goicoechea Azpitarte y Gregorio Iturbe Aldalur, o el comercio propiamente dicho, tanto al por mayor como minorista. En este sentido, Francisco Greciet fue propietario de la zapatería “La Imperial”, sita entre la Gran Vía y la calle Berastegui, e incluso en la minería como ocurrió con Francisco Arana Lupardo o Jeronimo Ochandiano Larrea, diversificando por tanto su trabajo e intereses. Por lo demás, más de uno consiguió notoriedad en la vida social, cultural y política de la ciudad. Así, Ignacio Orbegozo Macazaga fue miembro de la Junta de la Escuela de Artes y Oficios y su hijo José Orbegozo Tellería perteneció a la Junta de Beneficencia Domiciliaria. Francisco Arana Lupardo, Juan Alonso Fuldaín y Patricio Bilbao fueron concejales del consistorio bilbaíno por diferentes partidos. Alguno como el propio Arana Lupardo llegó a ser benefactor, ya que promovió la construcción de un hospital en Ugao - Miravalles, de donde era natural. Por otra parte, en el elenco de socios de la “Sociedad Bilbaína”, selecto club de recreo de la ciudad, encontramos contratistas, caso de Arana Lupardo. Finalmente, este último y Andrés Arana Ansotegui fueron inmortalizados por el pintor Juan de Barroeta Anguisolea, retratista por antonomasia de la élite burguesa de la ciudad a finales del siglo XIX, algo que en parte probaría iniciativas similares y propias de la alta sociedad bilbaína.
En lo concerniente a la promoción de casas de vecindad, las casuísticas son muy diversas, pues en ocasiones hemos constatado la alianza entre varios contratistas o con otro tipo de promotores para erigir el tipo de edificios objeto de nuestra atención, algo comprensible dado el desembolso necesario, pero, como dejamos claro en este artículo, la inmensa mayoría lo hicieron en solitario o en nombre de las sociedades que dirigían34.
Con respecto a lo anterior, en 1886 Ramón Mestraitua Elorza, Bernardo Careaga y Pedro Alonso edificaron conjuntamente una promoción con dos casas de vecindad entre medianeras en la calle Fernández del Campo –actuales nos 8 exterior y 8 interior–, zona situada en el Primer Ensanche que, como hemos adelantado, experimentó una importante actividad constructora por esos años. Los planos fueron diseñados por el arquitecto Julio Saracíbar Gutiérrez de Rozas (1841-?). Como suele ocurrir con muchos proyectos de este técnico la fachada incluye detallada ornamentación, destacando en esta ocasión el acceso, resuelto con dos arcos de medio punto, cuyas roscas están realzadas por rosetas, y curiosos capiteles con mascarones, caulículos y decoración vegetal (Figs. 1 y 2). El primero de estos tres promotores aparece consignado como “cantero”35. Sin embargo, a día de hoy, sus nombres no se prodigan en exceso en la documentación, de lo que con las debidas cautelas se podría inferir que su situación económica no fue especialmente boyante. Unos años más tarde, en 1907, Julián Abando, junto a Blas Barrenechea Arechavaleta y Francisco Garmendia, solicitó permiso para erigir una promoción que incluía siete casas dobles en una amplia parcela, delimitada por las calles Henao, Iparraguirre y Juan de Ajuriaguerra. El proyecto, firmado por el maestro de obras José Bilbao Lopategui (1849-?), recibió el placet de los técnicos municipales, pero, por motivos que se nos escapan, nunca se puso en marcha. Precisamente en esa zona del Ensanche se hallaban los talleres y almacenes de la firma “Abando y Cia”, también conocida como “Julián Abando y Compañía”, especializada en trabajos de herrería y fundición. El impulsor de esta empresa fue el propio Abando, quien en 1888 llegó a afrontar la ejecución mediante subasta de obras de envergadura como el desaparecido mercado de hierro del Ensanche, diseñado por el arquitecto municipal Edesio Garamendi González de la Mata (1849-1899) en 1887, aparte de otros trabajos públicos. Igualmente fue el propietario de la fundición “La Esperanza”. Por su parte, Barrenechea y Garmendia también estaban especializados en trabajos de hierro y tenían sus talleres en las inmediaciones del anterior36.
Hay personajes como Arana Lupardo que en el período que nos ocupa erigieron hasta una decena de inmuebles a su cargo, mientras que otros levantaron tan solo uno. Simultáneamente la categoría de los edificios fue muy dispar, si bien en general se observa una tendencia más acusada que en otro tipo de promotores a priorizar el interés económico y el posible rendimiento en detrimento de la calidad o la belleza. Así las cosas, muchas casas responden a recetas muy sencillas tanto en lo tocante al trazado como al diseño de la fachada y el acabado de los interiores. Se trata de composiciones que adolecen de repetitivas y de cierta simpleza, cosa bastante extendida en la época, hasta el extremo de que figuras destacadas de Bilbao como el arquitecto Enrique Epalza Chanfreau (1861-1933)37 o el ingeniero Pablo de Alzola Minondo (1841-1912)38 denunciaron la situación, animando a particulares y autoridades a atajar el problema, de manera que mejorara el aspecto artístico de la ciudad. En líneas generales, tal como hemos adelantado, con frecuencia el emplazamiento jugó un papel determinante en esas cuestiones, ya que los inmuebles más interesantes se erigieron en el Ensanche y en las principales calles del Casco Viejo, aunque también hubo excepciones. En cualquier caso, algunas de las casas más singulares de la ciudad fueron costeadas por contratistas, siendo representativas, entre otras recogidas en las siguientes páginas, las del citado Alonso Fuldaín en la calle Jardines no 10, resuelta por Julio Saracíbar en 1883 en clave neorrenacentista en lo tocante a las fachadas y con una riquísima y ecléctica decoración interior en las estancias, dotadas de intercolumnios, chimeneas, etc., o la de Francisco Usobiaga en Licenciado Poza no 2, obra concebida por el maestro de obras José Bilbao Lopategui en 1902. Esta última es uno de los edificios modernistas más interesantes de Bilbao, estilo muy evidente en la fachada, pero también en el portal, cuyas paredes están realzadas por decoración de látigo, estilizados motivos florales, etc. (Figs. 3 y 4). De todos modos, es pertinente señalar que estos comitentes procedieron a instalar su domicilio en esos inmuebles, decisión que también pudo influir en un acabado más esmerado.
Otros edificios singulares y de evidente interés promovidos por el colectivo que nos ocupa no han llegado hasta nosotros como consecuencia del paso del tiempo y sobre todo la especulación. Entre las casas de vecindad relevantes, hoy perdidas, podemos señalar la promovida por Tomás Echave Zárraga en el ángulo entre las calles Iparraguirre y Colón de Larreátegui. Se trata de un afamado ebanista que simultáneamente estuvo al frente de un taller de carpintería. Nacido en la localidad vizcaína de Arrancudiaga en 1842, se afincó en Bilbao a finales de la década de los setenta. En los años ochenta estaba al frente de una “fábrica de muebles”, sita en la calle Iturribide, y contaba con un “almacén” en la Gran Vía. En 1882 fundó el referido establecimiento, dedicado a “Muebles, Tapicería, Decoración”. Participó en varias exposiciones, siendo premiado en la Provincial de Vizcaya, celebrada ese último año, y en las Universales de París y Buenos Aires de 1900 y 1911 respectivamente, así como en la Exposición Feria de Muestras de San Sebastián, acaecida en 1924. Intervino en algunos de los edificios más relevantes de la ciudad, caso del Palacio de Víctor Chávarri, próximo al inmueble que nos atañe, donde, entre otras cosas, realizó empanelados, bien es cierto que los más importantes fueron ejecutados por el taller belga Dammam Washer, a cuyas naves Echave mandó los correspondientes tableros en 189239.
Hasta donde sabemos solo promovió esta casa de vecindad. El autor del proyecto fue el maestro de obras Francisco Arias, quien firmó los planos en 1903. Se trataba de un edificio modernista que incorporaba decoraciones de ese estilo en los recercos de los huecos, parte de los cuales eran ultrasemicirculares, así como en los trabajos de madera de los miradores (Fig. 5). Echave acabó instalando su taller de carpintería mecánica y ebanistería en los bajos de este inmueble40.
A menudo los intereses especulativos y rentabilistas propiciaron el incumplimiento de algunas de las exigencias de las ordenanzas municipales vigentes y las consiguientes penalizaciones. Fue algo muy extendido en el período de la presente investigación entre los promotores en general41, que también afectó al colectivo que nos ocupa. Normalmente las infracciones más frecuentes afectaron a los desvanes bajo cubierta, donde durante un tiempo la normativa prohibía habilitar viviendas, siendo, por el contrario, muchos los particulares multados como consecuencia del hallazgo de cocinas en esas zonas por parte de los inspectores municipales durante las correspondientes visitas. Otras veces las irregularidades estuvieron relacionadas con la ausencia de retretes o agua corriente en determinadas viviendas. En este sentido, fueron muchos los contratistas acusados de este tipo de transgresiones. Entre otros podemos señalar a Antolín Goicoechea y Pedro Zubia, quienes en 1893 fueron apercibidos por el último concepto señalado durante una inspección de los técnicos oficiales a los edificios que levantaron en las calles Heros y Juan Ajuriaguerra respectivamente42. Incluso hubo irregularidades de mayor calado como la llevada a cabo por Arana Lupardo en una promoción en la calle Gardoqui, en la que ahondamos más adelante, donde levantó una altura más de las permitidas. Este llamativo caso acabó propiciando una modificación del reglamento, algo de lo que indudablemente se concluye el enorme poder de este contratista y su gran capacidad de maniobra e influencia.
Sobre los tracistas, hay que decir que hubo contratistas que sistemáticamente encargaron los proyectos de viviendas al mismo técnico, a quien habría que considerar su hombre de confianza. Sería representativa la relación establecida entre la familia Subiñas43 y el arquitecto Federico Ugalde Echevarría (1873-1968) o la de José Orbegozo Tellería con el también arquitecto José María Basterra Madariaga (1859-1932). Otros siguieron pautas similares, pero el fallecimiento del facultativo en cuestión les obligó a cambiar de tracista, tal como hizo Alonso Fuldaín, quien, tras el óbito del maestro de obras José Ramón Aresti Zárraga (1817-1881)44, confió a Saracíbar sus ulteriores promociones. A veces el cambio de técnico tuvo lugar tras la obtención del título de arquitecto de un descendiente del promotor, sirviendo de ejemplo Patricio Bilbao, quien inicialmente confió el diseño de sus promociones al maestro de obras Juan Ángel Iturralde Bolínaga (1849-?), pero a partir de 1919, tras la graduación de su hijo Tomás, este último pasó a rubricar los correspondientes planos. No obstante, otros muchos contratistas, tal como desarrollamos en el presente texto, por motivos que a día de hoy se nos escapan, encargaron los proyectos a una amplia nómina de técnicos.
Dentro de una tendencia muy extendida muchos contratistas, como queda dicho y además era lo usual en la época, destinaron los inmuebles al alquiler. Sin embargo, a través de los datos de los padrones municipales hemos comprobado que algunos como los ya mentados Juan Alosno y Francisco Usobiaga instalaron su domicilio en una de las viviendas de estos edificios. No fueron los únicos, ya que hizo lo propio Antonio Zubigaray Iriondo. Este último, natural de la localidad guipuzcoana de Mendaro, se afincó en nuestra ciudad en los años sesenta. Aparece consignado en los documentos como “carpintero” y estuvo al frente de la firma “Antonio Zubigaray y Compañía”, que alcanzó gran actividad a finales del siglo XIX. Por entonces consta que residía en uno de los inmuebles que promovió en la calle Ledesma, vía en la que costeó tres casas de vecindad –actuales nos 20, 22 y 24-, las dos últimas trazadas en 1886 y la primera diez años más tarde45.
Sin embargo, hemos observado que en mayor medida que otros promotores los integrantes del colectivo que nos ocupa procedieron a la venta de los edificios una vez construidos, algo que explicaría su escasa presencia dentro de los elencos de mayores contribuyentes de la ciudad por el concepto de rentas inmobiliarias, cuando menos a finales del siglo XIX. En cualquier caso, ese tipo de transacciones evidentemente iban igualmente aparejadas con importantes beneficios. Hemos localizado muchas operaciones de este tipo. Un ejemplo es el de la firma “Santamaría Hermanos”, dedicada al ramo de pintura, cuyos titulares eran Félix y Fermín Santamaría, quienes erigieron cuando menos seis casas a finales de la centuria decimonónica. Cinco estaban en el barrio de Bilbao la Vieja –una en la calle General del Castillo, actual no 5, diseñada por Ángel Iturralde en 1897; otra en la calle Dos de Mayo (1898); otra en el ángulo entre Dos de Mayo y Lamana y otras dos en Iturburu Alto (1899). Finalmente, promovieron otro edificio de viviendas en el Ensanche en la calle Ledesma, trazado en 1900 por Pedro Peláez, que no se conserva a día de hoy46. Precisamente, una vez terminado, el último fue comprado por el indiano carranzano Francisco Hernáiz Lezcano. Años más tarde, en 1930, un pariente de este emigrante adquirió a la sociedad “Alegre, Alonso y Cardiel” otra construcción recién acabada en la Alameda de San Mamés47. Pese a todo, posteriormente, sobre todo a partir de 1915, se consignan con más frecuencia contratistas que destinaron todas o la mayoría de sus promociones al alquiler e incluso algunos, tal como desgranamos más adelante, a diferencia de lo ocurrido en años previos, llegaron a figurar entre los mayores contribuyentes de Bilbao por el citado concepto de rentas inmobiliarias a lo largo de la segunda y la tercera décadas del siglo XX.
