Salvaguarda de la defensa y mantenimiento del lujo: intervenciones arquitectónicas en el castillo, murallas y palacio del duque de Osuna en Peñafiel (Valladolid), entre los siglos XVI y XVIII

Safeguarding the defense and maintenance of luxury: architectural interventions in the castle, walls and palace of the Duke of Osuna in Peñafiel (Valladolid), between the 16th and 18th centuries

Daniel Sanz Platero

Universidad de Valladolid

Investigador independiente

danielsanzplatero@hotmail.com

ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0398-3009

Fecha de envío: 12/6/2024. Aceptado: 10/9/2024

Referencia: Santander. Estudios de Patrimonio, 7 (2024), pp. 499-524.

DOI: https://doi.org/10.22429/Euc2024.sep.07.15

ISSN-L e ISSN 2605-4450 (ed. impresa) / ISSN 2605-5317 (digital)

Resumen: En el presente artículo se analizarán el conjuntro de obras realizadas en el castillo de Peñafiel, las murallas y el proceso constructivo del desaparecido palacio del duque de Osuna, situado entre el real convento de San Juan y San Pablo, y la plaza de San Miguel de Reoyo, lugar donde la familia Téllez-Girón, titulares del Marquesado de Peñafiel, concentraron sus intereses políticos a partir del siglo XVI.

Palabras clave: Peñafiel, castillo, murallas, ducado de Osuna, palacio, siglos XVI-XVIII.

Abstract: This article will analyze the set of works carried out in the Peñafiel castle, the walls and the construction process of the disappeared palace of the Duke of Osuna, which is located between the Royal Convent of St. John and St. Paul, and the square of San Miguel de Reoyo, a place where The Téllez-Girón family, holders of the Marquisate of Peñafiel, concentrated their political interests from the 16th century onwards.

Keywords: Peñafiel, castle, walls, duchy of Osuna, palace, 16th-18th centuries.

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1. Introducción

La necesidad de protección de un lugar tan emblemático de Castilla como la villa de Peñafiel, situada en la frontera del Duero durante la reconquista cristiana, ha hecho que desde el siglo X este emplazamiento se dotase de un castillo defensivo, después transformado y ampliado con el pasar de los siglos, hasta llegar a la impresionante fábrica actual1. Obra cumbre entre las fortificaciones que se encuentran en España, el presente estudio pretende abordar las intervenciones arquitectónicas llevadas a cabo en esta fortaleza, incluyendo descripciones inéditas de los bienes que se conservaron en su interior. Desde su posición estratégica en lo alto de la población, dominando valles y mesetas, la fortaleza se dotó además de una muralla dispuesta en un recorrido perimetral que abraza la villa con una longitud de más de 2000 metros lineales que igualmente fue objeto de reformas y obras públicas a lo largo de la Edad Moderna, también analizadas en este estudio2.

Aunque la impronta social del castillo en la localidad es muy importante, hay escasas referencias sobre la muralla y el antiguo palacio del duque de Osuna. En el presente estudio contamos con documentación histórica suficiente para mostrar el origen y trasformación del complejo, al tener en cuenta que gran parte de la muralla no se conserva y la fachada septentrional del palacio, que estaba dispuesta a la plaza de Reoyo, fue derribada en el año 1987.

2. Intervenciones en el castillo de Peñafiel desde finales del siglo XVI

El castillo de Peñafiel es uno de los monumentos más representativos de la Ribera del Duero y uno de los más visitados en la actualidad. Aunque su primera mención conocida se retrotrae al 9433, el singular aspecto de la fortaleza es fruto de fases constructivas posteriores. La primera evidencia existente corresponde a la reedificación del castillo primigenio en época de don Juan Manuel (1282-1348)4, nieto de Fernando III y sobrino de Alfonso X “El Sabio”. El propio escritor y militar recordó en el “tractado que fizo don Juan Manuel sobre las armas que fueron dadas a su padre el infante don Manuel”5, la conversación mantenida con Sancho IV antes de morir, en 1295, por la cual el rey ordenó a su camarero dar a don Juan Manuel “dineros con que labrase, et con aquellos dineros labre yo este castiello mayor de Peñafiel”. Sin embargo, en su Crónica Cumplida anterior a 1335, manifiesta que “estando yermo el collado e derroída la fortaleza mandé se alzara edificando asi también las murallas”, lo que revela la existencia de un castillo más antiguo6. Su construcción pudo quedar interrumpida o alterada cuando Alfonso XI, en 1337, mandó destruir nuevamente el castillo de don Juan Manuel tras el levantamiento de este último contra el rey7.

La segunda intervención constructiva, de mayor calado, tuvo lugar durante el reinado de Enrique IV, en la época en la que fue señor de la villa Pedro Girón (1423-1466), Maestre de la Orden de Calatrava. Dicho señor, obtuvo en 1456 licencia del rey para reconstruirlo, reintegrando en la fábrica restos de la fortaleza de don Juan Manuel, que había sufrido importantes daños durante la guerra civil castellana de 1437-1445 y en tiempos anteriores.

Este magnífico buque pétreo, edificado con sillares de las canteras de Canalejas de Peñafiel y de su páramo, hacia Campaspero8, encierra en su complejo dos recintos concéntricos. El primero, solamente tiene dos aberturas al exterior, destacando su puerta flanqueada por dos cubos semicirculares (fig. 1). El segundo tiene mayor relevancia porque en él se disponen un total de 28 cubos, grandes y pequeños en posiciones alternas.

Se suele aceptar que la fortaleza corresponde a la época de Girón, pero la lectura de paramentos lo contradice si analizamos las disposiciones constructivas que revelan la disposición de los sillares en los muros. La diferencia en la colocación de las hiladas de la torre del homenaje parece indicar que su actual fábrica responde, en realidad, a tres intervenciones diferentes. La primera corresponde a la base de la torre. La segunda es fruto de una reconstrucción de esta a partir de 1456, cuya discontinuidad se observa en torno a la altura en que se alzan los escudos de Pedro Girón. La tercera, refleja una ampliación de la torre hacia el este.

Como se indicaba poco antes, la fortaleza fue reconstruida a partir de 1456 y las obras se desarrollaron en vida del nuevo señor de la fortaleza. Es improbable, a todas luces, que los sucesores de Pedro Girón continuaran ampliando y reforzando algunas partes, porque el castillo fue objeto del máximo interés en vida de este noble castellano, mientras la coyuntura política –incluso urbana– de los siglos siguientes hicieron perder importancia al edificio. Por tanto, la hipótesis principal que barajamos es que el castillo quedase completamente reconstruido en su apariencia actual, sino antes, un poco después de su fallecimiento.

