Retratos del centro histórico de Barranquilla, Colombia: análisis y reflexión sobre sus problemáticas urbanas y patrimoniales
Portraits of Barranquilla’s historic center, Colombia: analysis and reflection on its urban and heritage challenges
Christian Javier Maldonado Badrán1 y Paola Ivama Hernández Ahumada2
Universidad de la Costa [1y2]
Departamento de Arquitectura y Diseño
Calle 58 # 55 — 66, Barranquilla, Colombia
cmaldona6@cuc.edu.co / ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1388-0794 [1]
phernand3@cuc.edu.co /ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6320-9416 [2]
Fecha de envío: 12/8/2024. Aceptado: 19/6/2025
Referencia: Santander. Estudios de Patrimonio, 8 (2025), pp. 295-324.
DOI: https://doi.org/10.22429/Euc2025.sep.08.07
ISSN-L e ISSN 2605-4450 (ed. impresa) / ISSN 2605-5317 (digital)
Resumen: El artículo presenta un análisis y una reflexión del estado actual del Centro Histórico de Barranquilla, Bien de Interés Cultural del Ámbito Nacional. A partir de la observación actual del sitio con criterios arquitectónicos y urbanísticos, y el análisis en perspectiva histórica con fuentes primarias y secundarias, se muestran y evalúan los hechos y elementos que han contribuido y contribuyen a su deterioro físico y ambiental. Concluimos que a pesar de que desde hace un tiempo han sido llevadas a cabo algunas acciones para su recuperación integral, estas no han logrado ser completamente efectivas, lo cual contribuye a un deterioro sostenido y a la pérdida de representación identitaria.
Palabras clave: Centro Histórico de Barranquilla; patrimonio cultural; patrimonio urbano; problemáticas urbanas.
Abstract: The article provides an analysis and reflection on the current state of Barranquilla’s Historic Centre, a National Cultural Heritage site. The factors and elements that have contributed to and continue to cause its physical and environmental deterioration are identified and evaluated drawing on present-day observation of the area by the use of architectural and urban criteria, as well as on a historical analysis based on primary and secondary sources. We conclude that, despite some measures for its comprehensive recovery that have been implemented for some time, they have not been proven fully effective, thereby contributing to ongoing deterioration and to the erosion of its identity representation.
Keywords: architecture; Barranquilla historic center; cultural heritage; urban heritage; urban issues.
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El artículo plantea un análisis y reflexión sobre las condiciones urbanas y patrimoniales del centro histórico de la ciudad de Barranquilla, Colombia. Una ciudad caribeña ubicada al norte de Colombia, bordeada por el río Magdalena y con apertura al mar Caribe (Fig. 1). Este sector urbano fue declarado Bien de Interés Cultural de Ámbito Nacional (BICAN) por el Ministerio de Cultura en 19991, porque en él se configuran hechos históricos, culturales y estéticos, materializados estos últimos en una arquitectura que da cuenta de diferentes momentos de la historia de la ciudad. Por tanto, en los discursos de la urbe constantemente se resalta al centro como el núcleo de una Barranquilla que se circunscribe a una historia de progreso y desarrollo económico, características aún latentes en la principal actividad económica de la ciudad, así como en su cultura. Viejos espacios y escenarios en donde se desarrolló el comercio y se construyeron inmuebles que antes fueron bancos, casas comerciales y teatros, por mencionar unos pocos, hoy siguen mostrándose como parte importante la ciudad.
No obstante, la realidad del centro histórico dista de ser aquella que en los discursos institucionales se promueve. En él hay muchos problemas de precariedad urbana y social consecuencia de años de abandono y de poca intervención efectiva por parte de los organismos distritales (gobierno local). Esta es una realidad que hoy se inscribe en el paisaje urbano del sector y en el imaginario colectivo de los ciudadanos. Motivo por el que el centro no pasa de ser mayoritariamente un lugar de tránsito, a veces obligado, en vez de un lugar de referencia histórica y cultural.
Cada vez se diluye más el significado cultural del centro de Barranquilla, muy a pesar de que los organismos del gobierno local llevan a cabo labores para su puesta en valor, su rescate y valoración. Esto pasa porque las estrategias de intervención no han sido constantes en el tiempo ni enmarcadas en un proyecto un integral de recuperación2. En consecuencia, el espacio público y los inmuebles históricos no son completamente recuperados, lo que hace que los problemas presentes se acentúen y que el valor patrimonial del centro se pierda o, en su defecto, no logre activarse. Por lo tanto, mientras que los discursos institucionales promueven la historia y reconocimiento del centro histórico, la realidad muestra algo diferente: un espacio urbano que no genera sentimientos fuertes de identidad y apropiación.
El estado de deterioro del centro histórico no es nuevo, y los problemas mencionados no son ajenos al gobierno local, ni a la ciudadanía, ni a la academia. Esta última ha mencionado la importancia de la recuperación de ese sector de la ciudad, especialmente desde el momento en el que fue declarado BICAN a finales del siglo pasado. Fue este hecho el que propició el debate académico, con autores como Alarcón Meneses, quien, desde el enfoque de la historia, consideró que el centro histórico tenía una importancia capaz de catalizar una historia urbana de Barranquilla3. En tanto epicentro de la ciudad, evidenciaba y hacía palpable a los sentidos el desarrollo de la ciudad. Una idea retomada posteriormente en un trabajo que describe el desarrollo del centro de la ciudad. Si bien dicho texto no aborda al centro en tanto patrimonio, sí deja implícito la idea de que desde dicho sector se inició la evolución arquitectónica de la ciudad4.
Otros autores también han estudiado y generado reflexiones sobre los problemas y posibles soluciones para el estado de abandono del centro histórico de Barranquilla. En este sentido, Adrián Vergara5, se preguntó en su momento si era posible hablar de la existencia de un centro histórico con tantos problemas como el de Barranquilla. Frente a la realidad de caos y desorden urbano que lo caracterizaba, la pregunta parecía direccionarse a la búsqueda de una centralidad urbana escondida, que era evidencia de un pasado de la ciudad no perceptible por el estado de abandono en el que se encontraba el sector, entendiendo que para el autor la renovación urbana era una herramienta de activación y recuperación del patrimonio construido.
Rafael Eduardo Carrillo y José Alfredo Cabana retomaron una idea similar a la anterior, al considerar que una recuperación del centro histórico desde sus valores patrimoniales urbanos llevaría a superar el estado de desorden en el que se encontraba6. Para estos autores la renovación urbana era la acción a seguir para la recuperación del centro histórico de Barranquilla. Por su parte, para Gustavo Rodríguez Albor y José Luis Ramos la renovación urbana del centro de la ciudad era una acción que necesitaba de la participación de actores públicos y privados7. A partir del análisis histórico al proceso de renovación urbana que hasta el momento se había llevado a cabo, los autores muestran y llegan a la conclusión de que las acciones de renovación no pueden ser aisladas ni individualizadas.
Si bien los trabajos mencionados concluyen que los problemas sociales y urbanos del centro histórico de Barranquilla afectan a sus valores culturales y patrimoniales, su enfoque parte más desde la reflexión de la realidad presente del momento. Una realidad que poco ha cambiado. Se configura casi como una constante histórica. No obstante, en las siguientes páginas se muestra parte de dicha realidad, pero desde un análisis histórico urbano y arquitectónico que no prima un periodo temporal preciso, por el contrario, aborda momentos distintos del problema para tratar de entenderlo en su complejidad. El salto temporal entre el presente y el pasado guía los análisis y los argumentos esgrimidos en los apartados del texto, cuyo objetivo es observar y analizar los problemas del centro histórico en profundidad.
Así, la situación actual del centro histórico de Barranquilla es nuestro punto de partida. Para comprender cómo las condiciones y problemas urbanos y patrimoniales actuales son el resultado de una serie de hechos y condiciones que se han presentado a lo largo del tiempo, hacemos un análisis en retrospectiva que fusiona la mirada arquitectónica y urbana in situ, con el análisis de fuentes primarias y secundarias8. Esta es una metodología encaminada a entender al centro de la ciudad no como un espacio urbano congelado en el tiempo, anclado a unos valores patrimoniales estéticos, sino como un espacio urbano que está en constante movimiento y cambio por las actividades y acciones de los actores que allí convergen. Por este motivo, a pesar de que en varios momentos del escrito apelamos al pasado del centro, no establecemos una periodización puntual, por el contrario, nos remitimos a esos momentos pretéritos que hacen posible rastrear y, a la vez entender, los fenómenos actuales.