Un porcentaje nada despreciable de los contratistas activos en Bilbao fueron foráneos, destacando, como queda dicho, los de origen guipuzcoano. Entre ellos podemos mencionar a Francisco Usobiaga, Gregorio Iturbe, Ramón Arriola, Antonio Zubigaray, Ignacio Orbegozo, Ignacio de Muguerza, Baldomero Zamacona, los Zubia, Subiñas, etc. En menor medida hemos localizado alaveses como Jerónimo Ochandiano Larrea. Igualmente hemos detectado algún francés como Francisco Greciet. Este último, nacido en Bayona en 1867, estuvo activo en la capital vizcaína entre 1898 y 1910, aunque consta que se afincó junto a un hermano, también carpintero, y una hermana costurera mediada la década de los ochenta. En su caso, la documentación deja constancia más de una vez de su condición de contratista de obras, aparte de tildarlo de “carpintero”, profesión esta última que quedó cotejada en el padrón municipal de 1895. Fue el titular de la “Sociedad Francisco Greciet y Buisson” –también conocida como “Sociedad Taller de Carpintería Francisco Greciet y Buisson”–. Al menos en 1902 su “taller de carpintería mecánica y herrería” estaba en el ángulo entre las calles Lersundi y Heros, pero dos años después consta otro en Uribitarte. Sabemos que promovió un complejo que albergaba dos casas de vecindad en la calle Barraíncua –actuales nos 8 y 10–, según planos del maestro de obras José Bilbao Lopategui firmados en 1905, en cuyos bajos instaló su carpintería. En otro orden de cosas, en 1907 era propietario de la mentada zapatería “La Imperial”48, algo que sin duda corrobora la diversificación de sus intereses, así como cierta prosperidad.
Todo apunta a que estos contratistas se establecieron en Bilbao atraídos por la importante actividad habida en el mundo de la construcción y la consiguiente demanda de mano de obra cualificada. De todos modos, algunos, tras unos comienzos prometedores en la capital vizcaína, se trasladaron a otras localidades, donde desarrollaron su profesión. Muy representativa es la figura de Gregorio Iturbe49 Aldalur, natural del municipio guipuzcoano de Azcoitia, donde vio la luz en 1864. En los años ochenta se afincó en Bilbao, donde contrajo matrimonio con Dolores Zulaica Bastiola. Trabajó como contratista de obras de “albañilería y carpintería, herrería y decoración”. Como titular de la empresa “Gregorio Iturbe y Compañía” pidió permiso para erigir una modesta casa de vecindad cuádruple en Bilbao la Vieja, en concreto en la calle Zavala –actual no 19– con trazas del maestro de obras Daniel Escondrillas de 1895. En esa misma vía estuvo radicada su empresa, denominada por entonces “Taller de Carpintería Gregorio Iturbe y Cia. Contratistas de obras”. Diez años después procedió a levantar otro bloque en el Ensanche, entre las calles Lersundi, Alameda Recalde y Barraincua –actuales nos 9, 11 y 13 de la segunda–, a partir de los planos del mentado Iturralde. Este proyecto, mucho más ambicioso que el anterior, obedece a una estética modernista, pero desgraciadamente el edificio ha llegado hasta nosotros muy modificado como consecuencia de una intervención realizada en 1967 bajo la dirección del arquitecto José Antonio Cirión. Así las cosas, una vez más se comprueban las notables diferencias que por lo general distinguieron las promociones erigidas en esas zonas de la ciudad.
Iturbe fue el promotor de estos dos inmuebles, pero también poseyó otras propiedades en la capital vizcaína, aparte de tener negocios de hostelería. Con respecto a lo último, en 1900 se hizo con la fonda “La Unión”, sita en la calle Santa María del Casco Viejo, que rebautizó con el nombre de “Fonda de Benigna”. En 1904, trasladó este establecimiento, que pasó a denominarse “Hotel Continental”, al Arenal no 2. Como contratista consta su participación en las obras de construcción de las casas de la “Sociedad Echevarrieta y Larrinaga” en las calles Juan Ajurriaguerra, Los Heros y Cosme Echevarrieta, para las que cuando menos ejecutó algunas escaleras. Asimismo fue adjudicatario mediante subasta de la antigua Casa de Socorro, próxima a la Iglesia de San Vicente Mártir, diseñada por el arquitecto Enrique Epalza Chanfreau (1861-1930) en 1899.
Ulteriormente esta familia abandonó Bilbao y se trasladó a Madrid, alcanzando gran proyección en el mundo inmobiliario, al frente de la compañía “Propiedad Cooperativa”, instituida en 1912, a través de la cual Iturbe ejerció como contratista y promotor, entre otras, de barriadas de viviendas unifamiliares como la Colonia El Viso en los años veinte y treinta50.
Tal como hemos adelantado, muchas de las empresas fundadas por contratistas de obras fueron de corte familiar, integradas por lo general por hermanos. Aparte de las ya mencionadas, son representativas entre otras las de los Gondra Zabala51 o los Zubia Leceta52, aunque como hemos precisado también hubo muchas firmas creadas y dirigidas por una única persona. Por otro lado, se registran auténticas sagas, cuya actividad en algunos casos se prolongó en el tiempo más allá del período de nuestro estudio.
Uno de los clanes más significativos fue el de los Arana. Hasta donde sabemos el iniciador fue Fernando Arana Bengoechea, activo en los años centrales del siglo XIX. Dos de sus hijos continuaron en el mismo sector, asociados en la firma “Arana Hermanos”. Se trata de Andrés y Santiago Arana Ansotegui, este último padre del político nacionalista Sabino Arana. Pertenecientes a una familia de condición económica desahogada, el primero, nacido en 1826 en la anteiglesia de Abando y fallecido en 1896, fue, al igual que su referido hermano, constructor de buques, apareciendo consignado en la documentación también como “armador” en razón de la posesión de embarcaciones; ocupó el cargo de alcalde de la anteiglesia de Abando en los años sesenta, amén de dedicarse a los trabajos de la construcción propiamente dicha. El pintor Juan de Barroeta lo inmortalizó en un retrato en 1887. En 1846 contrajo matrimonio con Agustina Arana Puente en la Iglesia de San Vicente Mártir de Abando. El hijo primogénito de esta pareja fue el escritor fuerista Vicente Arana Arana. Andrés también poseyó terrenos en distintas zonas de Bilbao –actuales calles Cortes, San Francisco, Campo Volantín, plaza del Mercado, Juan de Ajuriaguerra, Henao, etc.–. En 1880 erigió una casa de vecindad entre las calles Henao y Ercilla, que no ha llegado a nuestros días, proyectada por el maestro de obras José Ramón Aresti53.
Su hijo Santiago Gorgonio Arana Arana54, que vio la luz en Bilbao en 1854, fue un destacado contratista, aunque en algunos documentos aparece consignado como “comerciante”. A principios del siglo XX adquirió un chalet, construido por el citado José María Gurtubay en la Alameda Mazarredo, a partir de un diseño de Fidel Iturria de 1898. Más tarde lo reformó y finalmente lo vendió al médico Luis Usobiaga Otaola55, hijo del mentado Francisco Usobiaga.
En 1900, erigió una casa de vecindad entre medianeras en la calle Henao, diseñada por el maestro de obras José Ramón Urrengoechea (1843-?), que no se conserva en pie, con la que concurrió al primer concurso de fachadas convocado por el Ayuntamiento de Bilbao, no resultando agraciado con premio. Tres años después, el mismo tracista proyectó tres casas cuádruples a petición de este promotor en Zugastinovia, actuales nos 5, 7 y 9. Se trata de inmuebles muy modestos en cuanto a composición y trazado. En esa fecha también sopesó erigir en esa misma vía un chalet, pero finalmente desistió. A principios de los años veinte adquirió una parcela de terreno en la confluencia de las calles Alameda Recalde y Henao, donde erigió otra casa de vecindad –actual no 22 de la primera vía– a partir de un proyecto de Ignacio Smith Ibarra. Se trata de un inmueble, situado en una zona relevante del Ensanche, que es muy diferente a los anteriores, corroborando la importancia del emplazamiento a la hora de optar por esmeradas soluciones estilísticas. Fue diseñado, acorde a los postulados regionalistas, si bien con una marcada sobriedad en sintonía con la fecha de los planos. Con respecto al estilo, resultan explícitos el torreón que corona el ángulo del edificio y numerosos detalles ornamentales –volutas, recortes, etc.–. En relación con el promotor, hay que consignar que las iniciales SA, correspondientes a su nombre y apellido, aparecen en los trabajos de hierro que decoran el montante de la puerta de ingreso al portal (Figs. 6 y 7). La inclusión de referencias de este tipo relacionadas con los dueños de los inmuebles, inequívoco signo de orgullo y propiedad, fue muy frecuente en la arquitectura de la época, especialmente en los accesos como ocurre en este ejemplo. En 1917, Santiago Arana ocupaba el puesto décimo quinto en la lista de mayores contribuyentes por rentas inmobiliarias de Bilbao, cuatro años después el décimo cuarto y en 1931 el quinto56. En principio de lo último se podría inferir que muy probablemente destinó sus promociones al alquiler.
Otra saga fue la de los Orbegozo. Originarios de Guipúzcoa, el primero, Ignacio Orbegozo Macazaga, natural de la localidad de Aia, donde vio la luz en 1862, contrajo matrimonio con Juana Tellería Echevarría, nacida en Elgueta en 1860. Se trasladaron a Vizcaya, residiendo primero en la antigua anteiglesia de Begoña, donde nacieron sus hijos mayores, y después en Bilbao. Él mismo se declaró “carpintero” a la hora de aportar los datos para la confección del padrón municipal de 1895, época en la que residía en la calle Alameda Recalde. Estuvo al frente de la empresa “Ignacio Orbegozo y Compañía”, cuyo “taller mecánico de carpintería” estaba radicado en esa misma vía. Por lo demás, este contratista tuvo otra “tejavana” entre las calles Alameda Recalde y Henao, en terrenos arrendados al mentado Santiago Arana. Ya en 1891 erigió una casa de vecindad entre medianeras en la calle Alameda Recalde, diseñada por Pedro Peláez, que actualmente no se conserva, aparte de poseer otros inmuebles en la capital vizcaína, adquiridos por compra. Vocal de la Junta Directiva de la Escuela de Artes y Oficios, en 1917 ocupaba el puesto septuagésimo sexto en la lista de los mayores contribuyentes de la ciudad57.
Su hijo, José Orbegozo Tellería, nacido en la antigua anteiglesia de Begoña en 1885, siguió los pasos de su progenitor y le sucedió al frente del taller de carpintería de la calle Alameda Recalde, que en 1925 trasladó a otro de nueva planta erigido en la calle Licenciado Poza a partir de un diseño del arquitecto José María Basterra. Formó parte de la Junta de Beneficencia Domiciliaria de la Villa entre 1920 y 1923. Asociado con Andrés Larreátegui, en la “Sociedad Orbegozo y Larreátegui” puso en pie una promoción de tres casas dobles entre las calles Elcano –actuales nos 2 y 4- y Máximo Aguirre no 1 con planos de José María Basterra firmados en 1923. Cuatro años después, el mismo arquitecto rubricó para este contratista otro edificio de viviendas en la primera de las referidas vías, actual no 658. Estos edificios responden a la estética regionalista, tal como delatan los torreones de planta cuadrada que los coronan, los motivos de roseta de los antepechos de los balcones, etc. No obstante, dada su cronología, incorporan simultáneamente detalles art déco en las fachadas.