2. 1. El refuerzo y consolidación de la entrada del castillo en 1583

En el siglo XVI, por el desgaste del tiempo y de las aguas de lluvia, hubo que intervenir al menos en ambos muros de la puerta principal (fig. 1) en el primer recinto de la muralla. El documento que incluye las condiciones de la obra, precisa que a este trabajo se obligó el maestro cantero Juan de Palacios9, vecino de Bárcena de Cudón, en la Merindad de Trasmiera, pero estante entonces en la localidad, por la suma de 27 000 maravedís, aportando el citado maestro todos los materiales. Concretamente, fue necesario “enrrajar y rrebocar un cubo primero en entrando al castillo por que se ba rrehendiendo con el agua”10, es decir, el situado a la izquierda. El motivo de su reparo es doble, tanto por la consolidación de su fábrica como por los daños que había sufrido por embalsamiento inferior de las aguas de lluvia, entre el primer y el segundo recinto de muralla, cómo por las aguas vertidas en el interior del “pudridero” situado dentro del cubo comentado. Ambos aliviaderos de agua habían afectado, como hemos visto, directamente a los muros, especialmente al primer recinto de muralla. En las recientes excavaciones de la fortaleza para adecuar el tránsito en el primer recinto de muralla, ha hecho aparición de un refuerzo escalonado, formado por varias líneas de sillares irregulares que se adhieren a la parte inferior de tal cubo. Este vestigio ha quedado al descubierto y, a juzgar por su disposición mural, es probable que proceda de la intervención señalada.

Entre las especificaciones señaladas en tal ocasión se apuntó que “para que este estriuo no se cayga ni arruyne mas de lo que esta se a de azer un estribo contra el que salga al mesmo ancho del questa arruynado mas un pie a cada lado”. Con este refuerzo se sostendría y aseguraría la fábrica de la portada “porque conbien por el gran puxo que tienen los arcos y carga de la parte de arriba de los dichos arcos”. Los refuerzos se fundamentaron desde tierra firme, a ocho pies de profundidad “y al ancho que tengo dicho y largo porque desde el centro del cimiento salga el dicho estriuo muy bien fundado con buenas piezas a tizon”11. Hoy en día, desde la zona externa, se aprecia una discontinuidad de sillares en la mitad del muro, que confirma la intervención en esta parte del acceso. Incluso se distingue la diferencia en la textura del tallado de los sillares, entre ambas fábricas, la parte original y la reconstruida.

Esta intervención, temporalmente alejada de la reconstrucción de la fortaleza del siglo XV, confirma el interés de la familia Girón por mantener en buen estado la fortaleza, aunque la conservación de su fábrica fue en constante detrimento desde entonces. Probablemente podemos considerar esta obra de cantería como la última y más importante acción emprendida, pues en la fortaleza no se volvió a intervenir hasta la empresa llevada a cabo en el contexto de las guerras carlistas del segundo tercio del siglo XIX.

2. 2. El castillo como cantera durante los siglos XVII y XVIII

En la fortaleza no tenemos constancia de intervenciones de reparación durante los siglos XVII y XVIII. Al contrario, los inventarios de bienes realizados en este tiempo, a los que enseguida aludiremos, vienen a subrayar la precariedad en la que se encontraba el edificio. De hecho, la degradación de la fortaleza se vio acentuada, más que por descuido en el mantenimiento, por la utilización de sus sillares en diversas obras de cantería emprendidas en la villa. De ello podemos dar cuenta ahora, al constatar el traslado de una parte de los sillares del primer recinto murario para reparar la cerca perimetral del convento de Santa Clara, fundación auspiciada por los marqueses de Peñafiel.

Las cuentas conventuales revelan que entre los años 1718 a 1722 se destinaron para reconstruir la cerca “cien carros de piedra, veinte y quatro carros de cal, quattrocientos y ocho cargas de arena, obreros, tejas, estacas y el coste que ha tenido el traer la piedra desde el castillo”12. Los sillares despojados dejaron su huella en el lienzo murario del primer recinto, tal como se advierte en antiguas fotografías del extremo norte de la fortaleza (fig. 2). El aspecto descarnado y en roca viva de este recinto que mira a la localidad, revela, en efecto, que fue desmontado y no fue precipitado por el hundimiento, como se ha llegado a afirmar en alguna ocasión. Y se mantuvo en ese estado hasta que fue parcialmente reconstruido con nuevos sillares de cantería durante las labores de restauración del primer tercio del siglo XX (fig. 3)13.

2. 3. El castillo como sede de la armería de los Osuna: los inventarios de bienes conservados en 1575, 1659 y 1679

Otro aspecto significativo es que el edificio albergó un importante depósito de armas de los duques de Osuna durante la Edad Moderna. El documento más antiguo que lo acredita, es un inventario fechado en 1575 que detalla numerosas armas conservadas, especialmente en hierro y como artillería pesada, “diez pieças y cañones de artillería con sus cámaras y servidores de yerro para su muniçion”, o armas ligeras, arcabuces (siete), rodelas (trece), ballestones (ocho de hierro y siete en madera), coracinas (seis, en mal estado), morteras (cuatro), “bolberas” (catorce), “abrojos” o “realillos”, formados en pinchos con agujas de hierro, de los cuales existían cuatro docenas, alabardas (seis) y una “celada”. También figuran en el inventario “Un torno de armas”, o “dos barras de yerro grandes como bienen de Vizcaya”14. Unos años después, en 1659 sabemos que tomó posesión como alcaide de la fortaleza José Núñez Daza, en nombre del duque de Osuna, según acredita un escueto documento que revela algunas piezas de artillería todavía existentes en la fortaleza15:

“Y le tomo de la mano en la primer muralla y después le llebo a las segundas murallas entrándole por las puertas de ella y después a la terzera muralla haciendo otros actos de posesión y en dicho dia le hizo entrega de tres medios cañones de yerro un morterete pequeño que fue hallado en la primera cerca, otro medio cañon de yerro, un pedrero de yerro, dos tiros grandes de artillería y otro morterete que estaba en la armería”.

Tras su fallecimiento, en 1679, le relevó en el cargo el señor don Diego de Aguilar, y nuevamente se hizo inventario para reconocer los bienes existentes, tras entregarle los sucesores del fallecido las llaves de la fortaleza. El protocolo fue repetido del mismo modo, aunque la documentación aporta un relato detallado de esa inspección, que comenzó el recorrido desde pie de calle hasta el interior del castillo y fue pasando por diferentes estancias, fijándose en elementos de la fortaleza que todavía se conservaban16:

“Y en la primera muralla que esta lo mas de ella caída y sin puerta le tomo […] y prosiguió […] la segunda muralla y se metio y se pasio por dichas murallas y luego fue a la terzera muralla la qual estaua zerrada la puerta con su llabe de madera y aziendo dilixencias por abrir nose pudo por estar echadas unas piedras en la parte por donde estaua la dicha llaue de madera y se quito una tabla de dicha puerta y se abrió y se metio dentro y en señal de posesión se paseo alrededor de dichas murallas y luego se subio a la fortaleza prinzipal, alta del dicho castillo, donde esta el foso y se baxo para entrar en ella por un tablon que se puso y se entro en dicha fortaleza y no seallo puerta ninguna, en ella y paseándose por las salas y aposentos de ella, se allaron estar muy maltratados todos los suelos y en lo ondo de ello quitadas muchas bigas y estaban echas pedazos y en la otra sala mas arriua no auia suelos sino es muy poco que parezia auerse quitado a mano y en el primero aljibe que ay en dicho castillo se entro en el, y por uno y otro parte de las paderes seallan muchas piedras caydas en cantidad de ladrillos […] mas comunes y todos los ladrillos los abian pintado y sellado y en el otro al sibir no se allo quitado de las paredes ninguna piedra ni ladrillo por estar buenos y torno a salir del dicho castillo por dichas portadas y no se cerro la segunda puerta por haberse quebrantado para entrar como ba dicho […] y se cerro la primera puerta del dicho castillo”.