2. Primer retrato: la realidad histórica y patrimonial del centro de Barranquilla
Los centros históricos son las zonas de las ciudades en donde confluye su historia, en una continuidad que permite mostrar su punto de su origen. No son necesariamente centralidades urbanas, pero sí son el epicentro del desarrollo histórico de una urbe, dependiendo de las delimitaciones que cada ciudad realiza y la manera en cómo cada una escoge, delimita y ubica espacialmente su historia 9. La mezcla de diferentes periodos y estratos del tiempo que allí convergen, permite hacer una lectura de su desarrollo histórico, con sus cambios y sus permanencias.
Sin embargo, el crecimiento de las ciudades, con los problemas naturales que se generan (sociales y económicos), hace que las áreas centrales no queden aisladas de las dinámicas y problemas que pueden afectarlas. Entre estas problemáticas, el deterioro físico y el deterioro ambiental, el tráfico vehicular, junto con las ventas estacionarias y la inseguridad, son algunas de las afectaciones que se presentan e impactan de forma negativa al entorno y a sus usuarios. Esta es una realidad que está muy presente en las ciudades latinoamericanas, las cuales se han vistos desde los años 50 del siglo XX volcadas a un crecimiento acelerado y poco controlado, que se refleja en procesos de tugurización, metropolización, y a partir de los años 80 y 90, en la presencia en los centros (vaciados demográficos por el desarrollo urbano y su búsqueda de otras zonas urbanizadas en la ciudad) de actividades informales en el espacio público que son vistas por Carrión como estrategias de supervivencia de las clases populares frente al crecimiento de la pobreza10.
Lo anterior muestra que en los centros históricos conviven dos realidades: el pasado material de la urbe y las dinámicas de exclusión urbana que afectan a las personas de pocos recursos. Muchas veces estas dos realidades no dialogan entre sí y son vistas como antagónicas, e incluso las segundas se perciben como afectaciones que desvirtúan los valores patrimoniales del centro y ocasionan una pérdida de valor de los componentes estéticos y compositivos de los inmuebles11. Por lo tanto, si entendemos que en el caso del patrimonio material los distintos valores patrimoniales mantienen una correlación entre ellos12 , podríamos comprender que, a pérdida de los valores estéticos, habría una pérdida del valor histórico, y con este, de los valores simbólicos y de representatividad.
Las edificaciones patrimoniales de los centros históricos, parte importante del patrimonio material, son representación y narrativa de su historia. Si bien no son los únicos elementos culturales presentes en los espacios urbanos, dotados también de manifestaciones y expresiones no tangibles, ese patrimonio material contribuye en buena medida a darle connotación cultural al sector. En especial si se entiende a la historia como una construcción cultural de larga duración que sustenta la identidad cultural, fundamento de dicho patrimonio. No obstante, muchas veces esa historia pasa desapercibida frente a la realidad presente e inmediata de estos sectores que, en ocasiones, presentan problemas de tipo social y urbano. Algunos de estos tienen que ver con un mal uso del suelo, carencia de vivienda, movilidad y alta densidad de tráfico, entre otros. Realidades que para nada son ajenas a las dinámicas urbanas, pero que, no controladas, afectan la imagen patrimonial de los sectores que son patrimonio urbano.
El casco histórico de Barranquilla no es ajeno a ninguna de las anteriores problemáticas, ya que su estado actual muestra en el abandono prolongado al que sometieron desde la segunda mitad del siglo XX distintas administraciones locales y ciudadanos. Elevado a la categoría de BICAN, actualmente el centro histórico, uno de los dos sectores urbanos de Barranquilla con declaratoria nacional, colindante al río Magdalena, cuenta con un área amplia de zonas declaradas con niveles de protección 1, 2 y 3. Estos niveles responden a conservación integral, conservación arquitectónica y conservación contextual (Fig. 2).
A pesar de que el centro es el núcleo de muchas actividades sociales, culturales y económicas, y al reconocimiento que tiene como patrimonio nacional, pasa “desapercibido” en tanto lugar histórico, relacional y simbólico, como es entendido por Marc Augé13, es decir, como un lugar antropológico que genera significados y representaciones a través de sus valores culturales. Esto porque el deterioro en que se encuentra afecta completamente su imagen y representación social.
En ese orden de ideas, la pobreza, el crecimiento de la informalidad urbana, el alto flujo vehicular, la contaminación ambiental y auditiva, y el deterioro ambiental y físico del patrimonio edificado, por mencionar algunos factores, hoy se configuran en las variables que crean una imagen y construyen un imaginario del centro histórico de Barranquilla como un lugar desordenado. Principalmente en el sector que se demarca entre el Paseo Bolívar (uno de los puntos céntricos del sector) y la calle 30 (Fig. 3).
En los últimos años el gobierno distrital, departamental y nacional han hecho algunas intervenciones en el sector para recuperarlo y convertirlo en polo de desarrollo económico y cultural. Sin embargo, a pesar de que dichas intervenciones han buscado transformar la imagen urbana del centro histórico de Barranquilla, aún hace falta mejorar en la concreción y ejecución de los planes urbanos, lo cual tiene que ver principalmente con la carencia de una cultura de planeación urbana14 , que ha llevado al inicio de obras que no se concretan. Igualmente, se agrega la falta de coherencia y comunicación fluida entre los distintos organismos encargados de la planificación de la ciudad15. Como resultado, a la fecha, los planes y proyectos que se contemplaron en el Plan Especial de Protección (PEP) del centro histórico del 2005 no han sido ejecutados en su totalidad. Además, hay que resaltar el hecho de que el PEP fue el primer instrumento de protección y recuperación para los centros históricos en Colombia, y en la actualidad ese instrumento se ha actualizado a Planes Especiales de Manejo y Protección (PEMP): el centro histórico de la ciudad aún no cuenta con uno.
De esta manera, la historia pesa, toda vez que, Barranquilla es una ciudad cuya organización ha respondido a una serie de acontecimientos e intereses sociales, económicos, culturales y políticos que la han configurado en cada momento de su historia. Así, es posible encontrar limitantes en su desarrollo, el cual no siempre es organizado. De allí que Barranquilla, una urbe ni fundada ni planificada, haya tenido un crecimiento que obedeció a distintos intereses que se dieron a lo largo del siglo XIX y XX16 .
2. 1. Orígenes de Barranquilla y su centro histórico
Entre el siglo XIX y el siglo XX, Barranquilla fue denominada La Puerta de Oro de Colombia porque por sus puertos cercanos en el municipio de Puerto Colombia y por el Ferrocarril de Bolívar ingresó parte del desarrollo al país, un desarrollo vinculado con el comercio y la industria17. Esta noción de desarrollo propició, a su vez, una idea de progreso que fue producto del crecimiento económico, cuyos protagonistas fueron inmigrantes llegados de otras partes del país y del exterior.
Gran parte de la industria y crecimiento económico con casas comerciales y negocios se desarrolló espacialmente en lo que hoy se denomina centro histórico de la ciudad, en la cercanía a los caños que conectan con el río Magdalena18. El agua sirvió como sustento de un comercio muy básico concentrado en la comercialización de productos como cacao, café, maíz, cuero, panela y madera, por mencionar unos cuantos19 . Posteriormente, este comercio fue mejorado y ampliado por el barco a vapor, con el que la ciudad pudo conectarse hacia Puerto Colombia y Sabanilla, y así ampliar su red comercial e industrial, y abrirse al mundo. Así, la ciudad se convirtió en epicentro de una industria internacional que atrajo a empresarios nacionales y extranjeros que establecieron sus casas comerciales y aportaron a su desarrollo económico20.