Naturales del municipio guipuzcoano de Deba eran los Subiñas Egaña, activos en Bilbao desde finales de la centuria decimonónica. Por un lado, consta que Sebastián (n. 1868) ejerció como contratista de obras desde los albores del siglo XX hasta los años cuarenta. Figuró en la lista de los mayores contribuyentes de la ciudad, ocupando en 1917 el puesto sexagésimo primero, mientras que en 1931 estaba en la vigésimo segunda posición. Inicialmente estuvo al frente de la “Sociedad Sebastián Subiñas y Compañía”, que ulteriormente pasó a denominarse “Sociedad Sebastián Subiñas y Hermanos” y finalmente “Sebastián Subiñas e Hijos”. Como promotor erigió varios inmuebles de viviendas que, pese a estar emplazados en el Ensanche, obedecen a soluciones manidas de escasa relevancia. En primer lugar una casa de vecindad doble en la calle Lersundi –actual no 2– con trazas rubricadas por Federico Ugalde en 1905. El técnico dibujó en los planos cierto aparato ornamental en torno a los miradores y en los paramentos en general, algo de lo que, al menos hoy día, carece el alzado, que ofrece un vulgar frente con seis calles, las extremas con sencillas hileras de miradores de madera y las restantes con vanos adintelados y balcones con antepechos de barrotes de hierro (Fig. 8). Un año después el mismo facultativo diseñó para este contratista otra casa entre las calles Heros y Barraincua –actual no 12 de la primera–, materializada con parámetros similares a la anterior, aunque en este caso los paramentos simulan despiece almohadillado. De 1907 datan las trazas de la casa, emplazada entre Juan Ajuriaguerra y Alameda Recalde –actual no 24 de la primera vía– con las mismas recetas. Sin embargo, en 1924 recurrió a Ricardo Bastida Bilbao para el diseño de una casa entre Ercilla y Henao –actual no 5 de la primera– más cuidada que las anteriores. Otros miembros de este clan también invirtieron en la construcción de casas de vecindad en nuestra ciudad; así Santiago (n. 1870), hermano del anterior, fue el promotor de un inmueble de notable empaque, emplazado entre las calles Alameda Recalde, Alameda San Mamés y Fernández del Campo –actuales nos 58 y 60 de la primera–, proyectado por el propio Ugalde en 1928, acorde a recetas regionalistas. En función de lo anterior incorpora abundantes recortes, así como pilastras de orden gigante, amén de un cuidado tratamiento de la embocadura de los portales a base de volutas y orejeras (Fig. 9). En 1931 este contratista también figuraba entre los mayores contribuyentes por rentas inmobiliarias de Bilbao, en su caso en el puesto sexagésimo séptimo59.
Entre los contratistas que alcanzaron más proyección en Bilbao y que a la postre más invirtieron en la promoción inmobiliaria de casas de vecindad en las dos últimas décadas del siglo XIX y los albores del XX ocupa un lugar destacadísimo Francisco Antonio Arana Lupardo (1841-1921). Vio la luz en el municipio vizcaíno de Ugao - Miravalles, donde una calle ostenta su nombre, del que, tal como hemos adelantado, acabó siendo benefactor, costeando la construcción de un hospital. Se instaló en Bilbao en los años sesenta, ejerciendo ya entonces como “contratista” de obras, según reza en la documentación de la época, que también lo tilda de “carpintero”. Amplió pronto su actividad, disponiendo ya en los setenta de almacenes de madera en el muelle de Ripa, no solo en relación con su profesión, sino de cara al suministro de material a terceros, llegando a poseer importantes aserraderos y talleres mecánicos “para la preparación y elaboración de ensamblajes, molduras de todas clases, jambas, rodapiés, tapajuntas, etc.”. En 1862 contrajo matrimonio con Cornelia Azcue en la Iglesia de San Pedro de la antigua anteiglesia de Deusto. Enviudó pronto y casó por segunda vez con Claudia Mendivil Mendivil, con quien tuvo varios hijos en las décadas de los setenta y ochenta, entre ellos Mario Arana Mendívil (1884-1931), alcalde nacionalista de Bilbao en el segundo decenio del siglo XX. En los noventa la familia vivía en la Gran Vía y a la hora de aportar la información para confeccionar el padrón municipal de 1895 Arana Lupardo se declaró “comerciante”.
También fue importador de maderas60 y carbón y, como acabamos de indicar, estuvo al frente de aserraderos, englobados dentro de la “Sociedad Arana Lupardo y Compañía”, integrada por él mismo, Antonio Sagarminaga y Ernesto Bourgeaud, firma que contó con una sucursal en Madrid, aparte de participar en otras empresas ligadas a la construcción.
Su trayectoria vital deja constancia de un hombre hecho a sí mismo que hizo incursiones en otros sectores. Así, su nombre figura entre los fundadores de “Aguirre, Chávarri y Cia.,” ligada a la promoción inmobiliaria en Getxo; la “Sociedad de Fomento de la cría de caballar Vizcaína” fundada en 1889; la sociedad anónima “Bolsa de Bilbao” nacida en 1891; la fábrica “La Basconia”, creada en 1892, destinada inicialmente a la producción de hojalata para las conserveras y, más tarde, a acero laminado; etc. También fue accionista de la “Sociedad de Metalurgia y Construcciones La Vizcaya” e incluso tuvo ciertos intereses en la minería del hierro. Con respecto a lo último, en los años ochenta ya tenía relación con industriales destacados de ese sector como la sociedad “Ybarra Hermanos y Compañía”, estando vinculado a la mina “Parcocha”. Perteneció al consejo directivo de la “Minero Siderúrgica de Ponferrada”, fundada en 1918 por José Luis de Ussía y Cubas, conde de los Gaitanes. Los intereses de Arana Lupardo en la minería y su relación con la familia Chávarri Salazar están en el origen de su presencia en la denominada “Liga de Productores”, instituida en 1894, de cuya junta directiva formó parte. Por lo demás, fue miembro de la sociedad “El Sitio” y concejal del Ayuntamiento de Bilbao en representación del Partido Demócrata Liberal entre 1883 y 1885, siendo alcalde Eduardo Victoria de Lecea. En otro orden de cosas posó para el pintor Juan Barroeta quien lo retrató en formato de busto en 1896.
Por lo que respecta a la promoción de casas de vecindad, erigió cuando menos diez inmuebles. Así, consta que en 1879 encargó una casa doble en el ángulo entre la plaza del Ensanche y la calle Henao –actual no 9 de la primera– al maestro de obras José Ramón Aresti. Por otro lado, adquirió varios solares en la manzana no 8 del Ensanche, donde también erigió inmuebles de viviendas. En 1882 promovió dos casas dobles entre medianeras en la calle Uribitarte –antiguos nos 3 y 5, que no han llegado hasta nosotros– a partir de los planos del maestro de obras Lope de Uribe y en 1891 levantó en el patio interior de este complejo otros dos, –antiguos Uribitarte no 3 bis y 5 bis–, a partir de trazas de Daniel de Escondrillas, que tampoco subsisten. Por las mismas fechas, encargó otros dos inmuebles al arquitecto Julián de Zubizarreta que en este caso se conservan en pie, aunque muy alterados, uno en la calle Ayala –no 1–, proyectado en 1883, y el otro, que acoge tres casas, en la calle Gardoqui –actuales nos 3, 5 y 7–, diseñado en 1892. Asimismo, en 1904 solicitó a José María Basterra la traza de otra casa de vecindad entre las calles Buenos Aires y Villarias, que no ha llegado hasta nosotros. En 1906 en los bajos de esta última promoción instaló las oficinas de su empresa que hasta entonces habían estado en la calle Berastegui. No obstante, este solar ya era propiedad del industrial anteriormente, ya que, por lo menos en 1883, tenía allí un taller mecánico. Fue dueño de otros almacenes y tejavanas vinculados a su actividad en distintos puntos de la ciudad como la calle Colón de Larreátegui, en la llamada Vega de San Mamés junto a la línea del ferrocarril Bilbao Portugalete, etc.
Sin embargo, ninguna de las casas de vecindad promovidas por este contratista, pese a estar levantadas en el Ensanche, destaca especialmente en cuanto a la composición del alzado o el trazado. Lo último puede que fuera una imposición del propio Arana, ya que por lo general los proyectos de alguno de los tracistas a los que encomendó sus promociones, caso de Zubizarreta, destacan por su calidad. Las características de estos edificios y los avatares que los rodearon en algún caso, en concreto el de la calle Gardoqui, que claramente contravino las ordenanzas municipales en el número de alturas –cinco en lugar de las cuatro reglamentarias–, ocasionando una importante polémica y cambios en la normativa, demostrarían un decidido empeño en la especulación y en alcanzar el mayor rendimiento posible por parte de este promotor, aparte de sus contactos e influencias en el propio consistorio. Pese a todo, tanto este último inmueble como el de la calle Ayala cuentan con magníficas puertas en el ingreso principal de los portales, que no es arriesgado pensar que debieron ser fabricadas en el taller del propio promotor (Fig. 10).
Francisco Arana figuró en la lista de los mayores propietarios de Bilbao y su entorno. Concretamente en 1893 su compañía ocupaba el puesto cuadragésimo segundo y estaba en posesión de dieciséis inmuebles destinados al alquiler, aunque no todos estaban situados en la capital vizcaína. En 1917 le correspondía el puesto undécimo dentro de ese elenco. Poseía también numerosos inmuebles en Sestao, donde una calle lleva su nombre, y Baracaldo tanto a título particular como bajo la denominación de la compañía que presidía, al tiempo que consta que en 1894 compró a Leonardo Chávarri una casa en el barrio de Lamiaco en Getxo, por una cantidad de 20 000 ptas. Asimismo entre sus posesiones figuró la dehesa “Villadrando” en el municipio de Cordobilla la Real (Palencia), aparte de las fincas “Ceña” y “Fresneda” en el término de Valdecañas de esa misma provincia
Como contratista y en lo tocante exclusivamente al tipo de inmuebles que nos ocupa, sabemos que estuvo al frente de la construcción de las aludidas casas de los Allende en la Gran Vía, cuyo contrato fue firmado en 188361, si bien otros documentos siembran cierta confusión al respecto, ya que parecen indicar que ese papel correspondió a Luis Iza62.
A la misma generación que Arana Lupardo pertenecen los mentados Juan Alonso Fuldain, nacido en Bilbao en 184463, y Francisco Usobiaga Olave, que vio la luz en la localidad guipuzcoana de Motrico en 184064. Se trata igualmente de contratistas con peso y relevancia en la capital vizcaína, aunque invirtieron de forma desigual en la construcción de edificios de viviendas.
El primero era hijo de Manuel Alonso Torres, natural de Zamora, mientras que su madre, Fermina Fuldaín Larrumbe era del municipio vizcaíno de Sondika. Fue bautizado en la actual Catedral de Santiago de Bilbao el citado año de 1844 y veinte años después contrajo matrimonio con Ezequiela Alzaga Barua en la Iglesia de San Nicolás del Arenal bilbaíno. Inicialmente estuvo al frente de una panadería denominada “Alonso Hermanos”, situada en la calle Iturribide, que contaba con establecimientos de venta en otros puntos de la ciudad. En 1880 ese negocio fue adquirido por Santiago Gallastegui y en relación con el mismo cabe señalar que allí empezó a trabajar el futuro industrial Juan José Irala, impulsor más tarde de la barriada de Iralabarri, que estaba emparentado con los Alonso Fuldaín.
Alonso fue un destacado contratista que acometió proyectos y obras notables que corroboran la solvencia e importancia de su empresa, denominada “Hijos de Alonso”, de la que fue titular y en la que participaron al menos dos de sus hermanos, Natalio (1847-1885) y Rafael (nacido en 1855). Se trataba de una firma dedicada principalmente a la contratación y ejecución de obras públicas, aunque también se involucró en el negocio inmobiliario y en el arriendo de impuestos municipales. Entre otras cosas, en la década de los ochenta fueron concesionarios de los trabajos para acondicionar “los muelles de la mitad superior de la ría de Bilbao” para el atraque de buques mercantes. Igualmente, en razón de la naturaleza de alguna de estas obras, en ocasiones aparece identificado en la documentación como “contratista de obras del Estado en el municipio”, mientras que su capital económico le permitió acceder a diversas propiedades inmobiliarias. En el momento de su fallecimiento, en 1888, Alonso era concejal del Ayuntamiento de Bilbao y se había hecho con la contrata de la construcción del ferrocarril que enlazaba las localidades de Cortes (Navarra) y Borja (Zaragoza), obras que después subcontrató a terceros y que completó su hermano Rafael en 1889. Precisamente Alonso Fuldaín murió como consecuencia de un desgraciado accidente, cuando inspeccionaba dichos trabajos. Cabe igualmente mencionar que el músico Joaquín Liso Torres (1864-1916) compuso la marcha fúnebre “Triste recuerdo” en memoria del contratista que nos ocupa. Por otro lado, tras su defunción, el consistorio bilbaíno recibió un mensaje de condolencia de la corporación municipal de Agón (Zaragoza), con la que Alonso había tenido relación. Al igual que sus hermanos fue de ideología republicana. Con respecto a los últimos, Natalio, que contrajo matrimonio con Lucila Arana, hermana del fundador del Partido Nacionalista Vasco, también fue concejal del Ayuntamiento de Bilbao y diputado provincial, mientras que Rafael ostentó el segundo de esos cargos.