Esta última toma de posesión llevó consigo la elaboración de un nuevo inventario de los bienes conservados17, observándose una paulatina disminución de los previamente existentes al haber trascurrido 104 años de diferencia entre ambos inventarios:

“Primeramente en la segunda muralla del dicho castillo que mira acia la parte de la villa se allaron dos cañones y un morterete y un cañon esta en un cobijero metido hacia la parte que mira a la villa y este le faltan y tres aldabones […] mas otro cañon que esta a la entrada de la puerta segunda del dicho castillo […] mas un pedazo de yerro que se allo en el segundo aljibar [… ] mas dos tiros grandes de artillería y mas seis piezas pequeñas que estaban en sitio de la tercera muralla […] mas un midio cañon de yerro que estaba en las escaleras como se baja al nibel mas bajo del dicho castillo […] y no ubo mas y todo lo qual entrego su merced”.

La mayor parte de los objetos mencionados en estos inventarios debieron cambiar de ubicación o directamente se perdieron con el paso del tiempo, aunque de tal arsenal solamente se ha conservado una pequeña bombarda, hoy custodiada en el Museo Comarcal de Arte Sacro de la localidad. Otros objetos significativos, como la campana del castillo, situada en la torre del homenaje y que podía ser tañida desde el suelo con una gran cadena de hierro, tampoco se ha conservado. En el interior de la fortaleza también se conservaba un madero ornamental, con las armas de los girones, según hace indicación el primer inventario fechado en 1575.

3. Obras de mantenimiento en las murallas y puertas de la villa

Una de las primeras referencias a las murallas de Peñafiel consta en el “Cronicón latino de don Juan Manuel, aludido en el epígrafe anterior, donde especifica que comenzaron a construirse en julio de 1307: “En era de mille.CCC.XLV. incepit dominus Iohannes murare Penam Fidelem in mense iulii”18. La segunda referencia está inserta en las ordenanzas dadas a su villa de Peñafiel, en 1345, cuando ordena que “todas las rrendas del conceio que sean para los muros de la villa y para las mandaderias que fueren menester”19. De esta referencia se deduce que el concejo era el encargado de su mantenimiento y conservación.

El recorrido de la muralla fue de algo más de dos kilómetros de longitud. Tuvo cinco puertas, cuya nomenclatura tomaba los nombres toponímicos del espacio en donde se encontraban: San Pedro, San Miguel (“puerta de la villa” o “puerta el sol”), puerta del mercado sobre la Torre del Agua, San Lázaro y San Boal. Además, contaba con tres portillos secundarios, uno en la Judería, otro en la calle de la Pedraja y otro en las huertas cercanas al convento de San Pablo. Todos ellos daban paso para descender a nivel de las aguas del Duratón.

Muy pocos lienzos subsisten de esta cerca hoy y aunque el mejor tramo conservado es de unos 300 metros lineales junto al río Duratón, existen en un estado de conservación precario otras partes de la muralla, en la calle de las Rondas y el cruce de la carretera de Pesquera de Duero. Desde el castillo, descendiendo sobre la falda de la colina, ya a principios del siglo XX se evidenciaban muy pocos restos (fig. 4 y 6), aunque es en este lugar donde existe un pequeño lienzo de unos tres metros de largo, por algo más de un metro de ancho, construido en mampostería y cal.

Algunas fotografías del siglo XIX muestran que entonces quedaba gran parte de la muralla en pie y no se descarta que parte de la piedra, situada en la ladera del castillo, fuera utilizada para formar los muros del actual cementerio. El recorrido por la villa es bastante conocido, aunque hay tramos más difusos en los cuales no se conoce el trazado exacto. En la de las Rondas y en el cruce actual de la carretera de Pesquera de Duero, por ejemplo, se alzan dos lienzos en buena conservación (fig. 4), muy cerca del lugar donde estuvo situada la puerta de San Lázaro20.

Descendiendo nuevamente desde la fortaleza hacia el oeste, o valle del Duratón, se puede seguir el rastro de la muralla al conservarse el muro de contención, cerca de los actuales depósitos del agua potable. Después, en torno a la mitad de la calle Destiladeros, estuvo situada la puerta de San Pedro, que se mantuvo en pie hasta los años veinte del siglo XX, cuando desapareció. Desde la puerta de San Pedro, el recorrido descendía hacia el Duratón, pasando por detrás de la plaza del Coso donde se conserva, adosada a una de sus casas, un cubo semicircular.

A continuación se encontraba la puerta de la villa, también conocida como puerta de San Miguel por estar cerca de una antigua iglesia desaparecida bajo esa advocación, aunque igualmente hay otros testimonios que la denominan como “puerta el sol” (fig. 5). Este acceso se situaba en la confluencia de la antigua corredera de San Pablo (calle don Juan Manuel, desde 1909) con la parte externa y la bajada al río, donde actualmente se halla otro cubo de la muralla. La cerca avanzaba hacia San Pablo, introduciéndose en la zona del Alcázar, cuyo recinto fue cedido a los dominicos21. Desde los muros conventuales, la cerca se dirigía a San Miguel de Reoyo, cuya torre pudo ser, en origen, un torreón porque por aquel lugar cruzaba la muralla22. Prosiguiendo hacia el barrio de la judería se levantaba un portillo de escaso tamaño y, seguidamente, pasando por detrás de la iglesia de Santa María de Mediavilla, se alcanzaba el puente del mercado, con su correspondiente Torre del Agua situada sobre dicha construcción.

3. 1. Reparación de las puertas de la villa en 1676

Como es lógico, con el paso del tiempo se hizo preciso emprender reparos en las puertas de acceso a la villa, y contamos con algunos testimonios a este respecto. Por ejemplo, en 1676 sabemos que el concejo dictó condiciones para reedificar tres puertas, por valor de 1000 reales23. El procedimiento fijó la adjudicación de la obra a favor de Juan Alonso de Estrada, maestro de cantería de la Merindad de Trasmiera, aunque residente en la localidad24.

Según el documento, en la puerta de San Lázaro se sustituyó un pie derecho de piedra en el propio arco con mismo ancho de pilastra. En la puerta de San Boal el problema de cimentación se encontraba en el pie izquierdo del arco, demolido parcialmente “hacia la parte de la nebera” por lo que se planteó colocar “dos tizones con el ancho de la mocheta y una bara que corresponda el ramal […] y este pie derecho lebantara hasta nibelar con el movimiento que tiene”. Según se deduce de estas condiciones, algunas dovelas estaban en mal estado de conservación por lo que fueron sustituidas, incluyendo la clave principal. Por otro lado, el documento nos aporta un dato interesante para la historia de Peñafiel, pues demuestra que cerca del arco y, por tanto, de la actual calle de las Bodegas Protos estuvo uno de los pozos de nieve de la población.