De esta manera, el centro de Barranquilla como núcleo de la ciudad y base de su desarrollo21, es testimonio de una gran parte de sus transformaciones urbanas, así como de una historia que aún se recuerda y se manifiesta constantemente en los discursos histórico-institucionales, los cuales se fundamentan en el progreso y en la modernidad, en tanto experiencia transhistórica22. Así, a pesar de que el centro de Barranquilla no es el mismo de hace muchos años, pues en él son percibidos varios problemas urbanos, actualmente hace parte de la memoria colectiva de muchas personas que lo miran y aprecian por su historia y por su arquitectura de transición, propia de finales del siglo XIX y de los primeros 30 años del XX23. Unos estilos arquitectónicos que se fusionan con otros estilos modernos que evidencian la penetración de las ideas del Movimiento Moderno en Colombia y en la ciudad24. Esta variedad arquitectónica recuerda y, a su vez, remite a un pasado comercial en el que casas que sirvieron como comercio y edificaciones políticas e institucionales muestran, periodos de crecimiento económico.
En este sentido, el centro histórico de Barranquilla es portador de unos valores de pasado que para autores como Joaquín Santamaría reconoce como “vestigios [de] urbanismo de diferentes épocas y arquitecturas de distintos estilos [que nos] muestran la historia viva del pasado de la ciudad”25. Sin embargo, a pesar de que se reconoce su valor como receptáculo de un pasado urbano que tiene implicaciones en nuestro presente, las acciones realizadas para recuperarlo han sido limitadas. Su valoración no pasa de percibir unos valores históricos y estéticos, un tanto monumentales, más no unos valores de contemporaneidad que lleven a interrogarnos por el lugar que debe ocupar el centro histórico en la ciudad, tanto en su representación y en la memoria colectiva, como en la práctica26. Es decir, como un centro histórico que sea funcional a la urbe y no como un museo al aire libre como los entiende Françoise Choay27, con sus “edificaciones vitrinas” desconectadas de la realidad urbana.
2. 2. Deterioro del centro histórico y estado actual de su patrimonio
La desaceleración económica que experimentó Barranquilla a mediados de los años 50, la transición demográfica y las migraciones desde el campo a la ciudad, impactaron en el espacio urbano. La ciudad, como otras ciudades capitales de Colombia, recibió grandes olas migratorias de otras partes del país28, y como esas otras ciudades, no pudo afrontar las nuevas necesidades urbanas. Como consecuencia, hubo un déficit habitacional, expresado en carencia de vivienda. Con este fenómeno se presentó la expansión urbana no planificada y tampoco controlada hacia las periferias, con nuevos ensanches urbanos que dieron forma a un conjunto de barrios que posteriormente serían catalogados social y administrativamente como suroccidente de la ciudad29.
Frente a esta realidad, la ciudad se vio desbocada en su capacidad para hacer frente al crecimiento poblacional. Este fenómeno impactó en la organización del centro y en su morfología urbana, tanto física como social, puesto que las personas ubicadas en las periferias convergían en el sector para desempeñar sus actividades comerciales. Mucha de ellas eran vistas como informales. Aparte de esto, el crecimiento de Barranquilla y la configuración de una primera área metropolitana también fue importante en el desbordamiento de los espacios urbanos, especialmente entre los años 60 y 70 cuando el flujo migratorio desde los municipios del departamento del Atlántico alcanzó un punto más alto (Fig. 430). La consecuencia fue que Barranquilla se convirtió en una ciudad que no tenía capacidad de acogida para tantas personas.
A lo anterior se agrega el nacimiento de otros ensanches urbanos que poco a poco fueron movilizando a las personas hacia otros barrios residenciales, algunos existentes y otros en proceso de urbanización31. Así, con la construcción del Barrio El Prado entre finales de los años 20 y mediados de los 30 del siglo XX, uno de los primeros sectores urbanos planificados del país32 la ciudad buscó otros espacios en donde establecer barrios netamente residenciales, y el centro fue quedando aislado de esa dinámica.
En tanto polo de atracción, en el centro de Barranquilla se fusionaron las ventas estacionarias con la ocupación del espacio público y algo de ocupación residencial no legal. Sumado a esto, y como consecuencia de haber sido una ciudad que no contó con una planificación constante33, el uso del suelo se volvió mixto y las distintas actividades se mezclaron y hasta confundieron, lo que hizo que una imagen de desorden se inscribiera en el paisaje del sector. Además, la alta concentración de las funciones urbanas y de transporte en el distrito ha causado problemas como la confusión de usos de suelo, congestión de tráfico, contaminación ambiental, deterioro de la infraestructura patrimonial, entre otros.
Por lo tanto, el centro histórico de Barranquilla presenta problemas relacionados con la pobreza, las ventas estacionarias y la concentración de habitantes en estado de indigencia, con el agravante de que muchos de estos ocupan algunas edificaciones que hoy están abandonadas, pero que cuentan con características patrimoniales.
Todos estos factores impactan en la calidad urbanística del sector, que hoy se erige como un lugar “informal” de la ciudad en donde se desarrollan actividades comerciales formales e informales, que se confunden en una marea de personas que diariamente transitan por sus calles y andenes. Al mismo tiempo, la ocupación no autorizada de los edificios que otrora fueron casas comerciales e inmuebles institucionales, junto con su deterioro, desvirtúa el carácter patrimonial del sector y hace que para mucha gente sea difícil percibir al centro de Barranquilla como parte integrante de la historia de la ciudad. En especial cuando la arquitectura que allí se encuentra configura un continuum histórico con el estilo arquitectónico del Barrio Prado, pues ambos remiten a al desarrollo económico promovido por olas migratorias que llegaron a la ciudad34. Por lo tanto, la continuidad histórica urbana que representa el centro histórico35 se ve fracturada por las dinámicas sociales actuales. Esto hace que sea imposible configurar unas narrativas patrimoniales homogéneas que promuevan la protección del centro, pero que, a su vez, constituyan un discurso patrimonial y urbano para la ciudad.
La consecuencia de lo antes mencionado es el olvido a medias de una parte del patrimonio de la ciudad, y la jerarquización de unos patrimonios sobre otros, lo que se expresa en una historia fragmentada de Barranquilla. Así, por ejemplo, es más recurrente encontrar que en el imaginario colectivo el patrimonio urbano está representado en el Barrio El Prado y en su historia de inmigrantes extranjeros36. Una historia reproducida desde distintos escenarios académicos y no académicos, con unos discursos asociados al progreso y pujanza económica de la ciudad, siempre recordando a esa Barranquilla que fue y hoy no es, pero que quiere volver a ser37. De esta manera, una nostalgia reflexiva38 que evoca la memoria de un “mejor pasado” se instaura en los valores simbólicos y estéticos del barrio, encadenados muy bien en un discurso heroico patrimonial que exalta a los inmigrantes Lo mismo no sucede con el centro histórico, en el cual priman los valores estéticos sobre los simbólicos, en tanto los inmuebles considerados huellas de una época de progreso están insertos en un espacio urbano con algunos signos de deterioro.
Lo anterior se ejemplifica en el proceso de patrimonialización de ambos sectores urbanos, iniciado a principios de los años 90, dentro del proyecto para el fortalecimiento de la cultura regional, llevado a cabo por el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)39. Una vez declarado Monumento Nacional el barrio El Prado, los esfuerzos y las discusiones se volcaron a su protección, claro está, no sin inconvenientes, mientras que el Centro Histórico se mantuvo en vilo pues los efectos del abandono extendido en el tiempo, la falta de voluntad política y los cambios en su delimitación demoraron su declaratoria40. Además, las administraciones distritales que siguieron a la declaratoria patrimonial de este espacio mostraron poco interés en su protección, pues primó la renovación urbana y la nostalgia histórica sobre la protección del patrimonio construido. Esto quedó demostrado en las discusiones en torno a la demolición del edificio de la antigua Caja Agraria, inicialmente considerado como parte del patrimonio arquitectónico moderno del país41 , y luego Monumento Nacional42 pero que, a ojos de la Empresa de Desarrollo Urbano de Barranquilla (EDUBAR) y la Alcaldía Distrital, era un inmueble que impedía la conexión natural con el río Magdalena. Dicha conexión fue pensada en los años 50 cuando se demolió el edificio Palmas43 (Fig. 5).