En los años ochenta, Alonso Fuldaín promovió un total de siete casas repartidas por tres puntos de la ciudad. Por un lado adquirió terrenos en Bilbao la Vieja, concretamente entre las calles Hernani y Lamana, donde erigió varias edificaciones. Las dos primeras fueron diseñadas por el maestro de obras José Ramón Aresti con una gran sencillez en la calle Hernani –actuales nos 18 y 20– en 1880. Ese mismo año, el arquitecto Julio Saracíbar, quien se convirtió en su técnico de confianza tras el óbito del anterior, firmó el proyecto de otras dos casas entre medianeras en aquella misma vía. Junto a sus hermanos levantó dos casas en la calle María Muñoz del Casco Viejo, una vía recién abierta por entonces. Se trata de los nos 8 y 10, cuyas trazas también fueron firmadas por el propio Saracíbar. Estos edificios ofrecen un tratamiento ornamental más depurado. En esta dirección es significativa la inclusión en el plano de alzado del segundo de un pequeño chapitel a modo de remate de la hilera de miradores que enfatizaba el ángulo de la edificación. Se trata de un motivo muy característico de ese tracista. Finalmente puso en pie las actuales casas nos 8 y 10 de la calle Jardines, también en el Casco Viejo, a partir de planos rubricados por el mismo facultativo en 1883. Estas casas que estaban prácticamente terminadas en septiembre de 1884, se erigieron de forma prácticamente simultánea. A posteriori, el primero de estos edificios pasó a ser propiedad de José María Lizana, marqués de Casa Torre. La segunda, que hace esquina con la calle Bidebarrieta, es un magnífico edificio de estética neorrenacentista, donde acabó instalado el domicilio de la familia Alonso Alzaga. Se trata de una parcela inusualmente amplia para lo habitual en el Casco Viejo y en la confluencia de dos vías, circunstancias que, junto a la categoría de las propias calles, favorecieron un diseño muy cuidado.
De lo dicho se desprende que este contratista no levantó inmuebles en el Ensanche, centrando su atención en la parte antigua de la ciudad. Hay que tener en cuenta la tardía ocupación de la zona anexionada, tal como hemos adelantado, y simultáneamente el temprano fallecimiento de Alonso, así como la resistencia por parte de la población a establecerse en aquel paraje, algo muy extendido entre la clase alta durante un tiempo, especialmente en estas fechas tempranas que corresponden con la actividad de Alonso.
Grandes diferencias separan a estos siete inmuebles, ya que parece que los primeros respondieron a intereses meramente especulativos, tratando de aminorar los gastos de la construcción, centrándose en la rentabilidad de los alquileres. Por el contrario, las casas de las calles María Muñoz y sobre todo la de Jardines no 10 corroboran un mayor desembolso y un indudable afán por la consecución de una imagen de representatividad y distinción por parte del comitente. En este sentido, es ilustrativo el hecho de que Alonso junto a Lino Garay invocó la cuestión del ornato público en 1881, en referencia a las edificaciones que ambos habían erigido en la calle María Muñoz. Se trata de una inquietud que el contratista que nos ocupa también manifestó en su condición de concejal del consistorio bilbaíno, cuando en 1887, junto al también edil Celestino Bengoechea, denunció la situación y el lamentable aspecto que presentaba por entonces la mentada Iglesia de San Nicolás, algo que consideraban poco decoroso, dado su emplazamiento en un punto tan relevante de la ciudad como el Paseo del Arenal. Por ello propusieron que el Ayuntamiento urgiera a los responsables del templo a pedir fondos a “los vecinos y feligreses de aquella parroquia ricos en bienes y todos ellos almas piadosas y de buena voluntad con el fin de que se ayude a conservar decorosamente” aquel edificio65.
Especialmente significativo es, como hemos adelantado, el edificio de la calle Jardines no 10, una casa doble que ocupa un solar en ángulo delimitado por esa vía y la de Bidebarrieta66. Su erección forma parte de la importante renovación arquitectónica experimentada por esa zona en el período objeto de estudio. Se trata de una construcción de planta baja, tres alturas y una cuarta retranqueada que, como se ha señalado, responde a la estética neorrenacentista, en función de la proliferación de huecos de medio punto, que cuentan con roscas resaltadas por una sucesión de discos, claves de fuerte molduración, etc. Este estilo arraigó en España en los años cuarenta de la centuria decimonónica, tras el triunfo de Narciso Pascual Colomer en el concurso para la construcción del Congreso de los Diputados en Madrid en 1842. Saracíbar se adhirió a esta corriente, tal como corroboran diversos proyectos suyos como el presente, aunque fue un arquitecto ecléctico, que en muchas ocasiones, incluida la presente, actuó con una gran libertad. Mención especial merece la solución de la confluencia entre las dos fachadas, resuelta con una suave curva mediante una especie de fuste cilíndrico acabado a modo de aparejo almohadillado en el primer piso y con un tratamiento unitario a base de acanaladuras en el tramo correspondiente al segundo y tercero. Este motivo está delimitado por cadenas conformadas por piezas cajeadas, alineadas con columnillas pareadas en el primer nivel (Fig. 11).
Por un lado, la entrada al inmueble está rasgada en el eje extremo de la fachada a la calle Jardines, contiguo al edificio colindante. El portal, de grandes dimensiones y cuidado diseño, tiene un trazado en L67 y desemboca en la caja de la escalera de comunicación vertical, que es de planta circular, algo permitido por las ordenanzas vigentes a principios de los años ochenta. Esta solución favorece las posibilidades de los locales comerciales, para los que de este modo quedó reservado todo el flanco de la calle Bidebarrieta y la zona inmediata hacia Jardines, es decir la más atractiva a la hora de atraer la atención de los viandantes. Asimismo deja patente el deseo de un aprovechamiento máximo del espacio en beneficio de las propias lonjas. Por otro lado, la decoración interior de las viviendas fue muy esmerada incorporando chimeneas, intercolumnios, murales en algunos techos, etc.
Usobiaga ya estaba afincado en la capital vizcaína a finales de los años sesenta de la centuria decimonónica, interviniendo como contratista en diferentes trabajos. Así, en 1877, en su condición de “cantero”, fue rematante de las obras de reposición del Puente de Ariz en la carretera Bilbao - Durango. En la misma dirección varios documentos avalan su participación en los trabajos de pavimentación de diferentes calles de Bilbao. En 1895, cuando llevaba treinta años residiendo en la capital vizcaína, se declaró “contratista” a la hora de cumplimentar el padrón municipal. Entonces vivía en un inmueble del Muelle de Marzana, aunque posteriormente trasladó su domicilio al edificio de la calle Licenciado Poza que promovió a partir de un diseño del maestro de obras José Bilbao Lopategui, fechado en febrero de 1902. En mayo del siguiente año esta casa estaba terminada y el Ayuntamiento autorizó su habitabilidad.
Igualmente fue copropietario, junto con el también contratista Ramón de Arriola y José Begoña, de un solar situado entre las calles Hurtado de Amézaga y Fernández del Campo. Formó parte de la “Sociedad Gavidia, Usobiaga e Hijos” y de la “Sociedad Olavarría, Usobiaga, y Compañía”, dedicada al almacenamiento de cereales en varios establecimientos de La Casilla y la calle Elcano. No obstante, trasladaron estos depósitos a los bajos de la casa del personaje que nos ocupa en la calle Licenciado Poza, una vez que esta quedó terminada, pero en cualquier caso lo último fue algo provisional, ya que la firma se disolvió en 1913. Por último fue vocal de la Cámara de la Propiedad Urbana, figurando entre los cien mayores contribuyentes de la ciudad. Concretamente, en 1917 ocupaba el puesto cuadragésimo tercero. Estas actividades y circunstancias revelan que, al margen de la construcción, este contratista también hizo incursiones en otros sectores de la economía y que a lo largo de su vida adquirió por compra diversos inmuebles68.
Los planos de la casa de la calle Licenciado Poza no 2 datan de comienzos del siglo XX, cuando ya habían disminuido las reticencias de las clases pudientes hacia esta zona de la ciudad, cosa extensible al propio Usobiaga que, como hemos adelantado, trasladó su domicilio desde los aledaños del Casco Viejo a este punto. El frente consta de seis calles, las extremas dotadas de miradores y las intermedias con balcones (Fig. 12). Incorpora abundante decoración vegetal de tallos ondulantes, flores y girasoles en distintas partes de los paramentos, bases de los balcones, capiteles, pilastras, etc., así como en las piezas de hierro de los antepechos y sobrepuertas Igualmente incluye molduras ultrasemicirculares en torno a varios huecos, mientras que también hay algunos vanos en mitra y otros mixtilíneos, que igualmente se pueden poner en relación con la estética modernista del inmueble, mientras que la carpintería de madera incluye detalles y decoración de látigo. Lo dicho hasta aquí se extiende al trazado del zaguán de ingreso, dividido en tres tramos, los extremos rectilíneos y el intermedio ochavado, cuyo centro está interceptado por una columna de hierro de fundición, consecuencia de la solución escogida para la estructura del edificio y del deseo de conseguir espacios más diáfanos y unitarios en los bajos comerciales (Fig. 13). El diseño de los empanelados de madera que forran la parte inferior de las paredes, así como la puerta que establece la separación con la escalera cuenta con abundantes detalles ondulantes.
Este inmueble, emplazado en pleno Ensanche, ejemplifica claramente la apuesta por un esmerado proyecto, algo que, como hemos adelantado, no se limitó exclusivamente a la fachada, sino que también es evidente en el portal. El edificio ha sufrido diversas intervenciones y trabajos de restauración a lo lago del tiempo que han supuesto cambios respecto a la fisonomía original, especialmente en lo tocante a los miradores y sus remates (Fig. 14). Fue rehabilitado con un proyecto del arquitecto José Antonio Martínez Añón, aprobado en 200369, aunque se conservó el acabado del portal (Fig. 15). Hemos localizado algunas imágenes del interior de las primitivas viviendas que no parece que tuvieran una decoración especialmente singular70.
A una generación más joven que Alonso Fuldaín y Usobiaga pertenecía Patricio Bilbao Goicoechea (1865-1944), figura muy destacada en el mundo de la construcción de la capital vizcaína y a su vez promotor de un gran número de casas de vecindad. Su actividad se centró en el período finisecular y sobre todo en la primera parte del XX, superando el límite de la presente investigación. Nació en la antigua anteiglesia de Begoña, hijo de José Bilbao Urdampilleta y de María Antonia Goicoechea Oyarzún. En 1887 contrajo matrimonio con María Hospitalet Aizpurua en la citada anteiglesia, donde vieron la luz los hijos de la pareja, incluido el mentado arquitecto Tomás Bilbao. En este caso la relación paterno filial fue complicada como consecuencia de las desavenencias políticas que los separaban y otros asuntos de índole familiar. Acumuló un importante capital y figuró entre los mayores contribuyentes de la ciudad por rentas inmobiliarias, ocupando el puesto septuagésimo quinto en 1917 y el octogésimo séptimo en 1921.
En 1895 el propio Patricio Bilbao se declaró “albañil”. Por entonces vivía en la calle Castaños. Sin embargo, en 1925 su domicilio comercial estaba radicado en las Calzadas de Begoña. Su empresa llegó a contar con cuarenta trabajadores. Como promotor también erigió inmuebles en el municipio vizcaíno de Getxo. Por lo que atañe a la capital vizcaína costeó diez casas de vecindad, aparte de otro tipo de construcciones, durante el período que nos ocupa. De la primera que tenemos constancia es la actual no 4 de la calle Euskalduna, diseñada por el maestro de obras Juan Ángel Iturralde Bolinaga en 1895. Este mismo técnico firmó los planos de otros dos inmuebles de este tipo en la calle Elcano, el primero –actual no 31– en 1896 y el segundo en 1899. Cuatro años más tarde este maestro de obras fue el artífice de dos casas en la calle Diputación –actuales nos 1 y 3– y en 1906 rubricó los planos de otro edificio en la calle Marqués del Puerto71. En 1918 comienza la construcción del situado en el ángulo entre las calles Ercilla y Colón de Larreátegui –actual no 20 de la primera–. Por entonces el arquitecto Manuel María de Smith, con el que Patricio Bilbao colaboró en numerosas ocasiones, corrió a cargo del proyecto para las obras de cimentación y el sótano del inmueble, un magnífico edificio de estética regionalista, pero el resto de la obra corrió a cargo del citado Tomás Bilbao. Se trata de una grandiosa construcción con una composición y ornamentación mucho más depurada que las anteriores (Fig. 15). Su propio hijo también fue el autor de la casa situada en el ángulo entre las calles Diputación y Rodríguez Arias –actuales nos 12 y 2 repectivamente-. Por último, en 1931 comenzaron las obras de la casa situada entre Alameda Recalde y Licenciado Poza –actual no 48 de la primera–, ideada por Manuel María de Smith, donde a posteriori el promotor instaló su domicilio. Estos últimos inmuebles son ejemplos tempranos del racionalismo en la Villa, de ahí su austeridad general. Estas tres últimas construcciones son mucho más ambiciosas que las siete anteriores, pese a que todas están ubicadas en el Ensanche. No obstante, las más tardías ocupan parcelas en ángulo entre dos calles, algo que favorecía diseños más efectistas como corrobora el torreón angular de la casa de Ercilla no 20, y están situadas en puntos más relevantes del propio Ensanche, mientras que las primeras eran inmuebles entre medianeras en vías de ordinario menos importantes.