En la puerta de San Miguel existía un problema estructural producido por el desgaste de los pies derechos del arco, que ascendían hasta los diez pies para dar sujeción a un arco de medio punto. La puerta, en uno de sus lados, lindaba con algunas casas de la plaza del Coso, y desde su pared, hasta el arco, se debía acompañar con un lienzo de seis pies de largo, edificado en mampostería, “dejando sus dentellones en la conformidad dicha”.

Reutilizando la piedra como material principal, se dispuso que los lienzos que apareciesen caídos en otros puntos podrían utilizarse, como ocurre “en sorribas, y alrededor de dicha villa, sin que se entienda que no ha de quitar piedra que este sirbiendo en dichas murallas”. Una de las disposiciones finales dictaminaba que si el concejo mandase “esmoler la puerta de San Boal y prebenir materiales se ha de pagar la costa que tuviere”, contemplando así una reforma integral y no parcial, de la referida puerta.

3. 2. Obras de reparación en la muralla entre 1679 y 1683

El concejo de la villa publicó nuevas condiciones en 1679 para reparar un lienzo de la muralla cercano al curso del río Duratón. Tras el pregón acostumbrado, la obra quedó adjudicada nuevamente al maestro Juan Alonso de Estrada. La intervención consolidó el tramo ruinoso “que esta en la calle de la puente, frontera con las casas de Francisco de Paez, cirujano y Juan Rodríguez, pastelero”. Esta intervención, por valor de 1500 reales, puede localizarse con precisión, porque el tramo, conservado en buenas condiciones, corresponde al lienzo de muralla que une el portillo de la calle de la Pedraja (figuras 7 y 8) con el Molino de Palacios (fig. 9). En las condiciones de tal obra se expresa que “los tizones necesarios de bara de largo para que se hermanen y unan con el mazizo y la dexa de la puerta de afuera […] a de yr atizonado con lo viejo de la muralla por un lado y otro de suerte de que sea unido y hermanado con toda seguridad”25. Esta intervención de refuerzo se aprecia con mucha claridad, especialmente en el arco de dicho portillo, tanto en el exterior como en el interior, donde todavía es más patente la diferencia entre el arco original, más bajo, y el proyectado en esta intervención (fig. 8).

Dos años después, en 1681, y en este contexto de consolidación de las estructuras murarias de Peñafiel iniciada por el concejo, nuevamente se contratan obras para el tramo cercano a la puerta de San Miguel. Las modificaciones se estimaron en 1100 reales e incluyeron una intervención en el puente del Duero. Nuevamente quedaron adjudicadas al maestro Alonso de Estrada.

La intervención arquitectónica consistió en la introducción de unas zapatas y apoyos para recibir parte del muro arruinado que se encontraba entre la puerta y enfrente del molino de los herederos de Juan Ruiz. Se hizo necesario intervenir en el “cubo que mira hacia la dicha puerta de San Miguel” para calzarlo y recibirlo con tizones de piedra, para garantizar su seguridad. Después de este cubo, conservado en la actualidad, la muralla presentaba otro portillo “de la parte de abajo azia el convento de San Pablo”, en el cual se intervino para su debida conservación, socalzando todo el lienzo para la mayor seguridad del mismo, hasta las casas del vecino Diego de la Fuente26.

Por último, tenemos constancia de otra nueva intervención en 1683, año en el que se llevó a cabo la reparación de las puertas de San Boal y San Lázaro, junto al tramo que las separaba, bajo la dirección del maestro José Ruiz de la Cotera, natural del Valle de Ruesga y por un valor de 1400 reales27. La puerta de San Lázaro presentaba problemas de estabilidad en el arco interior, por lo que se hizo preciso demoler doce hiladas de sillares y construirlo nuevamente, con su correspondiente cimbra de madera. El cubo situado a la derecha de la puerta, “saliendo azia Pesquera”, se calzó para hacerlo más potente. Por su parte, en la puerta de San Boal se ordenó la demolición de doce pies de largo y veinte de alto “de la pilastra que esta azia la ronda y se le ha de bolber a hazer en silleria con sus tizones de tercio en terzio y en el arco se le han de meter sus piezas de dovelas en aquella quiebra que tiene dicho arco”. El lienzo, en su recorrido hacia el castillo, presentaba defectos importantes, por lo cual se tuvo que construir un paredón “de diez y ocho pies de largo por veinte de alto, y dos pies y medio de grueso para fortalezer dicha muralla que ba caida y desfraudada toda”, con la intención de dar seguridad a este muro e “ir terraplenando entre la muralla biexa y dicho paredon de tierra”.

Durante el siglo XVIII localizamos escasas referencias a la muralla. En 1703 se reformó la casa de la Cofradía de Nuestra Señora de los Remedios, junto a los muros de la iglesia de San Miguel de Reoyo, cuya parte posterior lindaba con la cerca urbana28. En el mismo año se llevó a cabo la reconstrucción de un paredón junto a la capilla de la Virgen del Rosario, en el lienzo de la cerca, costeado por los frailes dominicos de San Juan y San Pablo29. A la pared de la capilla se adosó un camarín en 173330.

4. Proceso constructivo del palacio del duque de Osuna: adecuación de su residencia urbana para la manifestación del nuevo poder político

La familia Téllez-Girón recibió el marquesado de Peñafiel en la primera década del reinado de Felipe II (1568) y su influencia había hecho cambiar la representación del poder político en la localidad, ostentado antiguamente por la corona, los miembros de la familia de los Manuel o los duques de Peñafiel, Fernando I y Juan II, reyes de Aragón. Se desconoce los motivos de la elección del solar para asentar su palacio en la plaza de San Miguel de Reoyo, pero todo apunta al deseo de marcar un cambio político y social respecto a los antiguos lugares en los que se demostraba el poder señorial, como el antiguo Alcázar de los Manuel adosado a los muros del convento de San Pablo, o la iglesia de Santa María de Mediavilla, centro del poder religioso de la localidad.

No es casualidad que, tras el establecimiento del marquesado y la elección de San Miguel de Reoyo por la familia nobiliaria, como sede de su patronato, se comenzase la ampliación del templo como refuerzo del poder político y religioso, porque uno de los proyectos emprendidos por dicha familia fue la de concentrar toda la clerecía entorno a tal iglesia, planteando su elevación a colegiata31.

La situación del palacio ha planteado dudas a lo largo de la historia, pero gracias a los documentos analizados a continuación, queda perfectamente determinada su extensión. Pese a la creencia de que los límites del palacio se acotaban entre la plaza de Reoyo y la mitad de la calle de subida hacia San Pablo, las intervenciones mencionan intervenciones en ventanas y estancias que miraban enfrente de la “capilla de don Juan Manuel”, “el juego de Pelota” o “la plaza de Reoyo”. Su extensión, por tanto, se extendía a lo largo de toda la manzana desde el frente de la citada capilla hasta la plaza de San Miguel de Reoyo (fig. 10). Gracias a tal fotografía, se ha planteado la extensión de tal palacio gracias al plano del actual parcelario ofrecido por Catastro y tal como se muestra en la fig. 12.