De esta manera, treinta años han pasado desde el momento en que iniciaron las discusiones para recuperar el centro de Barranquilla, y si bien algunas iniciativas han sido desarrolladas para ese propósito, su situación poco ha cambiado. Principalmente porque dichas iniciativas se perciben como acciones aisladas en algunos sectores e inmuebles, sin efectos transformadores en la morfología social del sector. Es así como la Iglesia de San Nicolás, la Intendencia Fluvial y la Iglesia San Roque, por mencionar tres casos de inmuebles intervenidos (Fig. 6), quedan como construcciones “pintorescas” en un paisaje urbano “informal”. En ellas prima el valor estético arquitectónico, resaltado como vestigio de un pasado cosmopolita que vuelve tangible la historia universal de la arquitectura, porque “hay muestras de todos los estilos arquitectónicos del mundo y la historia”44.
En este sentido, los inmuebles del centro histórico de Barranquilla son objetos de una valoración que los considera casi reliquias, en el sentido sacro de la palabra45, portadores de valores de pasado por la importancia de su materialidad, más que por el valor de uso que puedan tener, toda vez que remiten y veneran, de manera constante, a los ancestros: aquellos que construyeron empresa y pusieron a Barranquilla a la vanguardia del comercio mundial. Hay una valoración asociada a la idea del monumento y al aura que contiene46, aunque en el discurso se habla de patrimonio arquitectónico. Esto promueve una constante legitimación del pasado del lugar por encima de las realidades sociales presentes y el grado de responsabilidad de las administraciones distritales.
Lo anterior es importante si tenemos en cuenta que la valoración y patrimonialización del centro histórico de Barranquilla ha sido realizada en mayor medida por disposiciones externas, es decir, por agentes ajenos al gobierno distrital. Sin embargo, el distrito se ha mostrado con acciones puntuales, como mencionamos antes, aunque limitadas. Por lo tanto, la patrimonialización agenciada desde los organismos institucionales ha tomado su tiempo para dar resultados, muy distinto a lo que sucede con la patrimonialidad, la cual muestra signos diferentes, aunque también limitados. Mientras que la patrimonialización remite a la acciones desarrolladas o llevadas a cabo por un aparato institucional, la patrimonialidad hace énfasis en el reconocimiento natural de los bienes patrimoniales por parte de las personas y/o una comunidad47. La primera, según los gremios y personas que día a día habitan el centro histórico, ha carecido de acciones constantes en el tiempo por parte de las distintas administraciones de la ciudad, que aseguren su recuperación sostenida48. Por su parte, la segunda, toma la forma de iniciativas como “Mira al Centro” o el festival “No conocí El Palma”, eventos que giran en torno a los valores patrimoniales del centro de la ciudad a través de una mirada nostálgica del mismo y, a la vez, un tanto folclórica. Este es el caso del primer evento, el cual, a través del lente de una cámara muestra la cara de una centralidad urbana en la que la informalidad se convierte en manifestación de una cotidianidad popular y pintoresca49.
Las cámaras fotográficas transforman las calles intransitables, las aceras sin limpiar y los inmuebles sin intervenir, donde se congregan los vendedores estacionarios y convergen la informalidad con la precariedad, en escenarios de una cultura popular que pretende mostrar la esencia del centro, como una especie de primitivismo cultural50, que se hace latente en el espacio urbano. Si bien el objetivo es mostrar la parte social, humana e inmaterial del centro de Barranquilla, partiendo de la idea de que los centros urbanos no son únicamente un cúmulo de inmuebles “viejos” sino que su parte intangible es igual de importante y complementaria a la materialidad51, en la práctica no se producen cambios significativos en las situaciones fotografiadas. Por el contrario, la imagen fotográfica naturaliza la informalidad, la doméstica, y mantiene en un estado de visibilidad/invisibilidad a esa cultura popular: se hace visible en la medida en que se fotografían y divulgan por distintos medios audiovisuales el estado y la situación de las personas (en su mayoría vendedores estacionarios), pero al mismo tiempo ese estado en el que se encuentran los hace “atractivos”, como un objeto exótico (Fig. 7). Es el exotismo del otro.
Lo anterior encuentra asidero en lo que Álvaro Santoyo reconoce como las bases folclóricas y populares del patrimonio inmaterial, las cuales reproducen elementos de alteridad, distinción y diferenciación cultural, agenciados, según en él, desde las élites52, hoy integrados en nuestras propias nociones de lo popular e inmaterial del patrimonio. Esto quiere decir que ese otro que porta elementos de la cultura popular es mirado como distante: “lo vemos, pero no lo integramos”. Se mantiene en los márgenes. A su vez, esta es una actitud incorporada en la manera de cómo el país ha asumido su patrimonio intangible y a las personas que lo representan, mantenidas en los límites, al tiempo que se prima o se le da más valor a los bienes materiales, especialmente a los inmuebles53.
De esta manera, las iniciativas de patrimonialidad y las de patrimonialización que se han desplegado en el centro de Barranquilla, en la práctica, no generan los resultados deseados. Si bien ambas promueven la valoración del centro histórico a través de un discurso del valor de los elementos materiales e inmateriales, con iniciativas y acciones que parecen ser concretas e ir direccionadas hacia un fin claro, lo cierto es que se ven limitadas. No se materializan de la manera esperada, quizás porque los problemas sociales, una realidad muy presente y constante en el tiempo, desbordan la capacidad de acción del distrito y de la sociedad civil.
3. Segundo retrato: espacio público y deterioro del patrimonio construido
3. 1. Espacio público
La Alcaldía de Barranquilla en un intento de apoyar o ayudar a los vendedores estacionarios, ha donado algunas de las denominadas “chazas” para tratar de ayudar y reorganizar a los vendedores en el espacio público. Esto es reflejo de la explosión de la economía informal del sector y de la imposibilidad de las administraciones distritales para solucionar la problemática. También, hay que anotar que el fenómeno evidencia un problema mayor: la marginalidad en la que vive una parte de la ciudad, la misma que desde los años 60 pasó a conformar los mal denominados tugurios y zonas marginales de Barranquilla. Pocos cambios se han visto.
A pesar de que la Administración Distrital de la ciudad ha tratado de controlar y organizar a los vendedores estacionarios, en los últimos años también han sido implementados algunos procesos para controlar la ocupación del espacio público en el sector. Entre estos, las llamadas “jornadas de control y vigilancia” se han encargado de controlar en las calles y aceras las ventas estacionarias consideradas por la administración distrital ilegales e informales, para despejar las vías vehiculares y calles peatonales. Estas “limpiezas” del espacio público, conocidos como operativos de control urbano54 son acciones realizadas en zonas del centro en donde se prohíben las ventas no formalizadas, a menos que los vendedores cuenten con un permiso de ocupación del espacio que otorga el distrito. De esta manera, la administración local ejerce una regulación sobre el uso del espacio público, no tan público, si se le mira desde la lógica de la vigilancia sobre el uso que el vendedor estacionario hace del espacio.
Es una dinámica de ocupación y desalojo, que responde a la naturaleza misma del espacio público y a las tensiones que allí se presentan entre unos actores que regulan y otros que “transgreden”, convirtiéndose en un espacio que debe ser regulado y dominado55. Cuestión que normalmente la realiza el Estado en sus diferentes escalas de representación56. Además, la regulación del espacio público responde también a las acciones aceptadas y no aceptadas de las personas, que a su vez hacen visibles las diferencias entre los actores allí convergen57. Las diferencias no son dirimidas, es decir, no se establece un diálogo entre los actores sociales que lleven a consensos para que todos se expresen y apropien del espacio público. Por el contrario, prima la visión de lo bueno y formal, lo que es permitido, frente a lo informal, considerado un factor que afecta e impacta negativamente en el uso general y común de dicho espacio público58.
En ese sentido, en el centro histórico de Barranquilla la administración distrital pretende gestionar, administrar y regular el espacio público en nombre del bien común, por lo que los vendedores estacionarios son desalojados. No obstante, este “despeje” del espacio público es momentáneo, puesto que, pasados los días, cuando los funcionarios de control y vigilancia del distrito se retiran, los vendedores estacionarios regresan y vuelven a ocupar los mismos sitios de los que fueron sacados. Este fenómeno es resultado de unas políticas no tan claras para la reubicación de los vendedores en las calles y aceras, además de falta de diálogo y constancia por parte del distrito con las personas, pues, para la Asociación de Comerciantes del Centro de Barranquilla (ASOCENTRO): “no nos hemos encontrado una administración que cuide lo que hacen sus antecesoras y la continuidad siempre ha sido interrumpida”59.