Patricio Bilbao promovió y fue propietario de otro tipo de construcciones. En otro orden de cosas, como contratista materializó y participó en numerosas obras, incluidas las casas de Ramón de la Sota (1919) en la Gran Vía, compartiendo inclinaciones políticas con este promotor, que también era nacionalista. De hecho, el propio contratista fue concejal en representación de ese partido en el Ayuntamiento de Bilbao entre 1916 y 191772.
Otros contratistas contemporáneos de Bilbao Goicoechea no se prodigaron tanto en el negocio de la promoción inmobiliaria, pese a estar al frente de firmas muy relevantes, haber hecho incursiones en otros sectores de la economía y ostentar una posición económica muy desahogada. Sirven de ejemplo Jerónimo73 Ochandiano, la “Sociedad Gamboa y Domingo” o José y Eduardo Anduiza Goicoechea. Todos ellos promovieron un único edificio de viviendas a lo largo del arco cronológico de la presente investigación.
Ochandiano Larrea intervino en numerosas obras en Bilbao en los últimos años del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX, al igual que en otros puntos de la provincia. Con respecto a lo último fue el “contratista de cantería” del palacio de Lucas Urquijo, diseñado por Achúcarro en Santurce, actualmente convertido en hotel. Reza como “contratista” en parte de la documentación y en ocasiones como “cantero”. Independientemente de lo anterior, tuvo vinculación con el sector minero, apareciendo a veces como “explotador de la mina Malaespera”, mientras que en 1914 figuraba como propietario de las minas “Augusta” y “Encantada” de Galdames. Su empresa “Ochandiano y Compañía” fue la responsable de la construcción del ferrocarril San Sebastián - Irún entre 1910 y 1914. Tras su muerte, acaecida en 1920, sus descendientes continuaron como contratistas de obras bajo la denominación “Viuda e Hijos de J Ochandiano”, corriendo a su cargo, entre otras cosas, la construcción del antiguo “Banco de Bilbao”, sito entre la Gran Vía, la Alameda Mazarredo y la calle Ledesma. Por lo que atañe a las casas de vecindad, sabemos que fue el responsable de la reedificación de la de Magdalena Olivares en la calle Ascao. Atesoró un importante patrimonio inmobiliario, de hecho en 1917, ocupaba el octavo puesto dentro de los mayores contribuyentes por rentas de la ciudad. De todos modos, el análisis de la documentación induce a concluir que la mayor parte de esas propiedades fueron adquiridas mediante compra, ya que, como hemos señalado, solo consta como promotor de un único inmueble.
Por lo que atañe al plano personal, Ochandiano era natural del municipio alavés de Aramaio, donde vio la luz en 1861. Instalado en la capital vizcaína, al igual que muchos de sus hermanos, a comienzos de los años ochenta, contrajo matrimonio con Mamerta Asporoza Gorronzarri en la Iglesia de la Purísima Concepción de Elorrio en 1886. En 1907 acometió una importante reforma y levante en un edificio preexistente en la calle Hurtado de Amézaga –actual no 26– a partir de los planos de Ángel Iturralde, a cuya compañía había adquirido el contratista el edificio. En origen era una “casa de campo”, conocida como “Mayor de Santa Clara”, dotada de jardín y huerta. Ulteriormente se convirtió en el “Colegio de San Antonio”. Se trata de un magnífico inmueble con detalles compositivos afrancesados, caso del chapitel que corona la calle central de la fachada. Sin embargo, también incluye detalles modernistas en los antepechos de los balcones, recerco del hueco de acceso al portal y en la propia puerta, realzada por estilizados motivos florales y líneas curvas en parte de sus paños, así como en la barandilla de hierro de la escalera. Por otro lado, el alzado cuenta con las barras y discos característicos de la corriente sezesionista (Figs. 16 y 17.). No obstante, el domicilio del titular estuvo en un piso de la calle Colón de Larreátegui, es decir que no se decantó por trasladarlo a esta distinguida edificación74.
La “Sociedad Gamboa y Domingo”, cuya intensa actividad en la capital vizcaína se registra desde la segunda década del siglo XX, durante el período de estudio de la presente investigación levantó un único inmueble bajo la titularidad de su razón social75. Se trata del actual no 44 de la calle Henao, diseñado en 1924 por Ricardo Bastida con muchos detalles déco. Se anunciaban como “Constructores de obras de hormigón armado y obras generales”, al tiempo que también fabricaban baldosas de cemento. Tenían oficinas en la Gran Vía, mientras que los talleres estaban radicados en la calle Máximo Aguirre. Entre otras muchas obras fueron los contratistas del edificio de viviendas de Manuel Lezama Leguizamón en la Gran Vía nos 58 y 60, diseñado en 1920 por el propio Bastida en colaboración con José María Basterra76. En 1929 quedó constituida como “Construcciones Gamboa y Domingo S.A.”, cuyo consejo de administración estaba presidido por Gabriel María de Ibarra, siendo vicepresidente Marino Gamboa77. Esta empresa también tuvo filial en Madrid y fue responsable y artífice de importantes infraestructuras de nuestro país.
Los Anduiza Goicoechea pertenecían a una familia con larga tradición en la arquitectura y la construcción. Eran nietos del mentado contratista Natalio Anduiza, hijos del arquitecto Atanasio Anduiza y cuñados del reputado empresario Víctor Chávarri Salazar. Cursaron la carrera de Ingeniería y estuvieron al frente de una firma constructora, especializada en hormigón armado. En 1928 promovieron una espectacular casa de vecindad en el Parque de Casilda Iturrizar, actual calle Teófilo Guiard no 1. Los artífices del proyecto de este edificio regionalista fueron Rafael de Garamendi Ordeñana (1882–1945) y el mentado José María Basterra78. Su fachada principal responde a un esquema en H, pues está flanqueada por dos torreones que tienen la particularidad de ser distintos, cosa que aporta cierta frescura al alzado que, de este modo, huye de lo repetitivo. En la misma línea apuntan la variedad del formato y tamaño de los huecos. Por lo demás, los cuerpos de miradores de obra, el orden gigante de pilastras que los recorre, la molduración de los recercos, etc. reinterpretan soluciones barrocas, algo consustancial al estilo del inmueble. Hay que resaltar también la nobleza de los materiales, así como algunas particularidades del trazado, puesto que los últimos pisos responden a triplex, ya que se extienden a lo largo de tres plantas. Su portal corresponde a la misma impronta, destacando, entre otras cosas el esmerado diseño de su puerta enrejada (Fig. 18). Alrededor de esa misma fecha el nombre de los Anduiza Goicoechea aparece rotulado en la leyenda de los planos iniciales del complejo de unas casas de vecindad situadas entre las calles Gordóniz y Zugastinovia, terreno antaño ocupado por la fábrica de plata de su hermano Alfredo Anduiza, quien también promovió alguna casa de vecindad. No obstante, la construcción, tal como anunciamos, figuró finalmente a nombre de su sobrino Víctor Chavarri Anduiza, marqués de Triano.
Por último, creemos que hay que profundizar en que pese a que, como ha quedado explicado, el colectivo que nos ocupa, al igual que la mayoría de los promotores, de ordinario se inclinaron por soluciones más cuidadas y, por ende, costosas en las casas que levantaron en la zona del Ensanche, lo cierto es que no siempre fue así, algo patente en los mentados edificios costeados por Sebastián Subiñas. También son ilustrativas las casas puestas en marcha por Antolín Goicoechea Azpitarte, quien promovió varios inmuebles en la zona anexionada, algunos con fachadas de cuidada decoración, pero otros carecen de esos aditamentos y no revisten mayor interés. Este contratista de carpintería nació en la localidad vizcaína de Garai en 1857, estuvo activo en la capital vizcaína en los años ochenta y noventa hasta su fallecimiento en 1896. En su caso, en ocasiones aparece etiquetado como “carpintero” y otras como “contratista”. Primero estuvo asociado con Teodoro Onagoitia y posteriormente con su pariente Enrique Azpitarte al frente del taller “Goicoechea y Azpitarte”, especializado en “ebanistería y carpintería”, sito en la calle Hernani. Su nombre también figura vinculado a tejeras y hornos para fabricar ladrillos y tejas, aparte de poseer “tabernas” y cafés, algunos de estos establecimientos hosteleros ocuparon los bajos de los inmuebles que él erigió.
Como promotor levantó inmuebles de viviendas en Bilbao la Vieja y el Ensanche, así como en el barrio baracaldés de Luchana. Uno de los edificios erigidos en terrenos de la antigua anteiglesia de Abando –actual Lersundi no 6– tiene un notable alzado, en el que destaca la ornamentación de la imponente galería de madera que lo preside, aderezada con abundante molduración de composiciones semicirculares. Por otro lado, presenta huecos delimitados por pilastras y bellos bustos en los dinteles. Resulta especialmente llamativo el acabado de los bajos, que han llegado un tanto alterados hasta nosotros, pese a lo cual todavía se rastrea la composición a base de vanos de herradura y de medio punto, entre otros, con roscas realzadas por rosetas y que a nivel de los salmeres exhiben unas curiosas cabezas de animales fantásticos con las fauces abiertas (Figs. 19 y 20). Este edificio fue diseñado en 1886 por el maestro de obras Benito Barrenechea Mimenza (1824-?), quien, así las cosas, cuajó un frente con una importante componente de representatividad
Dos años más tarde, el mismo tracista ideó el proyecto de otra casa muy cercana a la anterior por encargo del mismo promotor. Se trata del actual inmueble de la calle Heros no 7, que inicialmente formaba parte de una promoción de dos casas contiguas, de las que solo se conserva en pie una. En esta ocasión el análisis de los planos conservados entre la documentación municipal corrobora un alzado igualmente cuidado, en el que también destacaba el diseño de las hileras de miradores de madera. Sin embargo, a la hora de materializar la construcción claramente se renunció a incorporar gran parte de ese repertorio ornamental, muy probablemente con la intención de abaratar costes.
En otro orden de cosas, Goicoechea también fue promotor de una casa en la calle Laguna de Bilbao la Vieja, diseñada por Julio Saracíbar en 1885, y a finales de esa década puso en marcha varias casas para “obreros” en la calle Zavala en la misma zona que, como ha quedado explicado, experimentó un gran crecimiento por esas fechas y donde se alojó buena parte del contingente de emigrantes llegados a la capital vizcaína. Estas construcciones obedecen a recetas sencillas y estereotipadas, similares a las dominantes en ese paraje de la ciudad.
A pesar de desarrollar una notable actividad como promotor y pese a la relevancia de alguna de las edificaciones que costeó como el citado inmueble de la calle Lersundi, hasta donde sabemos este contratista estuvo avecindado en la antigua anteiglesia de Begoña, de manera que no optó por instalar su domicilio en alguna de las casas a las que hemos aludido79.
Lo recogido hasta aquí deja constancia de la importante actividad desplegada por los contratistas de obras en la promoción inmobiliaria en la capital vizcaína, algunas de cuyas casas de vecindad más significadas, fueron erigidas por este colectivo entre los años finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Las numerosas noticias inéditas cotejadas en el presente artículo arrojan luz sobre ellos y sus estrategias a la hora de promover viviendas y lógicamente sobre su quehacer y trayectoria vital, de los que en la inmensa mayoría de los casos apenas existían conocimiento hasta ahora.
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3 Sobre el Plan de Ensanche véase ACHÚCARRO, Severino; ALZOLA, Pablo y HOFFMEYER, Ernesto, Memoria del Proyecto de Ensanche de Bilbao, Bilbao, 1878, Imprenta, Litografía y Librería Juan E. Delmas. CENICACELAYA, Javier y SALOÑA, Íñigo, “La ciudad del siglo XIX y el Proyecto de Ensanche para Bilbao”, en Memoria del Proyecto de Ensanche de Bilbao 1876. Alzola, Achúcarro y Hoffmeyer, Bilbao, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos, Técnicos de Vizcaya, 1988, pp. 7-25.
4 BASURTO FERRO, Nieves, “El primer Ensanche de Bilbao. Oportunismo y vacío legal”, Vasconia. Cuadernos de Historia y Geografía, 21, (1993), p. 233.
5 GARCÍA MERINO, Luis Vicente, La formación de una ciudad industrial, el despegue urbano de Bilbao, Bilbao, Instituto Vasco de Administración Pública, 1987, pp. 674-676.
6 Proyecto de Ordenanzas de la construcción vigente en el Casco y el Ensanche de la I. Villa de Bilbao, Bilbao, Imprenta M. Estefanía, 1885.
7 BASURTO FERRO, Nieves, Los maestros de obras en la construcción de la ciudad. Bilbao 1876-1910, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia y Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Bizkaia, 1999, p. 38.
8 No obstante, varios miembros de la oligarquía industrial vizcaína fueron propietarios de fincas urbanas. Por nuestra parte, hemos comprobado que en la mayoría de los casos se trataba de edificios heredados de sus antepasados, es decir que no habían sido promovidos por ellos mismos. En cualquier caso, las listas de los mayores contribuyentes de la ciudad por ese concepto están copadas principalmente por miembros de la pequeña y mediana burguesía, cuestión de la que se han hecho eco algunos investigadores. ALONSO OLEA, Eduardo José y BEASCOECHEA GANGOITI, José María, “Fiscalidad territorial y propiedad urbana en el País Vasco. Los años finales del siglo XIX”, Vasconia, 25 (1988), p. 33.