4. 1. Obras constructivas del palacio a finales del siglo XVI

Si acudimos a la documentación atesorada en el Archivo Histórico Provincial, la primera intervención que tenemos constancia en tal edificio data de 158332. En este caso, se sirvieron tres pliegos de condiciones distintas para ejecutar la obra, dirigida por el cantero Juan del Hoyo, vecino de Ruiloba, localidad de la provincia de Santander. La primera corresponde a una intervención en el “cuarto del excelentísimo señor”, precisando el espesor de los muros, de tres pies y medio, construidos en tapial, junto a los cuartos o estancias, elevados a tres pies del pavimento, que estarían separados y cada uno tendría una longitud de “diez y seis pies de gueco”. Parece que estas condiciones hacen referencia a las estancias principales del palacio, enfrente de la antigua portería del convento de San Pablo, porque tal cuarto “a de fundarse sobre un aumento y colunas de piedra con sus capiteles sin moldura y pedestrales llanos labrado tosa lo baxo q ne de dar abierto”, cuyas columnas de piedra de Campaspero fueron encargadas al cantero Juan de Palacios, con una medida de “nueve pies y medio de alto con su basa y capitel labrado a boca descoda y basa i capiteles chafrantados sin miembros de moldura”, siendo cada una de ellas “de todo este largo dela dicha obra”.

Las condiciones no mencionan, a priori, una segunda planta, aunque si un entresuelo formado por “una sala en aqual a dar tres ventanas a cinco pies de ancho y alto todo lo que convenga para que jen arta luz”. Ésta se situaría “al peso del aposento de mujeres sin grada, tendra las ventanas a la guerta”, es decir, hacia el interior de la parcela. En esta adecuación, la obra también intervendrá en otras partes del palacio, como el oratorio, el cuarto de mujeres o la chimenea, esta última al lado del retrete. En la parte externa se instalaron rejas de hierro y se colocaron posteriormente otras en los espacios que no se cerraron entonces.

Las segundas condiciones, en el mismo documento, mencionan que la obra del “quarto sea de hazer desde la pared de la alcoua hasta la tapia de la puerta de la guerta”, en dos piezas distintas que habían de incluir una sala de 48 pies de ancho, “en la qual abra tres bentanas grandes bien repartidas”.

4. 2. Intervenciones durante el siglo XVII y degradación de la fábrica palacial

La documentación consultada confirma una primera intervención sobre el palacio en el año 1612, cuando se intervino en su cubierta y por cuyo efecto fueron nombrados los maestros carpinteros Pedro Álvarez y Blas de Arnao como peritos de esta obra porque era preciso retejar todo el complejo y actuar en vigas de madera y cubiertas afectadas, todo ello por un valor estimado en 1600 reales33.

En 1628 se emprende, nuevamente, una intervención de cantería, cuyo valor ascendió a los 1160 reales y fue llevada a cabo por el “maestro mayor de obras del duque de ossuna”, Diego de Otero Sota, vecino de Anero, en la Junta de Ribamontán, actual provincia de Santander. El expediente incluye referencias a la adquisición de otros bienes muebles, suministrados por el ensamblador Pedro Esteban de Olivares, vecino de la localidad, quien surtió varios bancos “que hiço en las salas principales como solían estar”, mesas de la “butillería”, canceles con sus herrajes o celosías de la galería, por una suma total de 31 725 maravedís. El ensamblador recibió cierta cantidad de dinero por pintar en verde dichas celosías, ventanas y puertas. La cocina del palacio fue reformada en esta época por los maestros de carpintería Juan de Burgos y Roque Aguado, quienes recibieron 2363 reales. El maestro Francisco Pintor ejecutó obras menores en la mencionada cocina y en los establos.

Unos años después, en 1632 y a tenor de las intervenciones anteriores, se dispuso la reconstrucción de una estancia encima de las carboneras, colocando pies rectos de madera sobre piedras, y otra intervención para disponer “cinco postes de olmo con sus cimbrias en la torre que cay a la placuela de Reoyo”. Nuevamente hace aparición Diego de Otero Sota, junto a Andrés de San Juan, como encargados de esta intervención34.

En 1675 se dictaron nuevas condiciones para intervenir en el palacio, cuya magnitud hace pensar en el mal estado que arrastraba su fábrica35. Las condiciones, asignadas a Gaspar de Renedo, vecino de Curiel de Duero, plantearon la intervención en el cuarto alto del palacio, es decir, en el cuerpo principal del mismo, desde el oratorio y por distintas estancias: la sala principal, el aposento grande, la alcoba del dormitorio y una chimenea cercana a este último. Estos espacios se demolerían, especialmente, en la parte interior, rondando el cuarto de criados y con el objetivo de reedificar todas las estancias. En las azoteas altas del citado cuarto de los criados se dispuso la reconstrucción de su chapitel que, al encontrarse en mal estado, se intervino añadiendo nuevos materiales:

“a de ser ochauado pedrestal y abuxa con su collarin y bola de cobre y su cruz y remate y guarnecido toda la carpinteria de piçarra y plomo los miembros de collarin y basamento y pedrestal por causa que las aguas y niebes no podrezcan ni arruinen las maderas dexandole perfecto y acauado según harte”.

El memorial prosigue con la reforma de otras estancias. Una de ellas supuso la demolición y reconstrucción del mirador “que esta al rremate del quarto hacia la capilla de D. Juan Manuel y corredera de San Pablo”, es decir, en el extremo sur del palacio, cuya estancia se cubrió con madera procedente de la localidad de San Leonardo, en la provincia de Soria. De la misma forma se intervino en la escalera principal del palacio, construida en madera, reformándola en la medida de lo posible y sustituyendo lo más afectado, con la intención de ir “fixando las rrepisas de dicha carpinteria y escudos y florones por remates conforme oy esta”. Todas las piezas del cuarto se cerraron con un tejado conveniente y las fachadas, especialmente la “que mira al juego de pelota, se a de lucir de yesso todo lo que faltare”. En este momento se dotaron de nuevos cierres al palacio, como se deduce de la orden de “echar hacia la placuela de rreoyo tres puertas y bentanas y quatro acia el juego de pelota y cinco puertas dentro en la sala principal”, aludiéndose a otras ventanas y rejas en distintas estancias, como la portada del palacio o la estancia de “guardaropa”, enfrente a la escalera principal.

Las condiciones se acompañan del inventario de materiales a emplear en la obra (véase tabla 1) cuya memoria está incluida en el expediente de la intervención, auspiciada en los últimos años del mandato del quinto marqués de la localidad, Gaspar Téllez-Girón y Sandoval (1625-1694).