Hay que agregar que este fenómeno de ocupación del espacio público por parte de las ventas estacionarias, y la poca efectividad de las estrategias y acciones llevadas a cabo por la administración distrital no es nuevo. Desde el momento que iniciaron en los años 90 las discusiones para recuperar el centro histórico, el problema de la invasión del espacio público emergió como el principal obstáculo para lograr la recuperación integral del espacio, el cual, junto con los demás problemas urbanos, hacían de él un no lugar, una “tierra de nadie”. A la fecha, poco ha cambiado la situación. De hecho, pareciera que el problema se ha incrementado con los vendedores generando sus propias estrategias de “supervivencia”. Esta supervivencia, según Fernando Carrión, forma parte de una economía informal que se enquista en los centros históricos, en tanto manifestación de un “mundo popular urbano”: “[…] los CHs (sic) se convierten en el espacio estratégico para el mundo “popular urbano”, donde cobra vida el tugurio, el comercio ambulante, la prostitución y la informalidad como mecanismos o estrategias de sobrevivencia para los sectores populares urbanos”60.
En este sentido, una de las estrategias que han encontrado los vendedores en el espacio público es la itinerancia y la circulación con las “chazas móviles” (Fig. 8). Como muchas de estas “chazas” están diseñadas para ser movibles, por lo que funcionan como carretillas o móviles estacionarios, que al poco tiempo vuelven a ubicarse en el espacio público, a veces en donde estaban o en otras partes del sector. De la misma manera, los vendedores estacionarios se han ingeniado mecanismos para evitar los controles61.
3. 2. Deterioro de los inmuebles patrimoniales
Algunos inmuebles patrimoniales han sido intervenidos y recuperados, otros no. Por esa razón, a parte de los problemas que hemos mencionado, el abandono de edificaciones de valor patrimonial sigue teniendo un impacto negativo en la imagen urbana del centro histórico. Abandonados y en un alto grado de deterioro, las edificaciones se han convertido en parte de un paisaje de desorden, puesto que a pesar de que mucha de la arquitectura responde a distintos estilos, como el republicano, el art déco y el moderno, y ofrecen una lectura histórica de la ciudad, en la actualidad no han sido todas intervenidas ni rescatadas.
El estado en el que se encuentran las edificaciones, el abandono y el mal uso que se les ha dado, afectados por el olvido social e institucional, hace que sólo sean frecuentados por las personas que van a comercializar o a adquirir diversos productos. Poco o nada de apreciación del valor histórico de los inmuebles interviene en las dinámicas sociales y comerciales que allí se dan. Por lo tanto, en el tránsito diario de las personas, las viejas edificaciones se invisibilizan ante el conglomerado de “chazas” y ventas estacionarias que ocupan todo el espacio, y las edificaciones abandonadas se convierten en albergues para las personas sin hogar que habitan en el centro.
Sumado a lo anterior, hay que decir que las condiciones estructurales de los edificios no son las mejores. Presentan fallas y problemas en las instalaciones de las redes hidráulicas, sanitarias y eléctricas, como consecuencia de los años de abandono. Igualmente, los inmuebles llevan muchos años sin mantenimiento adecuado, en especial en sus redes eléctricas, algunas alteradas con conexiones ilegales que han causado incendios, con pérdidas estructurales completas o, en algunos casos, internas.
Sin embargo, mientras que algunos edificios se han visto afectados por el abandono, otros han contado con mejor suerte, siendo recuperados y convertidos en locales comerciales; otros edificios se han intervenido, pero aún no se les ha dado valor de uso, es decir, al momento no son útiles62. Además, algunos inversionistas creen que, debido a los problemas de ocupación del espacio público por parte de los vendedores estacionarios, el proceso de intervención se ve perjudicado, ya que el espacio resulta no adecuado para quienes desean adquirir los inmuebles. Esto es un problema porque no se logra llevar a cabo una intervención completa, toda vez que uno de los factores que permitiría la conservación y recuperación del centro histórico es la rehabilitación de los inmuebles con una finalidad ya determinada.
3. 3. Zonas verdes y accesibilidad
Otro de los problemas que se presenta en el centro histórico de Barranquilla es la ausencia de arborización y de zonas verdes que constituyan ecosistemas naturales. Muy a pesar de que en la calle 30 hay un cuerpo de agua, el caño con el que colinda la vía, actualmente se encuentra en un estado lamentable porque está altamente contaminado por las basuras que allí se arrojan y por la falta de mantenimiento de las zonas aledañas.
No obstante, algo se ha hecho por arborizar el espacio público. En las pocas zonas que se han intervenido y recuperado del centro hay espacios verdes y arborización. Por ejemplo, la plaza de San Nicolás y el Paseo Bolívar son algunas zonas donde hay más presencia de arborización. Sin embargo, los árboles que allí se encuentran no son suficientes, debido a que al estar focalizadas en unos puntos determinados y bastantes abiertos, ocasionan que la inclemencia del sol y del calor los haga intransitable durante gran parte del día.
Además de lo anterior, es importante anotar que el centro de Barranquilla se caracteriza por tener un tipo de tejido urbano compacto y cerrado, con un suelo que en su mayor parte no es permeable, es decir, que está pavimentado y prima el concreto, por lo que hay poca arborización. Además, hay edificaciones de media altura. Esto hace que el sector se caracterice por un déficit en cuanto a la presencia de arborización y de zonas verdes (Fig. 9).
Aparte de la falta de arborización, un componente importante para la estética y las condiciones medioambientales del centro de Barranquilla, la contaminación visual es también un factor que está presente entre los problemas que enfrenta el centro histórico. Esta contaminación se presenta en los avisos y carteles que tienen muchas edificaciones. Algunas de estas edificaciones cuentan con valor patrimonial, por lo que se ven afectadas en su calidad estética y afectan su capacidad comunicativa de valores de pasado e historia, fundamentales para la construcción de identidad cultural. También, el entorno en sí se ve perjudicado por el estado de las conexiones eléctricas que, como telarañas, se entrelazan y enredan entre las fachadas de los inmuebles, condicionándose como un posible agente degradante para el edificio, con una potencial afectación mecánica.
Por tanto, son diversos los factores y las variables que se configuran en torno al centro histórico de Barranquilla para crear en él la imagen de un espacio informal con algunos valores culturales. Sin embargo, la realidad es que la idea del centro histórico de Barranquilla en tanto de patrimonio cultural y las estrategias de activación de los valores patrimoniales63, desplegadas por las autoridades locales y por la comunidad general, no han producido los resultados esperados. Incluso las acciones de patrimonialidad tampoco han mostrado efectividad. Sin embargo, es cierto que más allá de las acciones y de resultados concretos, existe una sensibilidad frente al valor patrimonial del centro histórico de la ciudad, y es esa sensibilidad, que es ciudadana y en parte espontánea, lo que debería ser núcleo de las estrategias para su recuperación.
4. Conclusiones
La visión arquitectónica y urbanística de los problemas actuales del centro histórico de Barranquilla, junto con la perspectiva histórica de dichos problemas, nos permite inferir que la situación en la que se encuentra el sector no es nueva. Viene presentándose hace tiempo, y con el paso de los años se agrava sin que se vislumbren soluciones concretas y organizadas. También, la doble mirada que hemos aplicado sirve de retratos que muestran los problemas del centro de la ciudad al situarlos en puente temporal, entre el presente y el pasado, la cual ofrece una explicación de los diferentes factores y situaciones que han afectado al sector y lo han llevado al estado en el que se encuentra.
En ese sentido, hemos abordado al centro histórico como un objeto de estudio que es histórico en su esencia patrimonial, pero al mismo tiempo como un sector urbano “vivo” por las condiciones sociales que allí se presentan y que no están exentas de tensiones y conflictividad. En otras palabras, abordamos un centro histórico que no permanece congelado, sino que está en constante cambio.