9 Archivo Histórico Foral de Bizkaia [en adelante AHFB], Municipal, Bilbao, Sección 1, Legajo 200, Expediente 10.
10 AHFB, MB, Sección 2, Legajo 138, Expediente 12. Este edificio se conserva, pero ha sido totalmente remodelado, siendo en la actualidad la sede de la oficina principal de la BBK.Véase una imagen del aspecto original de la fachada principal de este inmueble en MAS SERRA, Elías, “La sede de la oficina principal de la BBK”, Bilbao, junio (2007), p. 6.
11 AHFB, MB, Sección 4, Legajo 72, Expediente 7.
12 AHFB, MB, Sección 4, Legajo 202, Expediente 1.
13 AHFB, MB, Sección, 4, Legajo 174, Expediente 6.
14 AHFB, MB, Sección 4, Legajo 13, Expediente 39.
15 ALONSO OLEA, Eduardo José, Víctor Chávarri (1854-1900). Una biografía, Zarauz, 2005, Ayuntamiento de Portugalete y Eusko Ikaskuntza, pp. 122-123.
16 Para todo lo referente a este palacio de los Chávarri véase PALIZA MONDUATE, Maite, “El palacio de Víctor Chávarri. Una obra de Paul Hankar en Bilbao”, Goya, 294, 2003, pp. 167-184. PALIZA MONDUATE, Maite, L’oeuvre de Paul Hankar en Biscaye. Le palais Chávarri et sa décoration”, en DELOBBE, Boris, MANGELINCKX, Jonathan y ADRIAENSSENS, Werner (coord.), Art Nouveau Belge. Vers l’idéal, T. II, Brussel, 2022, Musée Horta, Jonathan Mangelincks Collection y Certa, pp. 101-139. CHAPA, Álvaro y CHÁVARRI, Susana, El Palacio de los Chávarri. Bilbao, 2014, Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas.
17 Construyeron varias viviendas unifamiliares y dobles en las inmediaciones del referido palacio. No obstante, tras el fallecimiento de Víctor Chávarri, su viuda y herederos levantaron el actual inmueble de Gran Vía no 62 con planos firmados por el maestro de obras Daniel Escondrillas en 1913, cuyas obras se alargaron hasta 1919. AHFB, MB, Sección 2, Legajo 598, Expediente 9. Archivo Municipal de Bilbao-Bilboko Udal Artxiboa [en adelante AMB-BUA], Sección 15, Legajo 142, Expediente 242.
A su vez a finales de la década de los veinte, su nieto, Víctor Chávarri Anduiza, marqués de Triano, erigió un bloque de casas de vecindad entre las calles Gordóniz y Zugastinovia, en terrenos pertenecientes previamente a su familia materna. Los orígenes de esta promoción, diseñada por el arquitecto Pedro Guimón, arrancan de 1928, aunque sufrió varias modificaciones. De todos modos, hay cierta confusión en cuanto a esta promoción, ya que la documentación localizada no es del todo clara, pues, cuando se tramitó la construcción de las aceras limítrofes con el edificio, los técnicos municipales señalaron como propietarios a José y Eduardo Anduiza Goicoechea. Hoy día se conservan dos de los edificios originales –actuales Gordóniz no 24 y Zugastinovia no 10–. AHFB, MB, Sección Ensanche, Legajo 58, Expediente 167 y MB, Sección Fomento, Legajo 65, Expediente 195. LOYGORRI DE PEREDA, E., “El progreso urbano de Bilbao. Unos comentarios a la iniciativa de los arquitectos catalanes. El nuevo bloque de casas que el arquitecto don Pedro Guimón construye para el señor marqués de Triano”, Propiedad y Construcción, 95 (1931), pp. 6-8.
18 BASURTO FERRO, Nieves, Los maestros de obras..., pp. 38-41.
19 BASURTO FERRO, Nieves, Los maestros de obras..., p. 43.
20 Los datos sobre la actividad como promotores inmobiliarios de los Gurtubay proceden de AHFB, MB, Sección 4, Legajo 8, Expediente 13; Sección 4, Legajo 8, Expediente 5; Sección 2, Legajo 138, Expediente 16; Sección 4, Legajo 141, Expediente 45; Sección 4, Legajo 30, Expediente 23; Sección 2, Legajo 138, Expediente 24; Sección 4, Legajo 29, Expediente 36; Sección 4, Legajo 66, Expediente 3; Sección 4, Legajo 71, Expediente 28; Sección 4, Legajo 22, Expediente 9; Sección 5, Legajo 119, Expediente 2; Sección 5, Legajo 192, Expediente 21; Sección 5, Legajo 247, Expediente 10; Sección 5, Legajo 298, Expediente 1; Sección Empresas, FondoHoracio Echevarrieta, Legajo 19, Expediente 14;
21 La información que aportamos sobre esta compañía procede de AHFB, MB, Sección 5, Legajo 297, Expediente 6; Sección 5, Legajo 119, Expediente 1; Sección 4, Legajo 381, Expediente 19; Sección 3, Legajo 150, Expediente 10; Sección 4, Legajo 165, Expediente 2; Sección 2, Legajo 60, Expediente 52.
22 La consulta del catálogo de la documentación municipal correspondiente a ese año arroja una cifra sensiblemente menor, aparte de que incluye obras de diversas tipologías arquitectónicas.
23 BASURTO FERRO, Nieves, Los maestros de obras..., p. 43.
24 Hay un artículo específico sobre el papel jugado por los indianos en la promoción de este tipo de edificios, que, aunque estuvo por debajo del de los medianos y pequeños industriales o los comerciantes, fue más allá de lo meramente testimonial. De todos modos, la actividad en el negocio inmobiliario de este colectivo también entraña problemas, puesto que algunos de estos emigrantes, tras regresar a su país de origen, acabaron impulsando fábricas de diverso tipo, invirtieron en el negocio del ferrocarril y los transportes en general, etc., de manera que pueden ser englobados dentro de otros colectivos. PALIZA MONDUATE, Maite, “Los indianos y la construcción del Ensanche de Bilbao”, Kobie. Serie Antropología Cultural, 10 (2001-2003), pp. 205-224.
25 Entre los arquitectos que invirtieron en la promoción de casas de vecindad cabe mencionar a Julio Saracíbar y Antonio Carlevaris Moreno, mientras que entre los maestros de obras a Daniel Escondrillas, Domingo Fort o Ángel Iturralde, este último dueño de una importante firma constructora.
26 A día de hoy, hay pocos datos publicados sobre la rentabilidad de estos alquileres. En este sentido, es interesante la información relativa a las aludidas casas edificadas por Tomás Allende en la calle Elcano –actuales nos 11 y 13–, concebidas desde un principio para el alquiler. El desembolso total realizado en la construcción de la primera, incluido el valor del solar, ascendió a 532 000 ptas, mientras que el rendimiento previsto, fruto de los alquileres, ascendía a
25 500 ptas. anuales, es decir un 5%, de manera que la inversión quedaba amortizada en veinte años. El mismo porcentaje de beneficio se esperaba del otro inmueble, cuyo coste ascendió a 476 000 ptas., mientras que el ingreso derivado de las rentas rondaba las 23 000 ptas. anuales, de modo que lo gastado se recuperaría en algo más de diecinueve años. ARAMBURU-ZABALA, Miguel Angel, Leonardo Rucabado y la arquitectura española, Santander, 2016, Real Sociedad Menéndez Pelayo, Ayuntamiento de Santander y Gobierno de Cantabria. Santander, 2016, p. 190.
27 El “Banco Vizcaya” lo intentó en terrenos limítrofes a la plaza de Indautxu en 1924, pero finalmente desistió, mientras que en 1925, poco antes de su quiebra, el “Banco de Crédito de la Unión Minera” era dueño de la manzana no 35 del Ensanche, donde tenía previsto erigir veintiséis casas de vecindad. En un principio se levantaron tres –actuales plaza de San José no 3, Colón de Larreátegui no 44 e Iparraguirre no 23–, a partir de un proyecto de Manuel Galíndez (1892-1980) y Pedro Ispizua (1892-1980) firmado en noviembre de 1923. Asimismo, en 1920 la “Caja de Ahorros Municipal” edificó trece casas a partir de un proyecto de ese año de Ricardo Bastida. Se trata de los actuales edificios de las calles Elcano nos 18, 20, 22 y 24, Licenciado Poza no 3, General Concha nos 1, 3, 5 y 7 y Alameda Urquijo nos 18, 20, 22 y 24 AHFB, MB, Sección 6, Legajo 202, Expediente 162; Sección Fomento, Legajo 155, Expediente 611; Sección Fomento, Legajo 156, Expediente 616.
28 Solo a título de ejemplo,” Seguros La Aurora” erigió dos casas dobles entre las calles Licenciado Poza y Ercilla –actual no 23 de la primera y 35 de la segunda–, con planos de Adolfo Gil, firmados en 1927. AHFB, MB Ensanche, Legajo 34, Expediente 44. LOYGORRI DE PEREDA, E., “El progreso urbano de Bilbao. La Sociedad de Seguros “La Aurora” está construyendo dos casas dobles en el Ensanche”, Propiedad y Construcción, 55 (1927), pp. 4-5.
29 BASURTO FERRO, Nieves, Los maestros de obras..., pp. 43-44.
30 El hecho de que algunos contratistas aparezcan identificados en la documentación como maestros de obras ha sembrado dudas y errores entre algunos investigadores sobre su posible cualificación académica, algo descartado en todos los casos.
31 El primer edificio erigido en Bilbao con estructura de hormigón fue la fábrica “Ceres”, levantada entre 1899 y 1900 con el sistema denominado Hennebique. Sobre este edificio véase ROSELL, Jaume y CÁRCAMO, Joaquín, Los orígenes del hormigón armado y su introducción en Bizkaia. La fábrica Ceres de Bilbao, Bilbao, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, 1994.
32 Hay bastantes ejemplos, aunque fue algo menos habitual de lo que podría esperarse. Sirve de ejemplo Emeterio de Izarcelaya Madariaga, natural del municipio vizcaíno de Amorebieta, impulsor en solitario de un edificio con dos casas de vecindad en la calle Fernández del Campo –actuales nos 7 y 9– en 1889, a partir de trazas del maestro de obras José Lorenzo Zarrabeitia con algunos detalles neoárabes. Previamente impulsó el no 5 de la misma vía de diseño similar a los anteriores, pero en este caso parece que procedió a su venta. No obstante, consta igualmente la pertenencia de Izarcelaya a la “Sociedad Anónima de Edificaciones”. Archivo Histórico Diocesano de Bizkaia [en adelante AHDB], Libro de Bautizados de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Amorebieta-Etxano 1842-1883, f. 132v. AHFB, MB, Sección 4, Legajo, Expediente 9; Sección 3, Legajo 344, Expediente 9; Sección Planos y Bandos 858-863;
33 AHDB, Libro de Bautizados de la Parroquia de San Andrés de Echevarría 1818-1855, f. 25v; Libro de Matrimonios de la Iglesia de San Vicente Mártir de Abando 1807-1862, f. 211v.; Libro de Defunciones de la Iglesia de los Santos Juanes de Bilbao 1882-1887, f. 226. AHFB, Municipal, Abando, Legajo 4, Expediente 66.
34 Aparte de la amplia nómina que mencionamos en las siguientes páginas, hay un sinfín de ejemplos como el del mentado Emeterio Izarcelaya o Román Ipiña, activo en Bilbao a finales del siglo XIX y las tres primeras décadas del XX al frente de la “Sociedad Román Ipiña y Compañía”, promovió tres casas de vecindad en solitario en 1906, 1923 y 1928, mientras que en 1910 erigió otro inmueble entre Alameda San Mamés y General Concha junto a José Lezcano, miembro de una familia de indianos carranzanos. AHFB, MB, Sección 1, Legajo 386, Expediente 2; Sección 1, Legajo 426, Expediente 12; Sección Fomento, Legajo 156, Expediente 620; Sección Ensanche, Legajo 40, Expediente 63.
35 AHFB: MB, Sección 4, Legajo 42, Expediente 7;
36 AHFB: MB, Sección 4, Legajo 143, Expediente 10; Sección 3, Legajo 110, Expediente 12; Sección 5, Legajo 291, Expediente 20.
37 Epalza, arquitecto municipal de Bilbao, llegó a hablar de “vulgaridad o desesperante monotonía” y lanzó duras críticas contra el tono dominante en las nuevas construcciones que se erigían en la ciudad tanto a nivel de fachadas como en el trazado interior. PALIZA MONDUATE, Maite, “La construcción de la imagen de la ciudad. Bilbao en torno a 1900”, Bidebarrieta, 13 (2003), pp. 327-328.
38 Alzola, que en 1877 fue alcalde de Bilbao, utilizó el término de “vulgaridad”, al referirse al carácter imperante en la arquitectura de la ciudad, cuando elogió a Severino de Achúcarro en la necrológica que publicó en 1910, tras la muerte de este insigne arquitecto. Alzola, Pablo, “Severino de Achúcarro. Necrológica”, Euskal-Erria, 63 (1910), p. 423.