Concepto

Reales

Primeramente, 400 piezas de bigas y andabigas y tirantes para los texados y casas accesorias

9200

Mas de sobradiles 4d350 que a real y medio cada uno

6525

Mas para los texados del palacio y casas accesorias 28d500 texas que a ocho maravedís comporte

6705

De clabacon para todos los texados y cassas 8d400 chillones que a 130 reales el millar

1092

Mas 17 arrouas de clabacon con gruesso a rraçon de dos reales la libra

850

Mas 3d266 fs de yesso que a 60 mrs cadafanega açen Rl

5763

Mas de cal 600 fanegas a rraçon de 3 reales y medio cada una

2100

De agua y arena para la mezcla de la dicha cal

450

Mas de siete puertas benttanas a rracon cada una de 365 reales con sus herraxes

2555

Mas de 7d600 ladrillos a rraçon cada millar de 121 reales

919

Mas 15 puertas engaratusadas a rracon de 42 reales cada una

630

De la puerta principal del palacio con herraxe

400

Mas de dos puertas, vna de la escalera y otra de la guardaropa con sus herraxes

600

Mas de 100 baras de piedra labrado puesto a pie de la obra a rraçon de 14 reales cada una

1400

Mas 300carros de piedra manposteria para el paredon de la guardarropa y Realtada de la casa açesoria y socalçes a 7 reales cada carro de piedra de saca y porte

2100

Mas para el chapitel 5 arrouas de plomo a 2 reales y medio la libra

312

Mas de piçarra para el dicho chapitel

1500

Mas de la bola de cobre y la cruz

425

Mas de la madera de san Leonardo para la çinta de saetin de los corredores del patio principal y mirador de la capilla de D. Juan Manuel

1125

Mas de manifactura de desaçer todos los rexados y limpiar la tierra y volver hacer toda la obra referida como lo piden las condiciones

24 775

Que todas las partidas montan

68 297

En 1677 nuevamente se interviene en el palacio y, en esta ocasión, sobre otras zonas no previstas en las condiciones precedentes. Así pues, se ordenó la demolición y nueva construcción de las caballerizas, situadas en la parte posterior del palacio, así como la cocina, o la reforma total de los tejados “desde la torre asta el corredor que da a san Pablo”. Con tal indicación queda fijada la torre palacial con su chapitel, situada cerca de la plaza de San Miguel, como se indica en un documento de 1633. Las condiciones de construcción, estimadas en 5000 reales, fueron llevadas a cabo por el vecino de la localidad José Delgado, maestro de carpintería y albañilería36.

Una nueva obra se puede documentar en 168337, cuando se interviene nuevamente en las cocinas y en uno de los cuartos, que hace esquina a la huerta de Isabel Cano, en cuyo lugar se asentaron distintos apoyos de una vara de alto con unos postes de olmo, para asentar sobre ellos “una carrera al gruesso y alto de la que sigue enxarjándolas en ella a diente de perro”. Por lo que se entiende del documento, la intervención consistió en la reforma el patio interior, mencionando el soportal con dos pisos. De la misma forma se reformaron los tejados y algunas estancias, como las alcobas. Estas condiciones, valoradas en 2800 reales y adjudicadas a Andrés Zamora, maestro de Curiel de Duero, completaron partes que no fueron afectadas en otras intervenciones38. Finalmente, tras el proceso de subasta a través de pregón, la obra fue adjudicada a dicho maestro, quien otorgó las correspondientes fianzas39.

Poco antes de terminar el siglo XVII, en 1697, se precipitó uno de los paredones del palacio hacia la plaza de San Miguel de Reoyo y nuevamente se otorgaron condiciones para su reconstrucción, pues dada la gravedad de los daños se necesitaba intervenir con toda urgencia40:

“No solo, el reparo del paredon, o emplenta que se cayo azia la parte de Sn Miguel de Reoyo sino muy gualmente para su conserbazion por ahora es necesario tejarlo y zerrar los voquerones que se han hecho por la cassa accesoria, apuntando el lienzo del patio y zerrar las entradas ynutiles”.

La obra fue de una mayor importancia respecto a las intervenciones anteriores, alcanzó los 14 000 reales y su encargado fue Lucas Ortiz de Bohar, vecino del valle de Guriezo, en la provincia de Santander. Fue maestro de cantería, aunque se le conoce por ser un importante ensamblador que actuó por Valladolid y Palencia, llevando a cabo, de forma preferente, la construcción de retablos41.

Ortiz de Bohar planteó la reconstrucción del cuarto que se situaba orientado a la plaza de Reoyo, dándole la misma forma que tenía anteriormente, con dos ventanas y balcones de hierro, que fueron guardados “por auerse undido juntamente con dicho quarto”, y el espacio formado por la cocina se demolería desde el tejado, interviniendo en su cimentación, socalzando una esquina de cantería e incluyendo varias vigas de madera en dicho sitio. Asimismo, planteó intervenir en el corredor al lado de la huerta y en el patio de columnas, armándolas con el hierro y la sustentación suficiente “para que con eso no puedan dichas columnas hazer ruyna”. El corredor que miraba “a la cruz de San Pablo” también fue objeto de intervención por su estado de conservación42.

Las condiciones fueron pregonadas y tras varias bajas, finalmente la obra quedó rematada en los maestros Matías de la Fuente y Andrés de Estrada y Orozco, vecinos de la villa, junto a Antonio de la Torre Sota, vecino del Valle de Hoz, en la Merindad de Trasmiera, por 13 000 reales; aunque replantearon los rematantes algunas condiciones originales dadas por Ortiz de Bohar43.

Desconocemos si en el siglo XVIII se llevó a cabo alguna intervención en el palacio, pero es muy probable que fuese paulatinamente dejado en abandono. Contamos con un testimonio de dicho edificio en 1845, que demuestra su ocupación por personas ajenas, obligando a tomar posesión de su estructura al administrador del duque de Osuna, que fue acompañado a tal efecto por varios testigos, el escribano y el juez de primera instancia de la localidad44:

“pasó a la casa que por dichos estados pertenece en esta villa a S. E. sita en la parroquia de San Miguel, calle de San Pablo, que se encuentra al frente del convento del mismo nombre, a efecto de dar la posesión acordada y estando en ella, y una de sus habitaciones, tomó de la mano a dicho administrador y le introdujo en la sala que da vista al citado convento, donde cerró y abrió puertas, hechó la gente que había en ella e hizo otros actos posesorios, resultando quedar posesionado quieta y pacíficamente, real corporal, de la enunciada finca”.

El palacio fue sumiéndose progresivamente en un precario estado de conservación y tras su enajenación de la Casa de Osuna, quedó segregado en distintas parcelas. Antes de finalizar la década de los años ochenta del siglo XX, fue derribado el tramo situado hacia la plaza de San Miguel de Reoyo, que constituía el tramo mejor conservado y de mayor relevancia. Solamente se conservan en la actualidad varias viviendas pertenecientes a dicho palacio, muy reformadas, y dispuestas en la parcela desde la citada plaza hacia la iglesia de San Pablo (fig. 11).

5. Conclusiones

Con este estudio se pretende rescatar del olvido el conjunto de intervenciones sobre hitos arquitectónicos del Peñafiel señorial, en los siglos XVI al XVIII. Aunque muchas de estas intervenciones no se corresponden con obras conservadas en la actualidad, sirven de importante testimonio para entender las fricciones entre la configuración urbana de la villa medieval y las nuevas demandas de la Edad Moderna, así como los usos antiguos y sus adaptaciones a otros tiempos, que se resistían a negar el fuerte valor simbólico, a nivel de poder político, que tales estructuras habían alcanzado durante la Edad Media. De alguna manera, estas intervenciones documentadas durante la Edad Moderna, consolidando y conservando, en la manera de lo posible, los vestigios heredados de una era previa, demuestran la relevancia que el castillo y, en especial, las murallas seguían teniendo en la vida diaria de la población. Por otro lado, el estudio de las fases constructivas de un edificio desaparecido en la localidad, el palacio del duque de Osuna, da luz a otra manifestación del poder señorial de la villa en tiempos modernos, con cuyas descripciones ponemos en manifiesto un edificio estructuralmente dispar, y muy complejo, sometido a numerosas reformas y alteraciones durante su larga existencia. Por todo ello, el estudio revela un esfuerzo de mantenimiento de la fortaleza de la casa de Osuna, del concejo de la villa para conservar sus murallas, y de los marqueses de Peñafiel para preservar su palacio en la localidad enriqueciéndolo con un lujoso mobiliario, todo gracias a la inversión mantenida en su fábrica a lo largo del tiempo.