De esta manera, concluimos que a pesar de que se han llevado a cabo algunas estrategias para tratar de recuperar el centro histórico de Barranquilla, su situación de deterioro se mantiene, en mayor medida porque dichas estrategias han demostrado no ser eficientes frente a la realidad del sector. En primer lugar, los proyectos de recuperación del patrimonio cultural se han concentrado en la restauración de los inmuebles, pero se ha prestado atención a la recuperación del sector, es decir, al trabajo con las personas que constantemente se encuentran allí y que conviven diariamente con el espacio. En segundo lugar, la administración distrital no ha logrado una total efectividad en las estrategias de patrimonialización que creen conciencia colectiva sobre el valor histórico y cultural del centro, así como de su importancia para el presente de la ciudad.
Como consecuencia, la ciudadanía identifica al sector, pero poco se relaciona con él, cayendo en un relato más de ciudad que en una parte integrante de ella. Por lo tanto, la manera en que hoy se aborda al centro histórico de Barranquilla atiende a una lógica de patrimonialización vertical con la toma de decisiones en mano de un grupo pequeño de representantes del Estado, en este caso a escala local, sin la participación de la ciudadanía. El resultado de esto son intervenciones realizadas desde una mirada técnica y no desde una mirada social que tenga en cuenta la manera en que las personas se apropian del espacio. En este sentido, la política pública resulta indispensable, no solamente porque provee herramientas e instrumentos que deben propender a la protección del carácter patrimonial e histórico de la zona, sino porque permite articular proyectos complejos —en el mediano y largo plazo— con los que sea posible la recuperación integral del centro histórico desde las consideraciones comunitaria, social, cultural y económica
Si bien es cierto que la situación en la que se encuentra el centro histórico de Barranquilla no es distinta a la de otros núcleos urbanos del país y de otras ciudades de América Latina, también lo es que su proceso de recuperación ha sido tardío, si se tiene en cuenta el periodo de tiempo que comprende la evaluación de sus valores patrimoniales, su declaratoria y las intervenciones aisladas que se han realizado. Desde 1992 hasta la fecha, los entes gubernamentales de la ciudad vienen discutiendo sobre la recuperación del casco histórico, sin que haya sido posible asegurarse su recuperación integral. Esto ha impactado en el deterioro continuo del sector y en la invisibilización de las acciones hasta el momento ejecutadas. Como consecuencia, hoy el centro histórico de la ciudad tiene problemas para constituirse como un lugar histórico, referencial y cultural de la ciudadanía.
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1 Ministerio de Cultura, Resolución 1614 de 1999 de noviembre 26 de 1999, por la cual se declara Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional el Centro Histórico de Barranquilla – Atlántico y se delimita su área de influencia, https://normograma.mincultura.gov.co/mincultura/compilacion/docs/resolucion_mincultura_1614_1999.htm
2 Los esfuerzos por recuperar y revitalizar el centro histórico de Barranquilla han enfrentado obstáculos significativos que han mermado la efectividad de las estrategias implementadas. A pesar de los esfuerzos, la falta de una visión integral y sostenible ha llevado a intervenciones esporádicas que no abordan las raíces del deterioro urbano (mercados, plazas, reubicación de vendedores estacionarios y ambulantes). La ausencia de un enfoque colaborativo entre el gobierno, los inversores y la comunidad ha resultado en proyectos que no reflejan las necesidades ni el espíritu de los habitantes locales. Además, la insuficiente asignación de recursos y la falta de mantenimiento continuo han contribuido a que el patrimonio arquitectónico y cultural del centro histórico de Barranquilla continúe su declive.
3 ALARCÓN MENESES, Luis, “Por una historia urbana de Barranquilla”, Memorias. Revista digital de Historia y Arqueología desde El Caribe, 6 (2007), pp. 1-8.
4 MESTRE HERMINES, Juan Pablo, Desarrollo urbano y arquitectónico del centro histórico de Barranquilla Atlántico, 1905–1955, Barranquilla, Gobernación del Atlántico, 2019, pp. 68-106.
5 VERGARA, Adrián, “¿Tiene o no Barranquilla un centro histórico y que hacemos entonces con él?”, Memorias. Revista digital de historia y arqueología desde el caribe, 8 (enero–junio 2008), pp. 164–167.
6 CARRILLO PUMAREJO, Rafael Eduardo y CABANA YEJAS, José Alfredo, “Los problemas sociales del centro histórico y cultural de Barranquilla”, Dictamen Libre, 12/13 (2013), pp. 89-95.
7 RODRÍGUEZ ALBOR, Gustavo y RAMOS, José Luis, “Renovación urbana del centro histórico de Barranquilla: orígenes y evolución del proceso”, Memorias. Revista digital de historia y arqueología desde el caribe, 6/ 11, (2009), pp. 46-62.
8 Algunas de estas fuentes son bibliografía especializada, prensa diversa con noticias del centro histórico de Barranquilla y documentos de archivo.
9 CARRIÓN, Fernando, “Medio siglo en camino al tercer milenio: los centros históricos en América Latina”, en CARRIÓN, Fernando (ed.), Centros Históricos de América Latina y el Caribe, Quito, FLACSO, 2001, pp. 29-93.
10 CARRIÓN, Fernando, “El espacio público es una relación, no un espacio”, en CARRIÓN MENA, Fernando y DAMMART-GUARDIA, Manuel (eds.), Derecho a la ciudad: una evocación de las transferencias urbanas en América Latina, Lima, CLACSO – Flacso, 2019, pp. 207.
11 Los inmuebles en desuso o abandonados son ocupados por el comercio considerado informal y por personas que ven en ellos oportunidades de vivienda o habitabilidad a bajo precio. Esto es una consecuencia “natural” del proceso de desplazamiento y vaciamiento en los centros históricos de las actividades comerciales y de vivienda.
12 GONZÁLEZ VARAS, Ignacio, Patrimonio cultural. Conceptos, debates y problemas, Madrid, Cátedra, 2015, pp. 99-113.
13 AUGÉ, Marc, Los “no lugares”, espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 49-79.
14 PANZA, Edgardo, Planeación en Barranquilla (1950-1990): Elementos para la construcción de su historia, Barranquilla, Educosta, 2009, pp. 89-154; PADILLA LLANO, Samuel Esteban; LARIOS GIRALDO, Paola Milena y MALDONADO BADRÁN, Christian Javier, “Barranquilla, ciudad inacabada: crónica de una urbe conformada por retazos urbanos”, Módulo Arquitectura CUC, 33 (2024), pp. 176-201.
15 En el caso del centro histórico de Barranquilla, a inicios de la década de 1990 el extinto Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura) instó al gobierno local a iniciar las labores de recuperación del centro de la ciudad y de su patrimonio construido. Para eso se concertaron unas labores que estarían encabezadas por los organismos locales encargados de la planificación de la ciudad. Sin embargo, al momento de la evaluación del proyecto por parte de Colcultura, se encontró que no hubo avances en él porque en el gobierno local no había designado responsables claros para la ejecución de las acciones requeridas. “Informe de visita No.1”, Colcultura (22 y 23 de junio de 1994), correspondencia sobre el centro histórico de Barranquilla, Programa de recuperación del centro; Archivo General de la Nación (AGN, en adelante), en reserva para organización en municipio de Funza, Colombia.
16 LLANOS HENRÍQUEZ, Efraín, Una aproximación a la geografía histórica de Barranquilla en el siglo XX, Barranquilla, Universidad del Atlántico, 2011, pp. 26-123.
17 El Ferrocarril de Bolívar fue el segundo ferrocarril con el que contó el país, y clave para el desarrollo económico de Barranquilla, al permitir el contacto directo con el municipio de Sabanilla y con Puerto Colombia.
18 Se denomina caños a los canales del río Magdalena que se forman en la parte oriental de la ciudad.
19 SOLANO, Sergio Paolo y CRUZ, Luis Eduardo, “Comercio, transporte y sociedad en Barranquilla, en la primera mitad del siglo XIX”, Boletín cultural y bibliográfico, 26/21 (1989), p. 31.