39 AHDB, Libro de Bautizados de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Arrancudiaga 1783-1844, f. 318; AHFB, MB, Sección 2, Legajo 67, Expediente 33; Sección 3, Legajo 88, Expediente 42; Sección 4, Legajo 46, Expediente 44; PALIZA MONDUATE, Maite, “L’oeuvre de Paul Hankar en Biscaye...”, p. 116, Propiedad y Construcción, octubre (1927), s. p.
40 AHFB, MB, Sección 5, Legajo 349, Expediente 7; Sección 5, Legajo 354, Expediente 29, Sección 5, Legajo 349, Expediente 7; Sección 5, Legajo 54, Expediente 29.
41 BASURTO FERRO, Nieves, “El primer Ensanche de Bilbao...”, pp. 229-242.
42 AHFB, MB, Sección 4, Legajo 153, Expediente 5.
43 Posteriormente, algunos miembros de esta familia han utilizado la acepción Subinas para su patronímico. De hecho, así fgura en algunos anunciós comerciales de finales de la década de los veinte. Propiedad y Construcción, 64 (1928), s. p.
44 AHDB, Libro de Defunciones de la Iglesia de San Vicente Mártir de Abando 1878-1884, ff. 332-333.
45 AHFB, MB, Sección 4, Legajo 42, Expediente 15; Sección 4, Legajo 299, Expediente 7; Sección 4, Legajo 184, Expediente 10 y Padrón Municipal de 1895.
46 AHFB, MB, Sección 4, Legajo 185, Expediente 16; Sección 4, Legajo 198, Expediente 2; Sección 5, Legajo 120, Expediente 6 y Sección 4, Legajo 524, Expediente 7.
47 AHFB, MB, Sección 5, Legajo 120, Expediente 6; Sección 5, Legajo 85, Expediente 10; Sección Fomento, Legajo 65, Expediente 153.
48 Los datos relativos a Francisco Greciet proceden de AHFB, MB, Sección 5, Legajo 227, Expediente 33; Sección 5, Legajo 94, Expediente 23; Sección 4, Legajo 388, Expediente 51; Sección 1, Legajo 300, Expediente 4; Sección 5, Legajo 154, Expediente 71; Sección 5, Legajo 338, Expediente 78, Sección 1, Legajo 316, Expediente 55; Sección 5, Legajo 550, Expediente 54 y Padrón Municipal de Bilbao de 1895
49 En la documentación su apellido aparece indistintamente como Iturbe o Yturbe, aunque consideramos muy esclarecedor el hecho de que en la correspondencia comercial de su taller figure como logotipo el primero.
50 La información aportada sobre Iturbe precede de AHDB, Libro de Matrimonios de la Parroquia de San Vicente Mártir de Bilbao 1887-1891, f. 142. Archivo Histórico Diocesano de San Sebastián [en adelante AHDSS], 1480/003-01. AHFB, MB, Sección 4, Legajo 98, Expediente 6; Sección 4, Legajo 189, Expediente 7; Sección 4, Legajo 166, Expediente 2; Sección 4, Legajo 419, Expediente 53; Sección 4, Legajo 428, Expediente 37; Sección 5, Legajo 341, Expediente 39; Sección 5, Legajo 337, Expediente 7; Fondo Horacio Echevarrieta, Legajo 170, Expediente 5. AMB-BUA, Sección 67, Legajo 6, Expediente 447. BASURTO FERRO, Nieves, Los maestros de obras..., pp. 125, 132-133 y 137. FERNÁNDEZ CASADO, Antonio, Guía histórica de fondas, posadas, hoteles, restaurantes, tabernas y chacolís de Bilbao, Bilbao, BBK, 2009, p. 69. GARCÍA-GUTIÉRREZ MOSTEIRO, Javier, “El constructor privado y la construcción de la ciudad. Otamendi e Iturbe”, en SAMBRICIO, Carlos (ed.), Un siglo de vivienda social 1903-2003, Madrid, 2003, Ministerio de Formento, Ayuntamiento de Madrid y Consejo Económico y Social. Madrid, 2003, p. 92.
51 Se trata de Pedro (1826-1896), Rufino (1829-1895) y José María (1818-1879) Gondra Zabala, los tres contratistas de obras. No obstante, hemos averiguado que los dos primeros promovieron casas de vecindad, pero no así el tercero. De todos modos en relación con la habitual ambigüedad con la que estos profesionales aparecen etiquetados en la documentación, hay que aclarar que, a la hora de aportar la información relativa a su profesión, de cara a la confección del padrón municipal, Pedro se declaró “propietario”. AHFB, MB, Padrón municipal de 1895.
52 Pedro de Zubia Leceta (n. 1859) estuvo al frente de “Pedro de Zubia y Compañía”, de la que también formaba parte su hermano Juan (n. 1861). El primero también fue “gerente” de la “Compañía de Edificaciones”, que consta promovió varias casas de vecindad. Natural de la localidad guipúzcoana de Oñate, se afincó posteriormente en la capital vizcaína, donde contrajo matrimonio con Francisca Iturralde en la Iglesia de San Vicente Mártir de Abando en 1883. Consta que fue adjudicatario de numerosas obras municipales relativas a apertura de calles, alcantarillado, etc. De 1892 datan las trazas de tres casas de vecindad levantadas en el ángulo entre las calles Heros y Juan Ajuriaguerra con planos del maestro de obras Benigno Rodríguez. Los datos sobre este promotor proceden de AHDB, Libro de Matrimonios de la Iglesia de San Vicente Mártir de Abando 1879-1887, p. 206. AHFB, Judicial, Legajo JCR 2580, Expediente 3; MB, Sección 4, Legajo 141, Expediente 32. AHDSS, 1305/002-01.
53 La información relativa a este contratista procede de AHDB, Libro de Bautizados de la Parroquia de San Vicente Mártir de Abando 1815-1829, p. 217; Libro de Matrimonios de la Iglesia de San Vicente Mártir de Abando 1807-1862, p. 211v. AHFB, MB, Sección 2, Legajo 296, Expediente 36; Sección 1, Legajo 253, Expediente 53; Sección 4, Legajo 6, Expediente 18; Sección 4, Legajo 6, Expediente 15; Sección 4, Legajo 11, Expediente 14; Padrón Municipal de 1895; J, Legajo JCR2830, Expediente 1; Legajo JCR2382, Expediente 3. LARRINAGA, José Antonio, Juan Barroeta Anguisolea (1835-1906). Retratista de Bilbao del siglo XIX, Bilbao, Ed. el autor, 2005, p. 163.
54 En algunas publicaciones ha sido confundido con su tío Santiago Arana Ansotegui
55 MARTÍN MATEOS, Modesto, Las antiguas mansiones del Ensanche de Bilbao, Bilbao, Ed. del autor, 2015, p. 142.
56 Los datos sobre este promotor proceden de AHDB, Libro de Bautizados de la Iglesia de San Vicente Mártir de Abando 1854-1862, f. 14. AHFB, MB, Sección Fomento, Legajo 51, Expediente 403; Sección 4, Legajo 528, Expediente 25; Sección 5, Legajo 226, Expediente 41; Sección 4, Legajo 202, Expediente 9; Sección 5, Legajo 119, Expediente 135; Sección 5, Legajo 431, Expediente 7; Sección 6, Legajo 148, Expediente 310; Sección 5, Legajo 317, Expediente 1; Padrón Municipal de 1895. LOYGORRI DE PEREDA, E., “El progreso urbano de Bilbao. Un definitivo acierto de D. Ignacio Mª. de Smith”, Propiedad y Construcción, 5 (1927), pp. 6-7. MARTÍN MATEOS, Modesto, Las antiguas mansiones..., pág. 142. MUÑOZ FERNÁNDEZ, Francisco Javier, La arquitectura racionalista en Bilbao 1927-1950. Tradición y modernidad en la época de la máquina, Tesis doctoral, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2011, p. 947.
57 Los datos biográficos proceden de AHDSS: 1027-002-02, 2109-001-01. AHFB: MB, Sección 4, Legajo 84, Expediente 3; Sección 4, Legajo 330, Expediente 14; Sección 1, Legajo 390, Expediente 9; Sección 1, Legajo 410, Expediente 32; Sección 1, Legajo 583, Expediente 8; Sección 6, Legajo 148, Expediente 310 y Padrón Municipal de 1895
58 La información sobre este contratista procede de AHDB, Libro de Bautizados de la Iglesia de Santa María de Begoña 1883-1886, f. 239. AHFB, MB, Sección 6, Legajo 102, Expediente 11; Sección Ensanche, Legajo 17, Expediente 94; Sección Fomento, Legajo 12, Expediente 355; Sección Ensanche, Legajo 41, Expediente 68; Sección Fomento, Legajo 155, Expediente 610. LOYGORRI DE PEREDA, E., “El progreso urbano de Bilbao. Un nuevo acierto del notable arquitecto don José María Basterra, una nueva prueba del espíritu emprendedor de don José de Orbegozo”, Propiedad y Construcción, 61 (1928), pp. 7-8.
59 Los datos sobre los Subiñas proceden de AHDSS, 2461-001-01. AHFB, Administrativo, Sección Municipal y Urbanismo, Legajo AR879, Expediente 5; MB, Sección 5, Legajo 432, Expediente 11; Sección 5, Legajo 58, Expediente 6; Sección 1, Legajo 282, Expediente 4; Sección Ensanche, Legajo 6, Expediente 58; Sección Ensanche, Legajo 39, Expediente 44; Sección 6, Legajo 148, Expediente 310; Begoña, Legajo 311, Expediente 56. MUÑOZ FERNÁNDEZ, Francisco Javier, La arquitectura racionalista en Bilbao..., p. 947.
60 En la publicidad comercial de 1915 aparce como “importador de maderas del Báltico y Estados Unidos”. Guía de Vizcaya de 1915, Bilbao, 1915, Sindicato de Fomento, s. p.
61 La información cotejada sobre Arana Lupardo procede de AHDB, Libro de Bautizados de la Parroquia de San Bartolomé (Ugao Miravalles) 1825-1891, f. 51v.; Libro de Matrimonios de la Parroquia de San Pedro (Deusto Bilbao) 1839-1877, f. 176. AHFB, J, Legajo JCR 3006, Expediente 8; Legajo 2451, Expediente 2; Legajo 3688, Expediente 18; Legajo 2589, Expediente 8; Legajo 523, Expediente 7; Sección Empresas. Empresas Diversas, Legajo 22, Expediente 6; MA, Legajo 53, Expediente 6; Bilbao, Sección 1, Legajo 193, Expediente 91; Sección 4, Legajo 152, Expediente 5; Sección 4, Legajo 16, Expediente 2; Sección 4, Legajo 84, Expediente 12; Sección 5, Legajo 567, Expediente 13; Sección 5, Legajo 474, Expediente 56; Sección 2, Legajo 75, Expediente 66; Sección 4, Legajo 75, Expediente 34; Sección 5, Legajo 365, Expediente 23; Sección 6, Legajo 148, Expediente 310; Padrón Municipal de 1895. AGIRREAZKUENAGA, Joseba, “Federico Victoria de Lecea”, en AGIRREAZKUENAGA, Joseba, Bilbao desde sus alcaldes. Diccionario biográfico de los alcaldes de Bilbao y gestión municipal en tiempos de revolución democrática y social, T. II, Bilbao, 2002, Ayuntamiento de Bilbao, pp. 227-240. AJA SANTISTEBAN, Garbiñe, Basconia-Basauri. 100 años de historia, Bilbao, s.a., Ayuntamiento de Basauri, p. 24. ALONSO OLEA, Eduardo José, Víctor Chávarri (1854-1900)..., pp. 85, 93, 133, 223. BARREDA MARCOS, Pedro Miguel, “La vida sorprendente del vizconde de Villadrando”, PITTM,78, (2007), p. 151. BEASCOECHEA GANGOITI, José María, “Sociedad y política territorial en Getxo (1855-1935): La familia Aguirre Coste”, Vasconia. Cuadernos de Historia y Geografía, 21 (1993), p. 319. GONZÁLEZ PORTILLA, Manuel (ed.), Los orígenes de una metrópoli industrial..., pp. 26-37. Guía de Vizcaya de 1915, s.p. LARRINAGA, José Antonio, Juan Barroeta Anguisolea..., p. 182. MONTERO, Manuel, Mineros, banqueros y navieros, Bilbao, Universidad del País Vasco, 1990, pp. 201, 294. MONTERO, Manuel, La Bolsa de Bilbao y los negocios financieros. La formación del mercado de capitales en el despegue industrial de Vizcaya, Bilbao, 1999, Beitia, p. 166. PALIZA MONDUATE, Maite “La rotonda rematada en chapitel. Introducción y evolución de un modelo hauusmanniano en Bilbao (1885-1906)”, BSAA arte, 85, (2019), pp. 227-230. PALIZA MONDUATE, Maite y BASURTO FERRO, Nieves, La sede del Puerto Autónomo de Bilbao: El arquitecto Julián de Zubizarreta y el “Hotel” de la familia Olávarri, Bilbao, Puerto Autónomo de Bilbao, 1990. TORTELLA CASARES, Gabriel, “José Luis de Ussía y Cubas”, en TORRES, Eugenio, Cien empresarios madrileños, Madrid, 2017, LID Ed., p. 303.