Bibliografía

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VILLA POLO, Jesús de la, “El monumento más desconocido de Peñafiel”, Libro de Fiestas de Nuestra Señora y San Roque, Peñafiel, Excmo. Ayuntamiento, 2000, pp. 122-125.

VILLA POLO, Jesús de la y SANZ PLATERO, Daniel, Castillo de Peñafiel, [León], Los autores, 2019.


  1. 1 Aunque abundan las referencias al castillo en monografías históricas y obras generales sobre fortificaciones medievales, la bibliografía específica del castillo es bastante escasa. Es preciso destacar, en este sentido, dos estudios específicos: BLANCO SANCHO, Román, Castillo de Peñafiel, [Barcelona], El autor, 2006; y VILLA POLO, Jesús de la y SANZ PLATERO, Daniel, Castillo de Peñafiel, [León], Los autores, 2019.

  2. 2 Muy pocos estudios monográficos se han dedicado al estudio de la muralla peñafielense en conjunto. Aunque se cuenta con una aproximación histórica muy importante (ESCRIBANO DE LA TORRE, Fortunato, Peñafiel, notas históricas, Valladolid, El autor, 1976) que describe someramente los restos conservados, el estudio más completo corresponde a (VILLA POLO, Jesús de la, “El monumento más desconocido de Peñafiel”, Libro de Fiestas de Nuestra Señora y San Roque, Peñafiel, Excmo. Ayuntamiento, 2000, pp. 122-125), en donde el autor vertebra el recorrido y trazado de la cerca.

  3. 3 CASTRO TOLEDO, Jonás, Colección Diplomática de Peñafiel, Valladolid, Excma. Diputación Provincial, 2014, pp. 23-24.

  4. 4 Este castillo se cita en el traspaso de la villa al infante don Manuel de Castilla, en 1283.

  5. 5 MENÉNDEZ PIDAL, María Goiri, Don Juan Manuel y los cuentos medievales, Madrid, Biblioteca Literaria del Estudiante, XXVII, 1936, p. 16.

  6. 6 BLANCO SANCHO, Román, Castillo de Peñafiel..., p. 28. Es pertinente señalar que en el patio norte, tras la excavación previa a su actual pavimentación, aparecieron vestigios de un muro en forma de L de mayor antigüedad a los lienzos actuales, según se hizo indicación en el estudio de SANZ PLATERO, Daniel, “El castillo sigue sorprendiendo”, Libro de Fiestas de Nuestra Señora y San Roque, Peñafiel, Excmo. Ayuntamiento, 2021, pp. 70-76.

  7. 7 ROSENDE, Marcelo, “Profecía, figura consumación y providencia en el Libro de las Tres Razones de don Juan Manuel”, Revista de Literatura Medieval, XVIII (2006), p. 213. SÁNCHEZ-ARCILLA BERNAL, José, Alfonso XI: 1312-1350, Palencia, La Olmeda, 1995. En las recientes excavaciones de la barbacana o primer recinto, en torno a la puerta de entrada antigua del segundo recinto, hizo aparición de una línea de maderos quemados, utilizados para el derribo rápido de los muros de la fortaleza, por efecto de la quiebra calorífica que actuaba destruyéndolos de raíz. Quizás estos vestigios correspondan, bien al derribo del castillo de 1337 por orden de Alfonso XI o sean posteriores, de la época de Juan II cuando, de la misma forma, decretó derribar el castillo a partir de 1431. Por la posición en que se han encontrado, parecen ser más derribos puntuales del primer recinto de muralla, en puntos cercanos a la torre del homenaje, para inhabilitar la defensa de la fortaleza.

  8. 8 VILLA POLO, Jesús de la y SANZ PLATERO, Daniel, Castillo de Peñafiel..., p. 42.

  9. 9 Existen referencias de un cantero con este nombre, natural de Meruelo, que figura realizando obras en Oviedo junto a Juan del Ribero Rada (GONZÁLEZ ECHEGARAY, María del Carmen; ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, Miguel Ángel; ALONSO RUIZ, Begoña y POLO SÁNCHEZ, Julio Juan, Artistas cántabros de la Edad Moderna. Su aportación al arte hispánico (diccionario biográfico-artístico), Santander, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria, 1991, p. 479). Juan de Palacios llevó a cabo la edificación de una bodega particular en la localidad, de don Luis de Cianca, en el año 1584, y cuyas condiciones conservan un dibujo de la sección de los arcos a construir (Archivo Histórico Provincial de Valladolid [en adelante AHPVa], leg. 14087, ff. 87-89).

  10. 10 AHPVa, leg. 14273, ff. 18-19.

  11. 11 AHPVa, leg. 14273, ff. 18-19.

  12. 12 Archivo Histórico Nacional [en adelante AHN], Clero_Secular_Regular, L. 16547, f. 431v.

  13. 13 VILLA POLO, Jesús de la y SANZ PLATERO, Daniel, Castillo de Peñafiel..., p. 48.

  14. 14 AHPVa, leg. 14272, ff. 53-54.

  15. 15 AHN, Nobleza, Osuna, carpeta 98, D. 60-63, f. 25.

  16. 16 AHPVa, leg. 14202, ff. 401-402. Cuando se indica el presente recorrido, interpretamos, que la puerta que presentaba dificultades en su apertura parece corresponder a la principal del segundo recinto de la muralla, inmediatamente al lado del foso y patio sur, porque cuando se alude a la fortaleza alta se refiere a la torre del homenaje, en donde comenta la descripción que se hallan las salas despojadas de mobiliario y maltratados todos los suelos. Se alude, además, que el piso de aposentos del noble se hallaba ya despojado de las vigas de madera que lo sustentaban. El tablón puesto para el acceso se refiere, seguramente, al puente levadizo de acceso a la torre del homenaje, porque en esta época el foso del patio sur estaría ciertamente colmatado con escombros y maleza, aunque no se descarta que se utilizara algún medio de acceso excepcional para la entrada al patio chico. Los aljibes que se comentan en la descripción corresponden a los que se hallan en el patio norte.

  17. 17 AHPVa, leg. 14202, f. 404v.

  18. 18 MARTÍN IGLESIAS, José Carlos, “El denominado cronicón latino de don Juan Manuel: nueva edición y estudio”, Cahiers d’Études Hispaniques Médiévales, 38 (2015), p. 146.

  19. 19 Primera ordenanza. El manuscrito original se encuentra en el Museo Comarcal de Arte Sacro.