20 CABALLERO TRUYOL, Tomás, “Comerciantes y casas comerciales relacionados con las actividades financieras en una ciudad caribeña de Colombia durante la segunda mitad del siglo XIX”, Anuario de historia regional y de las fronteras, 20/1 (2015), pp. 141-160.
21 MESTRE HERMINES, Juan Pablo, Desarrollo urbano y arquitectónico…, pp. 127-153.
22 Para Dominick Lacapra la experiencia transhistórica es aquella experiencia transmitida generacionalmente y experimentada incluso por aquellos que no la vivieron. Se instaura como una constante y continuum histórico dentro de un grupo o comunidad. Si bien Lacapra usa el término para referirse a las experiencias límites, el concepto puede aplicarse a aquellas experiencias, no necesariamente difíciles, que se instauran históricamente dentro de una sociedad y crean formas de percibirse y autoidentificarse. Es el caso de Barranquilla, ciudad que constantemente remite al progreso en tanto idea fundante de su identidad histórica como urbe volcada al comercio y a la industria. Del siglo XIX a la actualidad, esta idea de progreso se rastrea en los discursos institucionales, oficiales y mediáticos. Se remite a la obra de LACAPRA, Dominick, Historia en tránsito, Experiencia, identidad, teoría crítica, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2006, pp. 57-103.
23 ARANGO, Silvia, Historia de la arquitectura en Colombia, Bogotá, Centro Editorial y Facultad de Artes – Universidad Nacional de Colombia, 1989, pp. 175-202.
24 BELL LEMUS, Carlos, Arquitectura: el movimiento moderno en Barranquilla 1946–1964, Barranquilla, Fondo Mixto de Cultural del Atlántico y Universidad del Atlántico, 2001, pp. 33-77.
25 SANTAMARÍA, Joaquín, “Centros históricos: Análisis y perspectivas desde la geografía”, Geographos, 4/ 37 (2013), p. 116.
26 La importancia del valor de contemporaneidad en el patrimonio material radica en el hecho de los que bienes patrimoniales (casas, edificios, conjuntos urbanos) puedan tener una funcionalidad que vaya más allá del discurso identitario, para tener un valor de uso en el presente. Es decir, que puedan ser usados, ya sea porque la restauración o rehabilitación les encuentra una nueva funcionalidad que permita una relación con los usuarios. Se remite a GONZÁLES VARAS, Ignacio, Patrimonio cultural..., pp. 109-113.
27 CHOAY, Françoise, L’allégorie du patrimoine, Paris, Éditions du Seuil, 1992, pp. 148-151.
28 GAVIRIA, Alejandro, “Población y sociedad”, en CARBÓ POSADA, Eduardo (dir.) y MELO, Jorge Orlando (coord.), Colombia. La búsqueda de la democracia, tomo 5, 1960-2010, Barcelona, Taurus, 2016, pp. 181-186.
29 Para profundizar en el proceso de expansión de la ciudad de Barranquilla durante el siglo XX, se remite a LLANOS HENRÍQUEZ, Efraín, Una aproximación a la geografía histórica…, pp. 89-112.
30 En la información del gráfico se excluye al municipio de Baranoa.
31 OSPINO CONTRERAS, Porfirio, “El desarrollo urbano de Barranquilla y su dinámica regional 1777-1993”, en SANCHEZ BONETT, Luis E. (comp.), Barranquilla: Lecturas urbanas, Bogotá, Observatorio del Caribe Colombiano y Universidad del Atlántico, 2003, pp. 21-28; LLANOS HENRÍQUEZ, Efraín, Una aproximación a la geografía histórica…, pp. 47-58.
32 VERGARA DURÁN, Ricardo Adrián y VIDAL ORTEGA, Antonino, El Barrio El Prado. Hito histórico y urbano de Barranquilla, Barranquilla, Ediciones Uninorte, 2009, pp. 1-18.
33 Anotamos que desde la segunda mitad del siglo XX fueron contemplados algunos proyectos de organización urbana. Algunos de estos fueron la ciudad futura impulsada por Ricardo Olano con base a los planteamientos de Karl Brunner en los años 40, el plan regulador en los años 50 inspirado en las ideas de Le Corbusier, y el plan Civitas en los años 70. Sin embargo, ninguno se ejecutó completamente. Se remite Se remite a PADILLA LLANO, Samuel Esteban; LARIOS GIRALDO, Paola Milena y MALDONADO BADRÁN, Christian Javier,., Barranquilla, ciudad inacabada..., p. 189.
34 Nos referimos a las migraciones nacionales, muchas de ellas llegadas desde el caribe, y a las extranjeras. Sin desconocer la importancia de ambas para el desarrollo empresarial de la ciudad, anotamos que la presencia de los inmigrantes se percibe en la materialidad de los inmuebles en el Centro Histórico y en el Barrio Prado, expresión de un capital simbólico y cultural que desde la arquitectura se aprecia por los valores estéticos que poseen.
35 CARRIÓN, Fernando, “Medio siglo en camino....”.
36 VERGARA DURÁN, Ricardo Adrián y VIDAL ORTEGA, Antonino, El Barrio El Prado…
37 Desde el momento en que el barrio El Prado fue declarado en 1993 Monumento Nacional, la historiografía y el patrimonio urbano de la ciudad ha estado encaminado a resaltar los valores históricos–estéticos y simbólicos del barrio, siempre recordándolo y mostrándolo en la esfera y en el espacio público como expresión de una ciudad moderna construida por los inmigrantes sirio-libaneses, italianos, franceses, ingleses y de distintas partes del mundo. Se han constituido en la memoria histórica de Barranquilla en unas “buenas olas migratorias”, a diferencia de las migraciones internas que se presentaron durante la segunda mitad del siglo XX y que constituyeron los barrios periféricos de la urbe.
38 BOYM, Svetlana, El futuro de la nostalgia, Madrid, Antonio Machado Libros, 2015, pp. 13-21.
39 MALDONADO BADRÁN, Christian Javier y FIGUEROA PEREIRA, Erick Abdel, “En busca del pasado: la ciudad de Barranquilla frente a su patrimonio urbano y arquitectónico (1981-1999)”, en CAMARGO SIERRA, Angélica (comp.), Políticas urbanas y dinámicas socioespaciales: vivienda, renovación urbana y patrimonio, Bogotá, Universidad Sergio Arboleda – Asociación Colombiana de Investigadores Urbano Regionales (ACIUR) – Universidad Pontificia Bolivariana, 2020, p. 290.
40 En mayo de 1993, Colcultura junto con el Consejo de Monumentos Nacionales solicitó al Departamento de Planeación Municipal de Barranquilla delimitar el centro histórico de la ciudad. En respuesta, el funcionario al frente de dicho departamento, Carlos Bell Lemus, respondió manifestando que el entro Histórico sería el sector priorizado por los estudios de la JICA: núcleo histórico, Barrio El Rosario, San Roque, Barrio Abajo y Las Quintas (Correspondencia enviada por el Departamento Administrativo de Planeación Municipal al Consejo de Monumentos Nacionales, Barranquilla, mayo de 1993). Unos años después dicha delimitación se cambió para establecer la que actualmente está. Se remite a MALDONADO BADRÁN, Christian Javier, Los sentidos del pasado: patrimonio e identidad cultural en Colombia, 1968-1997), (Tesis doctoral inédita), Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, 2021.
41 Acta de reunión No. 7, Actas del Consejo de Monumentos Nacionales (28 de junio de 1994); Archivo Ministerio de Cultura (AMC).
42 Resolución 051 de 1994, por la cual se propone al Gobierno Nacional como Monumento Nacional 17 inmuebles representativos de la arquitectura moderna en Colombia; Ministerio de Educación Nacional e Instituto Colombiano de Cultura, AMC.
43 CABALLERO, Linda, Un monumento descontextualizado en un momento histórico: El caso del edificio de la Caja Agraria (1995-2013) (Tesis de pregrado no publicada), Barranquilla, Universidad del Atlántico, 2021.
44 “Centro Histórico de Barranquilla: un museo a cielo abierto”, El Heraldo (Colombia), (17 de octubre de 2021), p. 5A.