62 AHFB, MB, Sección 4, Legajo 40, Expediente 1.
63 AHDB, Libro de Bautizados de la Iglesia del Señor Santiago 1832-1850, f. 227v. Hay que hacer la aclaración de que por error su segundo apellido aparece en este documento como Duldain
64 AHDSS, 1405/001-01.
65 Las noticias aportadas hasta ahora sobre Alonso Fuldaín proceden de AHDB, Libro de Bautizados de la Iglesia de Nuestro Señor Santiago 1832-1850, f. 227v. y Libro de Matrimonios de la Iglesia de San Nicolás de Bari 1837-1877, f. 215. AHFB, J, Legajo JCR 4206, Expediente 10; MB, Sección 1, Legajo 190, Expediente 14; Sección 3, Legajo 429, Expediente 59; Sección 3, Legajo 200, Expediente 7, Sección 4, Legajo 12, Expediente 30, Sección 4, Legajo 15, Expediente 29; Sección 4, Legajo 13, Expediente 20; Sección 4, Legajo 12, Expediente 28; Sección 4, Legajo 23, Expediente 38; Sección 4, Legajo 23, Expediente 1; Sección 4, Legajo 50, Expediente 2; Sección 4, Legajo 33, Expediente 9; Sección 4, Legajo 41, Expediente 38; Sección Planos y Bandos, Planos 661-662. AGIRREAZKUENAGA, Joseba y SERRANO, Susana, Viaje por el poder en el Ayuntamiento de Bilbao 1799-1999, Bilbao, 1999, Ayuntamiento de Bilbao, p. 205. ANASAGASTI, Iñaki: disponible en https://ianasagasti.blogs.com/mi_blog/2016/02/el-cu%C3%B1ado-republicano-de-sabino-arana.html.
66 Existe una pequeña reseña sobre este edificio. MAS SERRA, Elías, “Edificio de las calles Bidebarrieta 12 y Jardines 10”, Bilbao, julio (2006), p. 11.
67 Fue restaurado en 2014, momento en el que también se instaló un ascensor, proyecto dirigido por el arquitecto Fernando Sanz. AMB-BUA, Urbanismo, Expediente 2017-7-2021-345-3667.
68 Las noticias aportadas sobre Francisco Usobiaga proceden de AHDSS, 1405/001-01. AHFB, MB, Sección 5, Legajo 222, Expediente 9; Sección 5, Legajo 525, Expediente 55; Sección 3, Legajo 15, Expediente 15; Sección 5, Legajo 13, Expediente 26; Sección 5, Legajo 641, Expediente 24; Sección 1, Legajo 606, Expediente 16; Sección 6, Legajo 148, Expediente 31; Padrón Municipal de 1895; Sección Administrativo Obras, Transportes y Comunicaciones, Legajo AT152, Expediente 14.
69 AMB-BUA, Fomento, Expediente 2007-2614 y C-041093.001.
70 Existe una breve reseña sobre este inmueble. MAS SERRA, Elías, “El edificio Guridi”, Bilbao, junio (2012), p. 6.
71 Actualmente integrado en el edificio de la sede de BBK.
72 Las noticias aportadas sobre Patricio Bilbao proceden de AHDB, Libro de Bautizados de la Iglesia de Santa María de Begoña 1864-1869, f. 19; Libro de Matrimonios de la Iglesia de Santa María de Begoña 1879-1883, f. 286. AHFB, MB, Sección 5, Legajo 348, Expediente 15; Sección 1, Legajo 279, Expediente 7; Sección 1, Legajo 495, Expediente 9; Padrón Municipal de 1895. JUARISTI, Jon y PINO, Marina, A cambio del olvido. Una indagación republicana, Barcelona, Planeta, 2011, pp, 294, 310 y 320. LOYGORRI DE PEREDA, E., “El progreso urbano de Bilbao. La última obra de don Manuel María de Smith en la Alameda de Recalde y Licenciado Poza. Para el propietario don Patricio Bilbao. Descripción de esta casa doble”, Propiedad y construcción, 114, (1932), pp. 7-8. MAS SERRA, Elías, “Casa para don Patricio Bilbao”, Bilbao, julio (2015), p. 6. PALIZA MONDUATE, Maite, Manuel María de Smith Ibarra. Arquitecto 1879-1956, Salamanca, Diputación Foral de Bizkaia, 1988, p. 341. SAN GINÉS VIZCAÍNO, Ignacio Miguel, Tomás Bilbao. Obras, Bilbao, 1995, Delegación en Bizkaia del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, pp. 18-21 y 50-51. VICIOLA GARAMENDI, Juan Luis, Guía comercial, industrial y tributaria de Vizcaya y Guipúzcoa, Bilbao, 1925, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Bilbao, p. 319.
73 En la documentación aparece indistintamente como Gerónimo y Jerónimo.
74 Las noticias sobre Ochandiano proceden de AHDB, Libro de Matrimonios de la Parroquia de la Purísima Concepción de Elorrio 1853-1907, f. 198v. Archivo Histórico Dicoesano de Vitoria [en adelante] AHDV, Libro de Bautizados de la Iglesia de la Purísima Concepción de Olaeta (Aramaio) 1828-1919, f. 49. AHFB, J, Legajo JCR 3852, Expediente 3; MB, Sección 1, Legajo 299, Expediente 7; Sección 5, Legajo 604, Expediente 4; Sección 11BIS, Legajo 4, Expediente 28; Sección 6, Legajo 148, Expediente 310; Padrón Municipal de 1895; Begoña, Legajo 230, Expediente 17; Seguridad Pública, Guerras y Servicio Militar, Legajo AQ00499, Expediente 397. AMB-BUA, Padrones municipales de 1910 y 1915. ARAMBURU-ZABALA, Miguel Ángel, “Estudio preliminar” , en RUCABADO, Leonardo, Escritos, Santander, Universidad de Cantabria, 2020, pp. 71 y 362. RUCABADO, Leonardo, “Casa de D. Lucas Urquijo en Campo Grande (Santurce). Arquitecto D. Severino de Achúcarro”, Pequeñas Monografías de Arte, (1908), p. 12.
75 A título particular, algunos miembros de esta familia acometieron promociones. LOYGORRI DE PEREDA, E.,“El progreso urbano de Bilbao. Dos nuevas casas dobles al final de la calle Henao. Lo que será el Puente de Deusto. El primer parque doméstico de Bilbao. Y el primer “garage” para los cochecitos infantiles”, Propiedad y Construcción, (1931), pp. 6-8.
76 AHFB, MB, Sección 6, Legajo 199, Expediente 74. Sección Ensanche, Legajo 15, Expediente 67. LOYGORRI DE PEREDA, E., “El progreso urbano de Bilbao. Dos nuevas casas dobles al final de la calle Henao. Lo que será el Puente de Deusto. El primer parque doméstico de Bilbao. Y el primer “garage” para los cochecitos infantiles”, Propiedad y Construcción, 96 (1931), pp. 6-8. AHFB, MB, Sección 6, Legajo 199, Expediente 15.
77 MUÑOZ FERNÁNDEZ, Francisco Javier, La arquitectura racionalista en Bilbao 1927-1950..., p. 951.
78 Sobre este edificio véase LOYGORRI DE PEREDA, E., “El progreso urbano de Bilbao. La casa más bellamente situada en nuestra Villa. Ante un éxito incuestionable de los señores Anduiza y de los notables arquitectos don Rafael de Garamendi y don José María Basterra”, Propiedad y Construcción, 60 (1928), pp. 8-10. PALIZA MONDUATE, Maite, El arquitecto Rafael de Garamendi y la residencia ·Rosales, Salamanca, Seguros Bilbao, 1989, pp. 83-90.
79 La información aportada sobre Antolín Goicoechea procede de AHDB, Libro de Bautizados de la Iglesia de San Miguel Arcángel de Garai 1796-1861, f. 279v.; Libro de Defunciones de la Iglesia de Santa María de Begoña 1895-1897, ff. 226-227; Libro de Matrimonios de la Iglesia de Nuestro Señor Santiago 1875-1888, f. 189. AHFB, Obras, Transportes y Comunicaciones, Legajo 517, Expediente 30; MB, Sección 4, Legajo 31, Expediente 4; Sección 4, Legajo 47, Expediente 41; Sección 4, Legajo 58, Expediente 2; Sección 3, Legajo 78, Expediente 14; Sección 3, Legajo 96, Expediente 76; Sección 4, Legajo 153, Expediente 15; Sección 4, Legajo 160, Expediente 3; Sección Planos y Bandos 852-856; Sección Seguridad Pública, Guerras y Servicio Militar, Legajo 1720, Expediente 31; Municipal, Begoña, Legajo 140, Expediente 40.
Fig. 1. Casa de vecindad de Ramón Mestraitua, Bernardo Careaga y Pedro Alonso. Arquitecto Julio Saracíbar. 1886. Calle Fernández del Campo nos 8 exterior y 8 interior. Bilbao
Fig.2. Detalle de la entrada de la casa de vecindad de Ramón Mestraitua, Bernardo Careaga y Pedro Alonso. Arquitecto Julio Saracíbar. 1886. Calle Fernández del Campo nos 8 exterior y 8 interior. Bilbao
Fig. 3. Casa de Francisco Usobiaga. Maestro de obras José Bilbao Lopategui. 1902. Calle Licenciado Poza no 2. Bilbao
Fig. 4. Puerta de separación entre el portal y la caja de la escalera de la casa de Francisco Usobiaga. Maestro de obras José Bilbao Lopategui. 1902. Calle Licenciado Poza no 2. Bilbao
Fig. 5. Alzado de las fachadas de la casa de Tomás Echave. Maestro de obras Francisco Arias. 1903. Ángulo entre las calles Iparraguirre y Colón de Larreátegui. Bilbao. (Derribada). (AHFB, Municipal, Bilbao, 5, 238, exp. 34)
Fig. 6. Casa de Santiago Arana. Arquitecto Ignacio Smith Ibarra. 1925. Calle Alameda Recalde no 22. Bilbao
Fig. 7. Montante de la puerta del portal de la casa de Santiago Arana. Arquitecto Ignacio Smith Ibarra. 1925. Calle Alameda Recalde no 22. Bilbao
Fig. 8. Casa de Francisco Subiñas. Arquitecto Federico Ugalde. 1905. Calle Lersundi no 2. Bilbao
Fig. 9 Alzado de la fachada principal de la casa de Santiago Subiñas. Arquitecto Federico Ugalde. 1928. Calle Alameda Recalde nºs 58 y 60. (AHFB, Municipal, Bilbao, EE, 039, Expediente 44)
Fig. 10. Puerta del portal de la casa de Francisco Arana Lupardo. Arquitecto Julián Zubizarreta. 1892. Calle Gardoqui no 5. Bilbao
Fig. 11. Casa de Juan Alonso Fuldaín. Arquitecto Julio Saracíbar. 1883.
Calle Jardines no 10. Bilbao
Fig. 12. Casa de Patricio Bilbao Goicoechea. Arquitecto Tomás Bilbao. 1918. Calle Ercilla no 20. Bilbao
Fig. 13. Alzado de la fachada principal de la casa de Francisco Usobiaga. Maestro de obras José Bilbao Lopategui. 1902. Calle Licenciado Poza no 2. Bilbao.(AHFB, Municipal, Bilbao, 5, 222, Exp. 9)
Fig. 14. Plano de la planta baja de la casa de Francisco Usobiaga. Maestro de obras José Bilbao Lopategui. 1902. Calle Licenciado Poza no 2. Bilbao.(AHFB, Municipal, Bilbao, 5, 222,
Exp. 9)
Fig. 15. Ingreso al portal de la casa de Patricio Bilbao Goicoechea. Arquitecto Tomás Bilbao. 1918. Calle Ercilla no 20. Bilbao
Fig. 16. Casa de Jerónimo Ochandiano. Maestro de obras Ángel Iturralde. 1907. Calle Hurtado de Amezaga no 26. Bilbao
Fig. 17. Ingreso al portal de la casa de Jerónimo Ochandiano. Maestro de obras Ángel Iturralde. 1907. Calle Hurtado de
Amezaga no 26. Bilbao
Fig. 18. Casa de José y Eduardo Anduiza Goicoechea. Arquitectos Rafael de Garamendi y José María Basterra. 1928. Calle Teófilo Guiard no 1. Bilbao
Fig. 19. Casa de Antolín Goicoechea. Maestro de obras Benito Barrenechea. 1886. Calle Lersundi no 6. Bilbao
Fig. 20. Detalle de los salmeres de los huecos de la planta baja de la casa de Antolín Goicoechea. Maestro de obras Benito Barrenechea. 1886. Calle Lersundi no 6. Bilbao