  20. 20 La puerta de San Lázaro estuvo al final del recorrido de la barbacana, surcando el rio Duratón. Por las descripciones que se hacen de los reparos en esta puerta en el siglo XVII, más bien parecen situar este acceso en las inmediaciones del actual cruce de la carretera de Pesquera con el tránsito de la Nacional-122, según VILLA POLO, Jesús de la, “El monumento más desconocido..., pp. 122-125.

  21. 21 Se conoce la referencia de un traslado de una carta ejecutoria, de cronología indeterminada, en la cual se indica que la villa no estaba obligada a la reparación de las cercas que confinaban con dicho convento, según el inventario del archivo concejil de 1818, situado en el primer cajón con el documento trece (AHPVa, Concejil, Peñafiel, leg. 331, doc. 17).

  22. 22 SÁIZ VIRUMBRALES, Juan Luis; SÁNCHEZ RIVERA, Jose Ignacio y SANZ PLATERO, Daniel, “Torres absidiales entre el románico y el barroco en la Ribera del Duero: los casos de Padilla de Duero y San Miguel de Peñafiel y su relación con los procesos constructivos de ambos templos”, Biblioteca, Estudio e Investigación, 37 (2022), p. 68.

  23. 23 AHPVa, leg. 14261, ff. 71-74.

  24. 24 El maestro estuvo trabajando veinte años antes en el convento de Santa Clara de la localidad, reconstruyendo el muro o cerca junto al rio Duratón, que fue destruido por una fuerte riada en diciembre de 1657 (AHPVa, leg. 14161, ff. 100-101).

  25. 25 AHPVa, leg. 14262, ff. 162-164.

  26. 26 AHPVa, leg. 14263, ff. 147-152

  27. 27 AHPVa, leg. 14263, ff. 112-118.

  28. 28 AHPVa, leg. 14289, ff. 133-137.

  29. 29 AHPVa, leg. 14289, ff. 119-120.

  30. 30 AHPVa, leg. 14320, ff. 190-195.

  31. 31 SÁIZ VIRUMBRALES, Juan Luis; SÁNCHEZ RIVERA, Jose Ignacio y SANZ PLATERO, Daniel, “Torres absidiales…”, p. 75.

  32. 32 AHPVa, leg. 14273, ff. 29-33.

  33. 33 AHN, Nobleza, Osuna, carpeta 1541, D. 13-30.

  34. 34 Ver nota anterior.

  35. 35 AHPVa, leg. 14276, 1682, ff. 84-87.

  36. 36 AHPVa, leg. 14201, s/f. El artífice es conocido por haber llevado a cabo otras intervenciones en esta época y años siguientes, en otros edificios de la localidad, como la torre de San Esteban o del reloj, la iglesia de Santa María de Mediavilla y la cubierta de la nave mayor de la iglesia de San Pablo.

  37. 37 AHPVa, leg. 14206, ff. 133-135.

  38. 38 AHPVa, leg. 14206, ff. 136-137. Andrés Zamora intervino en el convento de Santa Clara de la localidad en el año 1731, reconstruyendo las bóvedas del coro bajo, hundidas tiempo antes (AHPVa, 14319, ff. 65-66).

  39. 39 AHPVa, leg. 14206, ff. 138-139.

  40. 40 AHPVa, leg. 14302, f. 365.

  41. 41 GONZÁLEZ ECHEGARAY, María del Carmen; ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, Miguel Ángel; ALONSO RUIZ, Begoña y POLO SÁNCHEZ, Julio Juan, Artistas cántabros…, p. 472.

  42. 42 AHPVa, leg. 14302, ff. 371-374.

  43. 43 AHPVa, leg. 14302, f. 381v.

  44. 44 AHN, Nobleza, Osuna, carp. 200, doc. 35, f. 399.

Fig. 1. Postal antigua (ca. 1900) que muestra la entrada principal de la fortaleza, lugar donde se llevó a cabo la intervención de cantería, en 1583. Ediciones Sicilia, Zaragoza. Colección del autor

Fig. 2. Fotografía de principios del siglo XX, en la que se aprecia el estado de conservación del castillo y la inexistencia de parte del primer recinto de muralla al ser empleado en la reconstrucción de la cerca del convento de Santa Clara, por debajo de los dos primeros cubos del extremo norte del castillo, a la izquierda de la fotografía. Por debajo, antigua carretera de acceso a la fortaleza. Autor y ubicación desconocida

Fig. 3. Lienzo de muralla reconstruido, formado con tres líneas de mechinales cuadrados, en el siglo XX. Nótese la diferencia de color en los sillares del muro. Fotografía del autor

Fig. 4. Imagen de principios del siglo XX con un lienzo de muralla desaparecido en la calle de las Rondas y vestigios de su recorrido en ascenso al castillo. Autor y ubicación desconocida

Fig. 5. Lugar en donde estuvo situada la puerta de San Miguel, también conocida como Puerta de Villa o “puerta el sol”, tal y como se indica en esta postal fotográfica de finales del siglo XIX. Autor y ubicación desconocida

Fig. 7. Portillo de la calle de la Pedraja. Reconstruido parcialmente en 1679 por Juan Alonso de Estrada. Se aprecia talla distinta en parte de las dovelas, especialmente en la franja izquierda, porque los de la derecha son de mayor antigüedad. Se aprecia en la fotografía el desaguadero o vierteaguas, en el ángulo superior izquierdo, al que hacen referencia las condiciones

Fig. 6. Imagen del castillo, en torno a los primeros años del siglo XX, en donde se aprecia el recorrido de la muralla, descendiendo desde la fortaleza hasta la desaparecida puerta de San Boal. Autor y ubicación desconocida

Fig. 8. Portillo de la calle de la Pedraja desde el interior. Se aprecia un doble arco: el medieval es el original, más bajo. El reconstruido en la intervención de 1679, presenta mayor altura. Fotografía del autor

Fig. 9. Muralla en el entorno del molino de Palacios. Lienzo reconstruido por el maestro José Alonso de Estrada, en 1679. Fotografía del autor

Fig. 10. Vista del palacio de los marqueses de Peñafiel desde el castillo. En el centro de la imagen, por delante del claustro del convento de San Pablo, se aprecia el bloque principal del palacio, más elevado, seguido, a la derecha con unos cuartos con mirador que llegan hasta la capilla de los Manuel y, a la derecha, otros cuartos que llegan hasta la plaza de San Miguel de Reoyo

Tabla 1. Materiales y sumas totales de los materiales empleados en la obra del palacio, según el memorial de 1675 (AHPVa, leg. 14276, ff. 84-87)

Fig. 12. Aproximación a la planta del palacio del duque de Osuna, sobre plano catastral original. En azul oscuro, superficie de las casas del palacio aludida en las distintas condiciones de obras, formada por 1700 metros cuadrados. En rojo, extensión aproximada del palacio, con un total de 2900 metros cuadrados

Fig. 11. Detalle del palacio del duque de Osuna, en la calle homónima. Se aprecia un piso inferior de mampostería y puertas de sillería sobre el cual se asientan los cuartos principales del palacio, son sus ventanas y balcones del siglo XVIII, enlucidas y trabajadas con molduras de escayolas. Fotografía del autor