45 Para profundizar en la relación entre patrimonio y objeto de culto, en tanto reliquia, se remite a BABELON, Jean Pierre y CHASTEL, André, La notion du patrimoine, Paris, Liana Levi, 1994, pp. 13-25.
46 RIEGL, Alois, El culto moderno a los monumentos, Madrid, Visor, 1987, pp. 17-21.
47 Para profundizar en la diferencia entre patrimonialización y patrimonialidad, se remite a POULOT, Dominique, Une histoire du patrimoine en occident. XVIIIe –XXIe siècle, Paris, Presses Universitaires de France, 2006, pp. 14-21.
48 “Jaime Pumarejo hace balance de la renovación del Centro Histórico de Barranquilla”, La República (Colombia), (31 de mayo de 2023), https://www.larepublica.co/especiales/el-poder-del-caribe-2023/jaime-pumarejo-hace-balance-de-la-renovacion-del-centro-historico-de-barranquilla-3626152
49 Si bien el evento promueve una mirada global del centro histórico de Barranquilla a través de las distintas categorías en el que se enmarca, las cuales pretenden acaparar el patrimonio del lugar en su totalidad, en la práctica prima la mirada costumbrista de “situaciones y oficios” que registran una cotidianidad de informalidad y precariedad, vista de manera pintoresca, en tanto esencia del centro. Las fotografías de la indigencia y la pobreza se sitúan como “corazón” y magia un “centro histórico por descubrir”. Esta lógica está presente no solo en las fotografías resultantes de los concursos sino en la percepción de los participantes y los organizadores; “El equipo verde que recorrió el centro”, El Heraldo (Colombia), (2 de diciembre de 2018), https://www.elheraldo.co/tendencias/2018/12/02/el-equipo-verde-que-corrio-la-fotomaraton/; “Tres mil fotografías compiten en la XVI fotomaratón”, El Heraldo (3 de noviembre de 2022), https://www.elheraldo.co/sociedad/2022/11/03/tres-mil-fotografias-compiten-en-la-xvi-fotomaraton/; “Fotomaratón, una mirada al centro histórico de Barranquilla”, Zona Cero, s. f., https://zonacero.com/multimedia/fotomaraton-una-mirada-al-centro-historico-de-barranquilla
50 Para Peter Burke los escenarios públicos de la cultura popular son las plazas, las tabernas, los mercados y/o las iglesias, pues son aquellos espacios en donde se congregan las personas, pertenecientes al pueblo y esencia de este. Se remite a BURKE, Peter, La cultura popular en la Europa moderna, Madrid, Alianza Editorial, 1991, pp. 35-60.
51 GÓMEZ CONZUEGRA, Lourdes y KIRENIA PÉREZ, Justo, “Reflexiones sobre patrimonio cultural. Lo inmaterial del centro histórico de Camagüey, patrimonio mundial”, Apuntes, 24/2 (2011), pp. 260-275.
52 SANTOYO, Álvaro Andrés, “Del folclor y el patrimonio inmaterial en Colombia. Reflexiones críticas sobre dos conceptos antagónicos”, en HERNÁNDEZ LÓPEZ, José de Jesús; ROTMAN, Mónica Beatriz y GONZÁLEZ de CASTELLS, Alicia Norma (eds.), Patrimonio y cultura en América Latina: nuevas vinculaciones con el estado, el mercado y el turismo y sus perspectivas actuales, México, Acento Editores, 2010, pp. 112-135.
53 MALDONADO BADRÁN, Christian Javier, “No todo pasado puede protegerse: la diferenciación del patrimonio cultural colombiano entre los años setenta y noventa del siglo XX”, Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, 28/1 (2023), pp. 175-206.
54 “Distrito retira mobiliarios sin uso en el espacio público del Centro Histórico”, El Heraldo (Colombia), (17 de octubre de 2017), https://www.elheraldo.co/local/2017/10/17/distrito-retira-mobiliarios-sin-uso-en-el-espacio-publico-del-centro-historico/
55 DELGADO, Manuel, El espacio público como ideología, Madrid, Los libros de la Catarata, 2011, pp. 15-33..
56 Por escalas de representación del Estado nos referimos a los niveles de presencia de este en el territorio: nacional, regional, departamental y local.
57 CASSEGÅRD, Carl, “Contestation and bracketing: the relation between public space and the public sphere”, Environment and Planning D-Society & Space, 32/4, (2014), pp. 692-695; BODNAR, Judit, “Reclaiming public space”, Urban Studies, 52/12 (2015), pp. 2095-2100.
58 A pesar de que con los años el gobierno local de Barranquilla ha tratado de implementar acciones de recuperación del espacio público, a la fecha no se han logrado mejoras sustanciales en la situación de los vendedores estacionarios. Además, ha primado una visión del vendedor estacionario como un invasor del espacio que hay que regular. Desde los años 90 esa es una visión que ha primado en la prensa local, por ende, en los discursos en la esfera pública. Aunque hoy es menos latente dicho discurso, permanecen las imágenes de los vendedores estacionarios como actores que afectan la integralidad patrimonial del centro histórico, al no permitir el “buen uso” del espacio público.
59 “Jaime Pumarejo hace balance de la renovación...”.
60 CARRIÓN, Fernando, “Los centros históricos en la era digital”, Iconos Revista de Ciencias Sociales, 20 (2004), p. 36.
61 En algunas ocasiones, cuando se realizan las jornadas, la mayoría de ellos logra evadir a los funcionarios del control urbano, ocultándose en patios de edificaciones cercanos e incluso en parqueaderos, para perderse entre un paisaje de desorden y caos. Esto evidencia no solo las “estrategias de supervivencia” sino también el enfoque policivo y punitivo de las medidas implementadas por la alcaldía distrital.
62 Es el caso del Banco Dugand cuya restauración inició en 2017 y a la fecha aún permanece cerrado sin que se haya concluido su recuperación. Se remite a ARROYO, Ivonne, “Restauración del antiguo Banco Dugand estaría lista en seis meses”, El Heraldo (Colombia), (11 de julio de 2017), https://www.elheraldo.co/local/2017/07/11/restauracion-del-antiguo-banco-dugand-estaria-lista-en-seis-meses/
63 MONCUSÍ FERRÉ, Albert, “La activación patrimonial y la identidad”, en ASENSI PÉREZ, Manuel (dir.), La memoria construida. Patrimonio cultural y modernidad, Valencia, Tirant Lo Blanch, 2005, pp. 91-118.
Fig. 1. Localización en escalas de la ciudad de Barranquilla y su centro histórico. Elaboración de los autores
Fig. 2. Sectores patrimoniales de la ciudad de Barranquilla. Plan de Ordenamiento Territorial de Barranquilla (2014) U9 Conservación Histórico Cultural. Plan de Ordenación Territorial,
Barranquilla
Fig. 3. Delimitación Pase de Bolívar y calle 30 en Centro Histórico de Barranquilla. Elaboración de los autores
Fig. 4. Crecimiento demográfico de Barranquilla y su área metropolitana (municipios circundantes) entre 1938 y 1973. Elaboración de los autores a partir de SIERRA OQUENDO, Cesar e INSIGNARES CANEDO, Víctor, Problemática de Barranquilla en relación con los asentamientos humanos, Barranquilla, Servicio de Salud del Departamento del Atlántico, (documento ubicado en hemeroteca Luis Eduardo Nieto Arteta, Barranquilla, Colombia) 1979
Fig. 5. Edificio Palmas y posterior edificio de la Caja Agraria, ubicados en el Paseo de Bolívar. Paseo Bolívar y, al fondo, el desaparecido edificio Palma en una imagen de 1939. Archivo Histórico del Atlántico. Torre Manzur, Edifico Caja Agraria, 2022. Archivo personal
Fig. 6. Parroquia San Roque; Parroquia San Nicolas; Antiguo Banco Dugand; Torre Manzur; Intendencia Fluvial. Elaboración de los autores
Fig. 7. Imágenes de la informalidad en el centro histórico de Barranquilla
Fig. 8. Grupo de vendedores estacionarios con chazas móviles, ubicados en parte del Centro Histórico de Barranquilla. Fotografía de los autores
Fig. 9. Planimetría del centro histórico de Barranquilla. Elaboración de los autores